Mientras una parte de los ciudadanos asisten atónitos a los movimientos ajedrecistas que acontecen en Venezuela con las potencias mundiales moviendo sus fichas estratégicamente, el mundo mundial, el de siempre, se debate entre quienes estarán en el club de grandes, los que quieren dominar a los menos poderosos.
Las recientes escaramuzas políticas entre la administración norteamericana y el ejecutivo ruso al salir del INF (acuerdo sobre la limitación de armas nucleares de medio y largo alcance, firmado hace años por Ronald Reagan y Mijail Gorvachov), hacen temblar las mesas de operaciones de los que ven conflictos potenciales a medio plazo.
Europa, ve una vez más, como la pelota, pasa como en un partido de tenis, de un lado a otro de la cancha, sin tocarla, pero esta vez con un árbitro muy casero, China, quién no cumpliendo con nada, desarrolla una industria militar sin precedentes en la historia reciente.
La disputa para ver quien está en el tablero de los que mandan ya tiene nombres propios. Junto a las tres grandes potencias, hoy se suman países como Francia, Gran Bretaña, India, Israel, Pakistán y como no, Corea del Norte. Algo más de 14 mil cabezas nucleares albergan en sus silos, submarinos o lanzaderas, listas para ser moneda de cambio en cualquier conflicto regional que se suscite.
Jaime Polanco
“El mundo mundial en el que vivimos necesita de mucha diplomacia para entenderse. Necesita reforzar las instituciones para volver al entendimiento que sacó al mundo de la guerra fría.”
La primera consecuencia de esta situación nos llevaría a pensar en un rearme inmediato con misiles de última generación. Los rusos ya han probado satisfactoriamente sus misiles “hipersónicos”, capaces de alcanzar casi cinco veces la velocidad del sonido. Los otros contendientes, entre ellos los norteamericanos, están muy por detrás en tener la tecnología necesaria en estos momentos para igualar o mejorar los de su archienemigo ruso.
Tampoco se queda atrás el gasto militar de las grandes potencias. Cada año la realidad supera la ficción y desborda las expectativas de los analistas. Estados Unidos gasta tres veces más que China y diez más que Rusia. Según algunas organizaciones, cerca de 900.000 millones de dólares entre los tres cada año.
La recesión global que se acerca no parece animar a las administraciones de estos países a seguir aumentando el gasto militar. Analistas de ambos lados empiezan a cuestionar si realmente merece la pena semejante gasto en armamento, solamente para presumir de quien tiene la novia más guapa.
El mundo mundial en el que vivimos necesita de mucha diplomacia para entenderse. Necesita reforzar las instituciones para volver al entendimiento que sacó al mundo de la guerra fría. Necesita el reconocimiento y cumplimiento de las reglas del juego pactadas con los “otros”. Necesita, en definitiva, que los consejeros en seguridad de las tres grandes potencias moderen sus discursos domésticos para no incendiar el tablero mundial, suficientemente afectado por años de recesión económica y conflictos regionales.
Una Europa más fuerte y más comprometida ayudaría a que las superpotencias moderen sus discursos. También se pueden meter en la balanza, Japón, Gran Bretaña y Canadá.
Sin su compromiso será difícil el entendimiento entre estos dos inquietos gladiadores, quienes andan buscando protagonismo mundial debido a su baja de popularidad en sus mercados internos.
Esperemos por el bien de nuestra región, que sus apuestas de protagonismo bélico sean moderadas y permitan que los movimientos tácticos que se dan en nuestro entorno, encuentren una salida adecuada para quienes nunca cumplieron con las mínimas reglas del juego democrático y aseguren una transición pacífica y ordenada que establezca bases sólidas para el futuro.