Sí se le reprochó al presidente Iván Duque el referirse a la senadora Aída Avella de una forma bastante déspota y displicente, con mayor razón hay que reclamarle a la senadora Angélica Lozano por los términos groseros y vulgares que utilizó para hablar del senador Gustavo Bolívar.
No entiendo la razón para la risa al escuchar el madrazo de la senadora a su colega al no estar de acuerdo con él en determinada postura que asumió frente a lo que se estaba trabajando en la Comisión Primera del Senado, en lo que tiene que ver con las sesiones virtuales del Congreso de la República.
¿Dónde está el chiste?; ¿Por qué se lo toma de manera anecdótica?, cuando un hecho como este, más bien debería causar vergüenza, no solo por tratarse de una senadora, sino porque además, Angélica ocupa la dignidad de ser la primera dama del Distrito Capital. No se nos olvide que la esposa de la alcaldesa de Bogotá.
Sí, pudo disculparse, pero eso no tapa el hecho, porque esto que les causa risa a muchos y les parece “anecdótico”, puede estar evidenciando la verdadera forma de ser de Angélica Lozano, cosa que de ser así, sería terrible, porque si a ella se le olvida, el lugar que ocupa en el Distrito, le obliga a comportarse de manera ejemplar.
En lo personal debo decir que no me pareció para nada gracioso este hecho, porque insisto, cosas como estas ponen en evidencia a la persona y confirma el viejo adagio que dice que “luz de afuera, oscuridad de adentro”.
Además, porque esto “tan anecdótico para algunos”, eclipsó la discusión que se estaba dando en ese momento en la célula legislativa, en la que gran parte de la opinión pública estaba pendiente, por tratarse de la manera como operará el Congreso de la República en momentos de emergencia como el que se vive actualmente por el Covid 19 y lo que han de recibir los congresistas como remuneración por su trabajo.
No me cabe la menor duda que si el madrazo hubiese salido de la boca del presidente Iván Duque o de cualquier congresista del Centro Democrático, las críticas no pararían, pero como es un personaje de izquierda, ¿entonces hay que aplaudir y tomarlo como algo gracioso?
Grosería es grosería, venga de donde venga. Así que senadora Angélica Lozano, en adelante procure moderar su mal vocabulario.