La Inteligencia Emocional aparece de forma visible en la teoría de “Las inteligencias múltiples” de Howard Gardner en su libro “Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences” (1983).
Su uso en la literatura psicológica se registra desde el año 1990 pero se va a popularizar en 1995 con el libro “La Inteligencia Emocional” de Daniel Goleman. Para 1998 Goleman publicó un segundo libro “La Inteligencia Emocional en la Empresa” que refuerza lo expuesto por el autor en su primera publicación.
Goleman notó la oportunidad con una visión mezclada entre aporte y sentido comercial que empezó a minimizar los estudios cognitivos e intelectuales de la época para dar paso a la tesis central: existen habilidades más importantes que la inteligencia académica, que el coeficiente intelectual. Se puso de moda.
La inteligencia emocional (IE) está cada vez más presente en discursos, acciones y sistemas donde la expresión de emociones, sentimientos y autocontrol son palabras claves para la crianza, la educación escolar y la vida laboral.
¿Por qué se convirtió en un eje central la inteligencia emocional?
Su éxito se debe a cinco puntos clave:
- Conciencia de sí mismo: Mis propias emociones, fortalezas, necesidades, sentimientos, valores y debilidades.
- Autorregulación: Gestionar mis propias emociones, fortalezas, necesidades, sentimientos, valores y debilidades.
- Habilidades sociales: Redirigir las emociones, fortalezas, necesidades, sentimientos, valores y debilidades de los otros.
- Empatía: Validar, reconocer, comprender las emociones, fortalezas, necesidades, sentimientos, valores y debilidades de los otros.
- Motivación: Mi propia motivación y el impulso para estar orientado al logro.
La teoría de las Inteligencias Múltiples de Howard Gardner, sumada a la popularidad de la Inteligencia Emocional ha transformado la educación, puso tiza en la idea de reconocer en cada niño diferentes tipos de inteligencia y posiblemente, talentos únicos que se pueden despertar. Aunque esta teoría de las inteligencias múltiples no está comprobada científicamente, es una estrategia efectiva para nutrir las habilidades de los estudiantes.
La Frustración por todo y por nada es Manipulación
La frustración es una emoción esperada en el proceso de aprendizaje. Usualmente surge cuando existen desafíos académicos, dificultades en la comprensión de problemas o incluso en situaciones aparentemente fáciles de resolver, en algunas ocasiones se suele confundir con la manipulación y evitación. En el proceso de enseñanza-aprendizaje se debe educar en habilidades socioemocionales para que puedan reconocer esos impulsos de abandono, desmotivación y autoevaluación.
Una habilidad que puedes incluir en tu aula de clase para enseñar inteligencia emocional es La Autorregulación Emocional. ¿Cómo hacerlo?
- Modelado por parte del profe: Las y los profes son espejos durante el día, así que en cada ocasión de forma repetitiva y por hábitos se busca que se modele la conducta. Debe existir un caso, con demostración y refuerzo positivo.
- Identificación de emociones: Reconocer y nombrar las emociones principales pero también, aquellas que son secundarias o derivadas y que muchas veces se confunden con conductas indeseadas.
- Técnicas de relajación: Respiración profunda, meditación o mindfulness.
- Resolución de conflictos: Comunicación asertiva y la empatía hacia los demás.
- Establecer metas y planes de acción: Genera metas personales y planes de acción para manejar las emociones con tus estudiantes.
- Apoyo emocional: Fomenta un ambiente de apoyo en el aula donde los estudiantes se sientan cómodos compartiendo sus emociones y buscando ayuda cuando la necesiten. Los maestros pueden ser recursos de apoyo importantes.
- Evaluación y retroalimentación: Evalúa el progreso de los estudiantes en el desarrollo de la autorregulación emocional y proporciona un retorno de la información, la educación emocional y afectiva es parte del plan de estudios y debe ser orientada.
Neuropsicóloga y pedagoga