En este momento en donde la inflación alcanzó un máximo histórico de 6,9% en enero, se volvió un tema fundamental de discusión de los analistas, autoridades económicas y de los políticos que están en campaña.
Y aunque la inflación es definitivamente una preocupación que golpea con mayor fuerza a las clases menos favorecidas, no solo en Colombia sino en la mayoría de países del mundo, hay elementos sólidos para creer que comenzará a ceder en el segundo trimestre de este año y por lo tanto, no será el tema principal de esta discusión.
El otro problema que ha venido creciendo durante los años de pandemia pero que ya se estaba cocinando desde antes, es el tema de la deuda tanto pública como privada, que ha venido incrementándose de manera acelerada y en una coyuntura inflacionaria en donde todos los gobiernos están apelando a la subida de tasas de interés, estase perfila para convertirse en el siguiente dolor de cabeza mundial.
Como se observa en la gráfica, la deuda colombiana como porcentaje del PIB aumentó de un 42% en 2019 a un 61,4% en 2021, aunque estas cifras son preliminares. Este fue el incremento interanual más grande entre los países de américa latina. También sorprende el incremento constante de la deuda externa privada, que genera preocupaciones adicionales al incremento de deuda pública, las empresas endeudadas en el exterior deben prever también comportamientos del tipo de cambio, o para evitarlo deben comprar coberturas que aumentan aún más el costo de la deuda.
América latina es la región emergente más endeudada del mundo, este patrón de Colombia lo siguen Brasil y Argentina en mayor medida, aunque la mayoría de países tienen relaciones deuda PIB que sobrepasan el 60%.
Solo en 2022 en Colombia se va a gastar el 19,5% del presupuesto de la nación en pago de deuda, equivalente a 68,4 billones de pesos. De otra parte, los ingresos por exportaciones (4.381 MM de dólares) más remesas (10.691MM de dólares) solo llegan a 61,3 billones de pesos. En otras palabras, nos estamos endeudando con el resto del mundo constantemente, para poder traer los dólares necesarios para realizar nuestras transacciones.
El panorama empeora cuando sabemos que la nueva deuda, así sea de largo plazo, va a ser adquirida con una tasa de interés mucho mayor, causada por los incrementos de tasa de interés que se esperan en la economía mundial. De hecho, los bonos colombianos de corto plazo con vencimiento en 2024, que siguen cayendo de valor en el mercado, han estado pagando una tasa de interés cercana al 8%.
Dada la naturaleza infinita de los gobiernos como individuos, la relación deuda sobre PIB no debe ser necesariamente baja, pero si debe tender a ser constante. Una relación deuda sobre PIB constante se puede mantener por tiempo indefinido, siempre y cuando la economía esté creciendo más rápido que la tasa de interés.
Desafortunadamente, este no es el caso de Colombia, un creciente pago de deuda tanto por el monto como por la tasa, genera que más recursos del presupuesto se utilicen en pagar las obligaciones, recursos que pueden ser utilizados en impulsar la reactivación económica, en programas sociales, en inversión en infraestructura y en tecnificación del sector agropecuario. Un mayor pago de deuda, entonces, limita las posibilidades del país en varios frentes.
Es por esto que se debe pensar de fondo en las sugerencias hechas por la OCDE, en particular la de generar más ingresos, si hacemos un pacto en el que todos pongan según sus capacidades, esto implicaría que algunos ingresos medios y pensiones altas, que en este momento no están tributando, empezaran a hacerlo y que los ingresos más altos comiencen a pagar una tasa más justa de tributación ya que sus tasas son inferiores a las del promedio y también implica que se reduzcan las exenciones tributarias que en su mayor parte no tienen un carácter técnico.
De esta manera, se podría pensar en tener un menor monto de deuda de manera permanente y por lo tanto aliviar la inminente presión que tendrán todos los países de América Latina y en especial Colombia durante los próximos años.