Son lejanos los tiempos en los que el presidente Duque se recuerda en el Banco Interamericano de Desarrollo, sus inicios como abogado y político, su periodo como senador, debe ser extraño para él recordar su campaña presidencial, apariciones con la guitarra, concursos de oído musical, verse interpretando canciones vallenatas o haciendo actos de magia, pareciera que algo de todo esto lo ha tenido que usar al llegar a la casa de Nariño.

La presidencia de Duque ha sido muy complicada por diferentes razones ya conocidas, su plan de gobierno que contradice parte importante de sus promesas presidenciales, ejemplos de ello, el apoyo a la fracturación hídrica (o fracking) y los planes para la aspersión aérea con glifosato como plan central para la erradicación de cultivos ilícitos, se han convertido en banderas de incumplimiento respecto a sus declaraciones de protección y sostenibilidad ambiental.

Sin mencionar su gobierno claramente desconectado de las necesidades u opiniones de una enorme parte de sus ciudadanos y la sombra de una posible compra de votos en su campaña, hacen parte de una tormenta de gobernabilidad, impopularidad, crisis sanitaria y social a la que ningún líder, por más valiente y visionario que sea, quisiera enfrentarse.

Duque ha tenido que agarrase de todo lo que aprendió de sus cargos anteriores y de su carrera a la presidencia y ponerlo en el centro de su plan de gobierno y estrategia de comunicaciones, en su época como delegado en el BID le dio vida al concepto de la famosa y todavía incomprensible economía naranja, esta ahora se ha tratado de vender como clave en el desarrollo de la economía, la pandemia golpeo seriamente a su tan innovadora idea y recordó la falta de apoyo que suele tener el sector cultural en este país.

De su periodo como senador y político trae la virtud de la hipocresía, mentir y mantener una imagen de hombre pragmático y habilidoso.

De la campaña quizás es donde aprendió la mayoría de las cosas o noto más su importancia, la necesidad de mantener una imagen o idea, explotar las herramientas para ampliar su visibilidad y recurrencia de la imagen, así vender un concepto.

En medio de esta crisis social y de salud, esta vez Duque trae una de las que pueden ser sus últimas enseñanzas de su (in)experiencia, al igual que con los actos de magia, muestra sus aces bajo la manga para tratar de calmar el descontento.

Matricula cero para estudiantes de estratos 1,2 y 3 en universidades públicas, la renuncia de un ministro y un viceministro, retirar una reforma, abrir una mesa de dialogo, dejar su programa a un lado y revelar unas conversaciones en trámite sobre un posible proceso de paz.

Quien escuche todo eso pensará en las acciones de un líder que posiblemente este trabajando fuertemente por un interés genuino en sus votantes o contradictores, pero lo cierto es que no son más que las acciones de un gobierno que esta contra las cuerdas debido a su mala gestión y desconexión con la ciudadanía.

Duque recurre a todo posible as para tratar de calmar una tormenta, una avivada por su mala gestión y a la que la pandemia le ha hecho eco, exponiendo todos los problemas sociales que en su mandato se han agravado, ya sea por su mano o la dinámica del país y a problemas a los que no ha podido dar solución, ni siquiera mostrar avances de una.

Al final, es posible que ningún truco bajo el sombrero ayuden a terminar su gestión o ver con buenos ojos su gobierno.