El Papa acaba de anunciar el cambio jurídico de las Prelaturas Personales. ¿Cuántas hay en la Iglesia? Una, el Opus Dei, no hay más porque Dios no quiere, o no ha inspirado otras o… empiezo a pensar que igual algún obispo tampoco le gusta la idea. ¿Por qué? Porque la Prelatura es la institución eclesiástica regida por un prelado (sacerdote o de más categoría) cuya jurisdicción no está vinculada a un territorio determinado y, esta concepción tan universal y abierta puede no comprenderse.
Con la que está cayendo en la Iglesia… ¿Es este el momento? ¿Es realmente necesario ese cambio jurídico? Este cambio no beneficia a nadie y uno cambia las cosas para mejorar, ¿no? En mi más profunda ignorancia la experiencia de mi vida me lleva a pensar que cuando las cosas funcionan, y funcionan bien, es mejor dejarlo como está.
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Ya se lo dijo un alto cargo de la curia a San Josemaría, el fundador del Opus Dei, que se estaba adelantando un siglo a los tiempos y que no le entenderían. Bueno, pues casi 100 años después (se fundó el 2 de octubre de 1928), alguien en Roma y muchos otros en el mundo siguen sin entender la Prelatura. A mí me viene a la memoria -mala memoria- que Jesús en un momento de su vida pública mandó a 23 o a 32, o a los que fueran, a predicar en su nombre. Y nadie sabe quiénes fueron. Y cuando lo medito pienso que seguro eran del montón, gente normal, laicos serían hoy, porque entre ellos no iba ningún apóstol, que se sepa.
En la Iglesia caben todos
Laicos con corazón de sacerdotes, sacerdotes con corazón de laicos, pero más en el suelo, para que los demás pisen blando, así lo vio San José María. Formación a un nivel casi de Academia, -no conozco a nadie del Opus Dei que no sepa el fundamento de la Doctrina y que sepa tanto de teología, filosofía…- vida interior, relación personal con Dios y una meta igual para todos: ser santos. Esparciendo la semilla del evangelio a través de sus vidas normales y corrientes; en colegios, en las familias, con jóvenes, en iniciativas apostólicas, por en todo el mundo…
No desde los conventos, ni desde los púlpitos, ni siquiera desde la contemplación en el huerto, ni dese jerarquías clericales… Todos súper necesarios para la Iglesia. No, así no. Sino siendo uno mismo; enfermera, médico, director de una sucursal de un banco, cajera, taxista, empresario, sacerdote… intentando ser cada día menos idiota y más amigo de Dios. Acercándose a la cruz y llevándola con alegría. Respetando la libertad del otro.
Francisco acaba de decir en Portugal, en el Rosario de Fátima, “en la Iglesia cabemos todos”. ¿Entonces por qué acabar con la única Prelatura que hay? ¿Por qué asimilarla a las Asociaciones clericales? A mí eso me suena a una bajada a turista al lado de los baños, cuando uno iba cómodamente en ventana de emergencia.
Pareciera que la Iglesia vuelve a abrir guerras contra los suyos, lo que no saben u olvidan es que el Opus Dei hará lo diga el Papa. Adaptará sus estatutos a la nueva forma jurídica y el tiempo dirá si se adelantó 100 años.
La Iglesia y los laicos
El concepto de Prelatura me parece genial. Me explico: una institución eclesiástica que no vive adscrita a un terreno, país… Me parece tan revolucionario como el teletrabajo o la telefonía movil. Un Prelado que guía a un grupo de sacerdotes y laicos, que todos se forman y tratan de vivir santamente, como dice el Evangelio, desde su lugar normal de trabajo, sin tener una sede delimitada por fronteras…
Hay quien puede pensar que los laicos que viven como sacerdotes es una locura o un aburrimiento, o que para eso ya están los curas. Pero lo cierto es que el sacerdocio común es para todos los bautizados. Hay quien podría pensar que una Prelatura es como una iglesia dentro de la Iglesia… pero nada de eso, ellos son la Iglesia de Roma, como lo es cualquier otro movimiento, organización, orden… Ellos obedecen a su obispo -siempre y cuando el obispo no sea contrario a lo que diga el Papa- el que toca por su lugar de residencia, y además tienen un Padre, el prelado, que les guía en su vocación y camina en su mismo camino, anima, calma los enfados e infunde un profundo amor y respeto, porque una de las claves de es que son todos iguales. Sin grados, sin tanta jerarquía y pompa.
Con la crisis de fe que sufren los países occidentales, con la soberbia de los obispos que quieren hacer “su iglesia”, con laicos intoxicados de poder queriendo introducir la filosofía woke en el Vaticano… Contar con las Prelaturas Personales, donde los laicos pueden vivir una vida de santidad, en consonancia con Roma, teniendo a la Virgen como guía y Madre a la que acudir y contar con sacerdotes piadosos y bien formados, es un lujo hoy, que se valora sobre todo cuando se vive en la dificultad de encontrar buenos sacerdotes, caminos y parroquias que ayuden a uno a vivir mejor su fe.
Sinceramente, faltan Prelaturas y prelados que muevan más laicos por el mundo, con otros carismas y otras formas de ser dentro de la Iglesia. Porque si bien es cierto que nada va a cambiar en el modo de vivir la fe y la santidad personal de cada miembro de la Prelatura Personal del Opus Dei, también es cierto, que con los tiempos que corren la Iglesia podría plantearse a ser más universal, menos territorial y más amante de la libertad de los carismas, de la santidad de los laicos y del llamado sacerdocio común.
Una familia en cinco continentes
Yo les recomiendo que se busquen un amigo del Opus Dei, nadie mejor que él va a cuidar, aconsejar y rezar por usted el día que lo necesite. Siempre están ahí. Y da igual donde estén, su espíritu está en todo el mundo. Así que, país al que vayan, país que seguro encuentran a alguien que les acoge como si fuera de su familia. Porque si algo es cierto es que, el espíritu de familia, esa que vive unida a pesar de los errores propios y ajenos, esa que se duele y se alegra cuando algo ocurre, ese espíritu se vive de lleno en el Opus Dei.
Es curioso, si ocurre una desgracia a alguien “de casa” (así es como se dice coloquialmente a la gente de la Prelatura) en Bogotá, en Cancún, en Madrid, en Singapur o en Congo hay gente rezando en todo el mundo, unidos, porque como se titulaba el video que en modo random nos ponían en el colegio; “le llamaban Padre en los cinco continentes”, y es que San Josemaría tuvo una visión, y se lio la manta a la cabeza. Más tarde, Juan Pablo II le dio forma jurídica, la de Prelatura, pero no por capricho, sino porque es donde encajaba su espíritu de servicio y llamada a la santidad en medio del mundo.
Me parece que la Iglesia yerra en este tema, porque hay temas que sí importan, afectan y mucho al pueblo de Dios. En el fondo a nadie le importa la forma jurídica del Derecho Canónico del Opus Dei, no es como si nos suben el precio de la luz, salvo a los propios miembros y allegados y esto parece más un dedito de suegra buscando el polvo en casa ajena.