Hace unos días cometí la imprudencia de cuestionar el llamado cambio climático ante una colega que organizaba un simposium sobre el tema en la universidad de Aquisgrán, con profesores de todo el mundo. ¿Qué has hecho qué…?, me preguntó mi marido con los ojos abiertos como platos. Al segundo caí en la cuenta de que a un converso no le puedes preguntar dudas, cuando la ciencia no acepta dudas sus dogmas acaban en fanatismo.
Estaba segura de que mi amiga me llenaría de links de lectura que acabaran con mis postulados y esa misma noche nuestro chat particular se llenó. Leídos, pensados y anotados, les cuento aquí las conclusiones a las que he llegado después de todo.
Ciclos que van y vienen
Las fluctuaciones climáticas siempre han existido, en este sentido el calentamiento global actual es un fenómeno natural, así que no hay razón para entrar en pánico. Esta verdad no hay ningún investigador que la contradiga.
Podríamos pensar que ahora que se tienen datos, se recogen minuciosamente las temperaturas del planeta, las precipitaciones, los movimientos sísmicos… las conclusiones son que el planeta está cambiando de un modo acelerado, aunque esas variaciones sean pequeñas y podamos decir que desde 1930 a 1998, por ejemplo, la temperatura se incrementó un 0.5 grados y se mantuvo estable en promedio, nuevas voces dicen que ya nos acercamos a un grado de aumento y que al ser global y generalizado el aumento el cambio afecta al mundo entero. Y que, sobre todo, el cambio es antropogénico.
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Los estudiosos del sol, de sus movimientos, manchas, radiaciones y demás actividad que tiene el astro rey de nuestro sistema, dicen que los mínimos de Maunder, años comprendidos entre 1645 y1715, coinciden con la disminución de las manchas solares y al mismo tiempo se produjo la llamada Pequeña Edad del Hielo. Fueron tiempos gélidos en el hemisferio norte y trajo muerte y destrucción, que es lo que provoca el frío. Puso fin a un tiempo caluroso llamado el óptimo climático medieval, durante el cual hasta los británicos hacían vinos de las vides que crecían en sus campos. Estos tiempos de máximos y mínimos que los estudiosos vinculan con las manchas solares y el calor del sol son tachados de negacionistas, porque si bien es cierto que estos óptimos de calor ocurrieron en Roma, en el medievo y mucho tiempo antes, actualmente se trata de vincular el cambio a la acción del hombre.
Profetas, estudios, culpas
¿Se acuerdan de Al Gore? El ex vicepresidente norteamericano de Bill Clinton, que recorría el mundo como la pequeña Greta. Él vaticinaba el deshielo total del Polo Norte para 2018 a golpe de conferencia y talonario. Greta, la niña de mirada perdida y enfado constante, grita que el mundo le ha robado la infancia, por su tremenda preocupación por el planeta. De avión, en barco y velero, y tiro porque me toca. Pero ellos no son los únicos profetas del planeta Tierra. La ONU decía en 1989 que para el año 2000 parte importante del planeta estaría anegada por el agua. En 1965 el oráculo preveía las hambrunas gigantescas para 1975. En 1965 el New York Times achacaba a la polución la muerte de toda la población en 20 años. El Boston Globe, un año después, decía que nos congelaríamos. En 2009 el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU) auguraba un enfriamiento de la tierra… Tanto estudio y tanto profeta…
Una nueva ciencia, la del Clima.
El clima genera miles de portadas, directrices internacionales, presiones políticas, intereses económicos, desarrollo de nuevos sistemas de generar energía, desarrolla la creatividad de los estudiosos para tratar de disminuir y frenar el incremento de los gases de efecto invernadero de la atmósfera… La preocupación por un tema aumenta la investigación, la creatividad, el entusiasmo y el pánico. ¿Pero de verdad podemos controlarlo? ¿Están todos los científicos en la misma onda? ¿Las medidas que los países están tomando son las adecuadas? Por partes.
El control del clima es, después de todo lo que he leído, un todo que se escapa al control del hombre. Sí, podemos reducir desperdicios, bajar las emisiones, consumir de modo más racional y debemos hacer todo lo que esté en nuestra mano por cuidar el planeta. Pero la acción del hombre no es la única que cambia y modula el clima. Cambios propios de la naturaleza, los efectos que provoca el sol sobre el planeta, las corrientes oceánicas, los cambios atmosféricos, las erupciones volcánicas, la deriva continental entre otros también pueden provocar cambios no cíclicos que pueden afectar al clima. No se trata sólo de los gases de efecto invernadero (vapor de agua en un 95%, CO2 en un 3%, Metano, Ozono y otros en menores proporciones) Son precisamente esos gases de efecto invernadero los que ayudan a enfriar la tierra.
