La reforma al gobierno

Se ha puesto en los últimos días el presidente Duque, de necio, a inventarse una reforma tributaria en medio de una crisis económica muy grande y muy grave que vive el país, reforma que no reforma nada en el gobierno pero si dentro de la casa de cada uno de los colombianos, que tuvieron que sumergirse en sus miedos al interior de sus hogares, esperando como los judíos, a que pasara la peste, a encontrarle remedio a la misma y a buscar soluciones para cada uno.

Esos mismos meses que sufrimos por la pandemia, por el cierre de las oficinas y del trabajo y por la falta de conocimiento del virus, llevó a un estaticismo de la administración nacional pública y al cierre de la actividad privada en todos los niveles. Por supuesto que el gobierno nacional sufrió, porque es su obligación atender las necesidades de los colombianos que se traducen en garantizarle a sus ciudadanos las mejores condiciones para desempeñar sus labores de la vida, del trabajo, de la educación, de la salud, de los negocios y del crecimiento de la economía, siendo esta última el motor de la gran actividad nacional.

Este no es un país de grandes reservas de oro y de petróleo y no se debe recurrir al Banco de la República para que emita dinero físico flotante y fluctuante, por lo tanto hay que enfrentar el virus, los miedos y el diario vivir de acuerdo a como las condiciones se presenten.

El señor presidente Duque tiene un problema mayúsculo y es lograr enderezar la economía nacional, muy maltrecha por cierto hace años y la que se ha sido agravada por el maldito coronavirus.

Pero los presidentes no solamente se hacen elegir para lo bueno; también deben enfrentar lo malo. Y a cada presidente en su período, algo duro y malo le toca, y muchas cosas buenas también.

A nuestra economía, nuestros últimos presidentes la han ido llenando de exenciones tributarias para favorecer a todos los ricos de este país que son los quienes ponen la plata con la cual son elegidos los congresistas y presidentes y estos son los dueños de bancos, empresas, capitalistas, mafiosos, paramilitares y por supuestos grandes electoreros.

Y al analizar el presidente Duque la situación económica nacional tan grave no los miró para llamarlos a contribuir con esta gran necesidad que hoy tenemos sino que puso sus ojos sobre los ciudadanos comunes y corrientes, siendo muy alcabalero, para que sean favorecidos primero la administración y después los potentados, los que se quedan con los recaudos que le quieren quitar a la clase media y de ahí para abajo y sean estos los que pongan a vivir mejor a todos los que trabajan dentro de la administración, el sector público y los que financiaron la campaña. Y, los demás?. Pues los demás es lo de menos.
Todos los presidentes han hecho reformas tributarias, también todos han querido hacer reformas constitucionales que les permitan algún beneficio una vez dejen el cargo y para que pueda llegar a la presidencia, a los cargos y a la economía los que ellos quieren favorecer. Eso ha sido una costumbre y a eso nos acostumbramos por muchos años.

Pero por fín como dicen las señoras, estamos tocando madera. Es que hemos recibido y aguantado mucha madera.

Ahora, por estos días, fue el senador Jorge Robledo del partido Dignidad el primero que hizo la bulla técnica necesaria para impedir que Duque haga lo que le dé la gana y lo que le manden hacer. Esa reforma es inconveniente dijo.

Luego Vargas Lleras escribió dos soberanos artículos explicando porque es inconveniente e inoportuna. Después el senador liberal Luis Fernando Velasco y se sumó César Gaviria en representación de los liberales, más tarde Dilian Francisca de la U, y recientemente Fajardo también, por fín habló algo coherente en contra de esa reforma tributaria ventajosa, improcedente, inoportuna, alcabalera, miserable.

No se imagina el presidente Duque el problema que ahora tiene. Todo un país con sus líderes protestándole por sus equivocaciones y todos los ciudadanos enojados, menos esos burócratas que lo asesoran y acompañan a tomar decisiones que no tienen idea de cómo se vive en Colombia porque mantienen en Londres, Washington, París y Nueva York paseándose en foros económicos muy distintos a lo que vive nuestra realidad nacional.

No se imagina Duque que de pronto lo van a reformar a él y a su gobierno.
Basta preguntar cómo le va en el tema de la salud y las vacunas, cómo le va en materia de educación nacional, cómo le va en materia de empleo, cómo le va en materia de seguridad, cómo le va en materia de generación de empleo, cómo le va en el tema de los hidrocarburos, cómo le va en el tema de los precios de la gasolina, cómo le va en materia de infraestructura, cómo le va en materia de derroche de recursos públicos, cómo le va gobernando o cómo le va no gobernando.

No se imagina el presidente que lo que el país nacional, el que él desconoce, está cocinando una reforma a él y a su gobierno. No estamos lejanos. Pero cuando uno no gobierna ni manda, no sabe ni se imagina lo que le puede pasar y eso es muy propio de los malos gobernantes. Sería mejor que preguntara. Pero nadie puede decir que se sorprendería. Ese es el resultado.

@JotaDominguezG