Esta semana me siento generosa y les voy a regalar dos grandes verdades que se dicen mucho en casa, ahí va la primera: ¡la vida no es el hola!
Es una de las frases que usa y ha usado mi padre para explicar que la vida es lo que es, no lo que nos gustaría que fuera. Aceptar esta gran verdad facilita mucho la existencia y el peregrinar en este mundo. Así, por ejemplo, se hace más fácil aceptar que ahora, que se acercan elecciones y los políticos españoles están hasta en la sopa, van a prometernos tantas maravillas que habrá que aceptar que; como los políticos son como son y no como nos gustaría que fueran, mentirán tanto, que nos harán creer que ¡la vida es el hola! Pero no se equivoquen. Ni dejarán de mentir, ni de pactar con indeseables, ni derogarán las leyes que atentan contra la infancia, contra la mujeres, contra la vida… Así que ya saben, por mucho que prometan; ¡la vida no es el hola!
Adiós Rafa
Aceptar esta gran verdad es asumir todo lo que nos pasa, bueno, malo, regular. A mi esta semana me ha partido el corazón que Rafael Nadal anunciara que el año que viene se retira, y que para hacerlo con broche de oro este año no competirá más, porque sus lesiones siguen molestando. Aceptar la edad, el físico gastado, el fin de una era. Los amantes del tenis pasaremos las tardes de finales de mayo y principios de junio enganchados a un Roland Garros descafeinado, en el que Rafa estará ausente. ¡Ay! Yo muero de pena, pero las cosas son como son. Y nos tocará despedirnos de este gran deportista español por excelencia.
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Si de mi dependiera pondría en las escuelas e institutos una asignatura de valores y se estudiaría a Rafa, a Federer, a Gasol, a Nairo Quintana… a aquellos deportistas que encarnan los valores de competitividad, deportividad, compañerismo, esfuerzo, tesón, profesionalidad… Pero claro, ni yo pinto, ni corto y esto interesa menos que la Agenda de Género así que como la vida no es el hola! No se estudiarán a grandes figuras deportivas que encarnan grandes valores. Las cosas como son.
Idealizar el futuro
Aceptar la vida como es, es el primer paso para ser feliz. Perderse en el pasado, recurrir a los y si… e idealizar un futuro sólo nos hace engancharnos a una realidad ficticia, real en nuestras cabecitas de chorlito y alejadas de lo que realmente tenemos: el ser y el ahora.
Tal vez esta sea la clave para entender tanta frustración, tanta cirugía, tanta desilusión, tanta disforia, tanta insensatez. Aceptar la realidad, y después asumirla y trabajar con lo que tenemos potenciando lo bueno, mejorando y cambiando lo malo. Porque señores, en esta vida se trata hacer como hace Nadal que conoce sus puntos fuertes, pelea al máximo las derrotas, aprende de ellas y mejorar en cada una para despedirse por todo lo alto, como un gran campeón.
La otra frase que les regalo la dice mucho mi madre y reza así; con estos bueyes hay que arar. Es decir, que con lo que tienes te apañas. Que lo que hay, es lo que hay y que no se puede pedir más porque igual lo que tenemos no es para tanto.
Bajo nivel
En el plano político está claro, de políticos mediocres- que sobre pueblan los países y ciudades- sólo se pueden esperar medidas mediocres. Así por ejemplo en España tenemos mentirosos, plagiadores, puteros, asesinos, también tenemos buena gente, claro que sí, pero la realidad es que no abundan, ni influyen tanto como los anteriores. Y de los primeros sólo se pueden esperar políticas y medidas acordes a su nivel y han dejado al país en un nivel lamentable. Como lamentable es el nivel político internacional, a ver si se van a creer que sus políticos tienen la titularidad exclusiva de la mediocridad, ¡qué va! Vivimos un momento social y político de mediocridad absoluta, en mi opinión fruto de la crisis existencial y de valores en la que poco saben de dónde les viene el aire.
En el plano social, puedo asegurarles que esta enseñanza de mi madre la repito como un mantra en este país de acogida, Alemania, donde hay mucha urbanidad y faltan cantidades abundantes de calidez humana que compensen a cada alemán que lleva un policía dentro, ese que vive encantado de corregirte y deseando hacerlo por cualquier nimiedad. Ellos son mis bueyes e imagino que cada uno de ustedes tiene el suyo con el que arar, ya les adelanto que ni ustedes ni yo les podemos pedir más.