Hay voces que sistemáticamente se silencian bajo la excusa de que no son expertos en clima. La realidad es que de entre los llamados expertos del clima hay científicos, periodistas, economistas, activistas, físicos, químicos… a los que se les sigue silenciando porque no ven el problema bajo el mismo prisma de los otros; o porque los modelos no funcionan, critican las herramientas de medición por no ser las adecuadas, o que la acción del hombre no es tan determinante o que la acción del sol y sus manchas tienen más que ver en los cambios de la tierra. Les recomiendo que lean el artículo de Vanessa Kaiser “Greta en el país de las maravillas” de 2019. Ella hace una larga lista de silenciados por la IPCC. Cuando la ciencia se silencia… malo.
La lucha de los listos
La lucha contra el cambio climático está liderada por la ONU, pero en realidad los únicos que se lo toman en serio son los listos de la clase, Europa, porque son los que están tomando medidas que afectan de un modo u otro a sus ciudadanos (ya les tengo casi preparado el siguiente artículo sobre este tema y los ganaderos y agricultores). Y además, son esa potencia mundial cuyas emisiones no son tan llamativas.
Ya sabemos que la administración Trump era más negacionista que nadie. Pero la administración Biden, que ha decidido sumarse al carro del clima, ha puesto en marcha medidas económicas para frenar este calentamiento tan tenaz. Según su administración van a frenar un 40% las emisiones de CO2 hasta 2030 a basa de multas, de subir impuestos a la explotación de energías fósiles, emisiones de metano… y van a dar una ayuda de $7.500 para la compra de coches eléctricos siempre y cuando sus baterías sean de producción americana o de países en los que hay acuerdos de libre comercio. El clima en USA se frena con dinero
¿Y qué pasa con China? China dijo sí y luego no. Después de los grandes apagones que sufrieron en 2021 el país del lejano oriente aprobó, en noviembre de 2022, licencias para plantas de carbón que suponen 106 gigavatios de energía, cantidad equivalente a la producción de dos plantas grandes de carbón por semana. Y esto… dicen que aumentará la producción de CO2. Aunque el objetivo de China es ser neutral para 2060, pero no porque les importe, quieren ser neutrales por la preocupación del resto y no bajarán su producción, aumentarán sus renovables.
El sol que más calienta
Desde hace tiempo el algoritmo me sorprende con noticias que me encantan, de esas en las que se dice que la capa de ozono parece recuperarse, que aparecen especies animales que se creían extintas, que la vida de los océanos progresa a pesar de la cantidad de mierda que vertemos sobre ellos, que los corales marinos florecen, que los saigas, los dugongos, los jaguares, las culebras corredoras aumentan sus poblaciones y dejan de estar tan en peligro. Cuando nos lo proponemos, como sociedad, somos capaces de preservar la biodiversidad del planeta, proteger entornos y sacar lo mejor de nosotros para cuidar de los océanos y sus habitantes marinos.
Pero no seamos ingenuos o soberbios y pensemos que sólo es fruto del hombre, el calor de la tierra propicia la vida, toda la vida sobre la tierra. Si no hagan la prueba, dejen algo de comida casera, no procesada, al calor en un rincón y en unos días, meses, años, les auguro una plaga de huéspedes en el rincón escogido.
Cuidar el medio ambiente
En definitiva y para no aburrir más, el planeta hay que cuidarlo mantener los niveles de CO2 óptimos, por encima de los 270 ppm (partículas por millón) para que la vida en la Tierra prospere, pues es clave para la vida de las plantas, bosques, selvas, praderas, cultivos y fitoplacton del mar. Según el estudio publicado por Nature Climate Change en abril de 2016 (bajo la administración Obama), el aumento del CO2 en el último siglo ha causada un incremento de masa vegetal, o lo que es lo mismo, el planeta es más verde. Y son las plantas las que más CO2 necesitan.
El cambio climático es una buena excusa para que los poderes políticos ejerzan cada vez más presión y limiten la libertad de los ciudadanos en pro de salvar a la querida “Madre Tierra”. Porque no nos olvidemos, en esta lucha participan los listos de la clase y los copiones, el resto del planeta bastante tiene con sobrevivir. No se sorprendan cuando les comente que hay nuevo enemigo del planeta, el nitrógeno y que el objetivo para casi ya es reducirlo entre un 75-90%. Aquí les espero la semana que viene.