La democracia representativa, una realidad

Por: Juan Camilo Castellanos M.

Al sentir de muchos, la democracia es una palabra que cada vez más pierde su valor, se ha vuelto un cliché, una utopia y para otros hasta un cuento chino, sin embargo, en Colombia por lo menos, la estamos viviendo como hace mucho no lo hacíamos, en su más clara presentación, aquella en donde los bandos dogmáticos sacan su artillería y ganan en unas, pierden en otras, ganan en un estadio, en unas urnas, otros ganan en el congreso y en otras urnas, o calles, el sistema de frenos y otra pesos se materializa y todas las ramas y centros de poder, sin lugar a dudas, están jugando el gran juego del poder.

Y es que la critica que se le hace a la democracia desde muchas latitudes, consiste en que se considera que no existe por que no hay libre elección, punto de inflexión para considerar que democracia no es que haya unas elecciones cada cierto periodo de tiempo, sino que en realidad sea una elección libre de los ciudadanos, que sea una real competencia entre diferentes y no entre elites y donde en realidad la ciudadania hiciera parte de esa elección.

Esa critica se adapta en realidad en muchos lugares del mundo, donde primero que todo, no hay libre elección, en segunda medida, no hay competencia real entre diferentes y en tercer lugar en muchos lugares la ciudadania no elige, pero para colmo de males en muchos otros lugares en el mundo ni siquiera hay elecciones, no hay partidos, no hay pluralidad ideológica en las distintas ramas del poder, ni permisión a cuestionamiento alguno a un régimen, todo lo contrario a lo que hoy es Colombia.

Ahora bien, cuando se evalúan estos elementos, su concurrencia o no, si se dan algunos, todos a la vez o no se da ninguno, entonces, en esa medida sabremos si hay o no democracia, es así como comúnmente se miden los “niveles”, de democracia que hay o no en un país, en un sistema en términos generales y en grandes mapas de importantes y encopetadas Organizaciones No Gubernamentales que hacen este tipo de valoraciones, se pintan los países en el mapa mundial de un color rojo o verde o amarallito, indicando así la salubridad o no del sistema democrático en un territorio y un tiempo determinado.

Como esto es así, viendo lo que esta semana hemos visto, a un presidente que dice ser el primero en la historia de izquierda en llegar al solio de Bolívar en Colombia, cosa que no es cierta, pues ya habían presidentes de izquierda en el país, llama la atención sobremanera verlo invitando a los “blanquitos” de los que despotricó en campaña, a la casa de huéspedes ilustres de la presidencia de la República en Cartagena, ni que decir de la invitación a tomar café en palacio a su némesis, Alvaro Uribe Vélez.

Son dos hechos que me hacen reflexionar y sentir que en Colombia sí hay democracia y mucha, y muy representativa, en buena hora el presidente por fin lo entiende, por fin hace alarde de lo que debe hacer un buen líder político, reconocer que si bien gana la elección y en virtud del mandato constitucional representa la unidad nacional, lleva consigo la vocería de unos sectores que lo eligieron, pero no a todos, que por mas que gane la presidencia el congreso también por mandato constitucional es quien si representa al pueblo y que ese congreso y cada uno de sus integrantes de manera individual o colectiva como integrantes de un partido también tienen un mandato popular y también representan visiones de país.

Eso mismo le ha pasado a la gran mayoría por no decir todos, los expresidentes de Colombia y no digo todos, por que no todos se han creido el cuentico que son presidentes con la vocería de todos los sectores, algunos como Barco, Lléras, Pastrana el viejo y Gavíria y más recientemente Santos, supieron leer esta realidad evidente más allá de lo académico a la “real politik”, en contraste otros como Samper, Pastrana hijo, Duque, Uribe Vélez y hasta ahora Petro no lo entendieron o por lo menos se hicieron los de la vista gorda.

Sí, ganan elecciones, pero no todos votaron por ellos, por lo tanto puede que asuman la vocería institucional, pero no la política, puede que ante su plan de Gobierno guste y las gentes voten por que ese plan se desarrolle, pero hay otro sector que no lo apoya activamente y en ese activismo fueron y votaron por otra visión, otro plan de Gobierno, pero hay muchos más a los que ni siquiera les importó lo que propuso uno u otro, simplemente no votaron y estos también tienen una actitud política a la que el líder debe interpretar y sobretodo, intentar conquistar.

Así que entender que por más que se gane, hay otras fuerzas políticas que se manifiestan de diferente forma y pueden terminar siendo absolutamente mayoritarias, hace necesario e imperioso que el buen político ya electo presidente, sepa entender y leer esos mensajes que como en nuestro actual caso se dio también en las urnas en las elecciones territoriales, por ello, el timonazo de Petro me parece acertado, sabe que Alvaro Uribe Vélez y el empresariado tienen otra agenda, tienen otros electores y con ellos hay que negociar.

Ojalá y los contendores no asuman esto como un acto de debilidad, sino como lo que es, un acto de democracia, un acto de anteponer los intereses particulares, que son validos y legítimos, pero son inferiores al interés de todo un país, creo que de manera hábil el presidente se juega una carta, tal vez la ultima, ante todos, para enviar el mensaje de la búsqueda de la concertación, abre la puerta para que esa democracia de la que despotricó pero que lo llevó al poder, se materialice y opere para desescalar una grave agresión política que tanto el bando de la izquierda como de la derecha han generado y que tienen los ánimos crispados en redes, estadios y calles.

Por el interés general Benjamin Herrera exclamó fondeado en el Winsconsin, “La Patria por encima de los partidos”, en buena hora ha llegado el momento en que los lideres máximos de los dogmatismos vigentes en nuestra patria digan “la patria por encima de los egos” y que en el futuro Colombia siga en la senda de la madurez política en donde tanto el electorado como la dirigencia aprenda, que se gana en democracia cuando la asumimos en su esencia, la representación de intereses, de visión del mundo, de sociedad y de país que por más que haya un ganador no se puede simplemente imponer sobre los vencidos.

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