Por: Oscar Sevillano
La gran lección que deja esta pandemia para el Gobierno Nacional es que no puede lucir en momentos de crisis, con esa desconexión que tanto le ha caracterizado desde el inicio de su gestión.
Nadie desconoce que el rector en materia de orden público y seguridad nacional es el presidente de la república, el problema es que cuando este no da línea a los gobiernos locales, y se hace ver como si no tuviera luces, los alcaldes y gobernadores, haciendo uso de su mandato, toman decisiones al respecto con la idea de que la situación no se les salga de madre. Por lo anterior, lo peor que puede hacer el primer mandatario, es enviar a su ministra del Interior para que utilice su particular estilo de dirigirse al país, desautorizando las medidas en los territorios y provocando de paso un caos institucional.
Errores como este no se pueden repetir, porque deja un mar de confusión y obliga a los mandatarios locales a reaccionar con las pasiones del momento demostrando que también tienen autoridad. El presidente de la república no puede provocar este caos, sino al contrario, mantener el orden, trabajando en coordinación con alcaldes y gobernadores.
La decisión de declarar la cuarentena fue acertada, no puedo decir si fue a tiempo o fue demorada. Llegar a una medida como esta no es fácil y ningún mandatario, por bueno que sea, está preparado para este tipo de situaciones, de hecho, nadie se lo espera. Sin embargo, lo cierto es que no se puede provocar un caos institucional con discursos autoritarios, enviando el mensaje entre líneas de “aquí mando yo”.
En momentos como estos lo más sensato es llamar a la calma y a realizar acciones conjuntas entre Gobierno Nacional, alcaldes y gobernadores.
Por otro lado, debo decir con mucha molestia que no estuvo bien, que a pesar de todos los llamados que se hicieron desde la alcaldía de Bogotá, para que los ciudadanos colaboráramos con la medida de aislamiento preventivo durante el puente festivo, un gran número de ciudadanos hayan decidido salir de paseo, sin importarles el riesgo que corren.
Fue un acto bastante irresponsable de parte de los bogotanos que salieron de la capital. Ninguna ciudad en el mundo, por importante que sea, está preparada para atender una emergencia sanitaria por cuenta de miles de personas que Dios no lo quiera, resulten contagiadas en medio del paseo.
Aunque no nos guste la medida y nos cueste adaptarnos a ella, debemos acatarla, al fin de cuentas, es por nuestro propio bien.