La fundación ProBogotá Región realizó recientemente un seminario internacional sobre Transformación Digital en el entorno cambiante de las industrias 4.0 y de otros paradigmas disruptivos de una sociedad inteligente, con motivo de la presentación de BICTIA, una incubadora y aceleradora de empresas que recibió apoyo del gobierno de Noruega.
Excelentes presentaciones de otros países y algunas de Colombia, como las de Miguel Cortez, Presidente del Grupo Bolívar, y la de McKinsey. Sin embargo, me referiré primero a una presentación que me pareció iluminadora, la del señor Haisong Tang de China, nación que será la primera superpotencia en pocos años.
Dijo “que el mundo del futuro no son las empresas de software, si mañana desaparece Google, no pasa nada, la reemplaza el buscador de Microsoft”. Sin embargo, si cierran las industrias de hardware, específicamente las fabricantes de superconductores, desaparece la actual economía, y si cierran dos o tres de las más grandes, la economía global entra en crisis. Esto no sucederá, pero muestra que las apuestas estratégicas de Colombia deben estar en las industrias de hardware, así se haya destruido gran parte del sistema industrial desde el año 1991, a pesar de todas las evidencias de que el corazón del desarrollo es el sector industrial. En Alemania y Corea representa más del 25% del PIB, en Colombia el 11%.
Tang terminó diciendo que el futuro nuestro está en un mix entre industrias de baja, media y alta tecnología, y también en agricultura, y por supuesto deja implícito el avance en los servicios de alto valor agregado, los cuales emergen y proyectan desde el desarrollo industrial. Y sugirió que la educación debería centrarse en ingenierías y ciencias, y todo como parte de una visión de largo plazo con sólidos arreglos institucionales. Esto también lo hemos registrado algunos en Colombia, en columnas de opinión y en estudios, como el que hice hace pocos meses para ACIEM, sobre el futuro de la electrónica en el mundo.
Entonces, éste país no solo debe desarrollar aplicaciones de software, debe ante todo, y dada su matriz productiva, hacer una apuesta aún más grande que la economía naranja, en las industrias de hardware: electrónica, energías alternativas, materiales, industrias y servicios del sistema de movilidad, industrias bio, en consecuencia, en las industrias 4.0. Así como hay oportunidades para desarrollar aplicaciones existe espacio en las industrias de servicios electrónicos, porque el hardware necesita software y el software necesita hardware.
Los vehículos autónomos son electrónica. Mobileye, nació como una start up en Israel hace 19 años, y la compró hace pocos años Intel (hardware) en USD15 mil millones. Es una EMS mundial del sector, como lo mostró Mar lyora Gottileb, en otra presentación relevante, pues mostró lo que hacen en el mundo, en Colombia y lo que harán en el futuro, y esto es electrónica, es industria, es hardware. El estudio referido dedica una sección a las industrias de servicios electrónicos, porque las empresas de servicios en electrónica, son industrias.
Respecto a la agricultura como uno de los sectores estratégicos al 2050, será posible si ocurre una reestructuración absoluta del sector, pues si bien se reconoce su importancia, es el culpable de todas las grandes violencias, injusticias e inequidades de Colombia, y de los rezagos estructurales que sufre desde siempre. El sector agrícola no alcanza el 7% del PIB, aunque se lo reivindica como un sector del futuro por razones de seguridad alimentaria, pero todos los días se lo destruye por malas tecnologías, el abuso y mal uso del agua, la ilegalidad que deforesta y quita vidas, y por malas prácticas éticas, jurídicas, tributarias, prediales, económicas e ideológicas, que lo atraviesan. A pesar de ello, existen a lo largo y ancho del país experiencias asociadas a pequeños territorios con buenas prácticas y modelos admirables de organización productiva colectiva. Transformar las empresas agrícolas en agrotechs, sobre todo pequeñas y medianas, es también industria, es hardware, es electrónica.
En cuanto a emprendimiento, magníficas reflexiones de Laura González Estefani y de Rosa Jiménez-Cano. Como emprendedor, las buenas ideas para que se conviertan en start ups necesitan de financiación, sea del emprendedor vía recursos propios, familiares, amigos, o por capital semilla, público o privado, para la incubación. Emprendimientos sin plata son papeles que se rompen y desaparecen. No hay emprendimiento sin capital semilla, propio y de ángeles inversionistas, para que la etapa de incubación se transite con menor riesgo, hasta llegar a la fase de aceleración donde fondos más grandes llegan a consolidar el emprendimiento. Lo que si es cierto, es que de acuerdo al tipo de iniciativa, esta requiere de más o de menos dinero, y las que son de mayor complejidad tecnológica, requieren aún más de ese recurso inicial, para ir más allá del Power Point y del Excel. Pero no se puede caer en la trampa de que todos los emprendimientos se hacen con un peso y en seis meses. Una start up disruptiva de hardware, jamás. De software, tampoco.
Además, todo emprendimiento necesita de una hoja de ruta estructurada, a través de un plan de negocios o esquema similar, y fuertes datos, para que los ángeles inversionistas o los fondos de capital de riesgo tengan fundamentos para tomar decisiones. Sin embargo, los modelos que existen son varios, se pueden mezclar, se pueden simplificar, hacerlos más rápidos, pero no se pueden obviar. Y lo que está en la cabeza del emprendedor siempre hay que validarlo antes de soltarlo al mercado. Los que niegan la importancia de estas herramientas están equivocados y hacen daño.
Sin embargo, las empresas basadas en aplicaciones tienen un periodo de puesta a punto más temprana, por eso también requiere de menos capital de arranque y porque además el instrumento tecnológico (un computador) es menos costoso que el de una empresa de hardware. De esa manera consigue más pronto despegar, sus crecimientos son muy altos y rápidos durante un tiempo determinado y por tanto los retornos más prontos y las rentabilidades elevadas, no obstante, muchas caen después como coco.
Entonces, hay quienes reniegan de los planes de negocios, de los datos fuertes, que descargan en el emprendedor los costos de partida, y forman clubes de inversionistas que quieren empezar ganar a penas termina el almuerzo. Este tipo de mentalidades en vez de hacer bien al mundo del emprendimiento, lo distorsiona y atrofia, porque niega las condiciones, verdades e importancia de otros emprendimientos, que al final del día son los que verdaderamente transforman las economías y las sociedades. Una start up de hardware, disruptiva o de alto impacto, no se hace sin ángel inversionista, en seis meses y sin plan de negocios, sin política pública y sin agentes del mercado potentes, capaces, visionarios y responsables. Los países y los territorios con potentes sistemas de emprendimiento e innovación, que disponen de modelos propios, con una vasta red de fuertes incubadoras y aceleradoras, integradas a los sistemas de desarrollo productivo y de CyT, tienen las mejores tasas de Start ups bien sucedidas. Más del 80% de las Start ups avanzan.
Así las cosas, Colombia, tiene que recomponer sus ideas, teorías, enfoques y políticas, y darse cuenta que el mundo del futuro es el hardware. En otras palabras, la sociedad del mañana es la nueva sociedad industrial de la inteligencia, y las políticas de desarrollo productivo, de ciencia y tecnología, y de emprendimiento, y la gestión gremial, no están dirigidas hacia allá. Se necesitan focos estratégicos, instrumentos diferenciados, recursos abundantes, estado emprendedor del tipo de Mazzucato, potentes ecosistemas de innovación y emprendimiento, en otras palabras, mejores políticas públicas y de los privados, y de nuevos arreglos institucionales para un nuevo desarrollo para el bien común.
Twitter: @AcostaJaime