Historias que Inspiran, Experiencias que Transforman
“Lo que hemos visto en términos del rol de las mujeres en nuestras economías es nada menos que revolucionario, y las revoluciones son difíciles de tragar”.
Christine Legarde
Hace mucho tiempo que no escribía, que en medio de todo lo que hago no sacaba el tiempo que requiero para sentarme a escribir y cumplir con mi compromiso con ustedes. Escribir no es solamente querer escribir, o escribir por escribir, es tener plena consciencia del proceso, la disciplina y el compromiso que implica hacerlo. Escribir conlleva una responsabilidad con el lector, con quienes me dieron un espacio en sus páginas para hacerlo y conmigo misma, por eso solo hasta que me siento lista y con ganas para hacerlo, comparto con ustedes lo que pienso, siento y quiero y lo que en mi mente mis escritos quieren transmitirles.
Lo que me motiva para escribir es trascender, que miles de personas reciban mi mensaje, es dejar un mensaje, es llegar a las personas entendiendo que somos mundos diferentes pero en un punto nos unimos y coincidimos, y es en ese punto donde la consciencia colectiva nos ayuda a transformar vidas.
Desde hace 2 años empecé a leer muchísimo sobre temas de Equidad de Género y a pesar que el tema nunca me ha tocado, no es difícil entender que tenemos una deuda enorme como país, como individuos y como sociedad con las mujeres. En este proceso de lectura, entendimiento, conversaciones con hombres y mujeres, con empresarios, emprendedoras y directivos de empresas, nació Líderes, Mujeres Ejemplo de Vida. Un proyecto que diseñe en vacaciones, entre diciembre de 2021 y enero de 2022 que busca aportar un grano de arena al cierre de esta gran brecha que retrasa a las mujeres en su camino al éxito profesional, laboral, empresarial, familiar y personal y quiere impulsar su liderazgo, empoderamiento y reconocimiento, evidenciando que cada día más mujeres van ganando terreno y actualmente podemos reconocer una nueva generación de mujeres líderes que están cambiando el panorama nacional.
Hace pocos días leí en el Diario El Colombiano un titular que aunque no me sorprendió, si logro llamar mi atención: Cae presencia de mujeres en cargos CEO: son solo el 5% en Colombia. En 2018 las mujeres representaban el 14,3% de los cargos de CEO en Colombia, en 2021 se sufrió una fuerte reducción y solo el 5% de los cargos de CEO fueron ocupados por mujeres.
Muchos de los estudios realizados demuestran que las mujeres tienen más habilidades de liderazgo, incluso puntean más alto que los hombres en las habilidades que se consideran necesarias para ser un buen jefe. Según los autores de uno de estos estudios, Jack Zenger y Joseph Folkman, CEO y presidente de Zenger/Folkman, una consultora de desarrollo de liderazgo, las mujeres fueron calificadas como “sobresalientes” en su capacidad para tomar la iniciativa, actuar con resiliencia y mostrar alta integridad y honestidad. “De hecho, se pensó que eran más efectivas en el 84% de las competencias que medimos”, explican. Según se extrae de los resultados, ellas son percibidas como más efectivas en todos los niveles jerárquicos y en prácticamente todas las áreas de la organización. “Eso incluye áreas como tecnología, operaciones y legal, bastiones tradicionalmente masculinos”.
A pesar de estos resultados, la situación de las mujeres en los altos mandos no ha cambiado en los últimos años. Son muchos los factores que contribuyen a que el techo de cristal se endurezca y la brecha de género se ensanche. Pero uno de los más difíciles de combatir es el de los prejuicios. “Un gran volumen de investigación ha demostrado que el sesgo inconsciente juega un papel importante en las decisiones de contratación y promoción, lo que también contribuye al menor número de mujeres en puestos clave”, explican Zenger y Folkman.
Los estereotipos consolidados empujan a muchos hombres a pensar que ellos son, por naturaleza, mejores líderes. Al fin y al cabo, son los que suelen ocupar la mayor parte de puestos directivos y de responsabilidad. Sin embargo, liderar desde la comprensión, la inclusión, lo colectivo, la compasión, la empatía, pero sobre todo, desde la consciencia social, lo humano, la solidaridad y la bondad es algo que hace parte de la genética de las mujeres, lo que ha permitido que las mujeres se destaquen hoy más que nunca como el género que ha producido una interrupción súbita de una cadena tradicionalmente eslabonada por hombres.
Esto y que muchas mujeres piensan que ser las encargadas del hogar y la familia y ser hijas, madres y esposas, les resta oportunidades y las limita para aspirar a altos cargos directivos, a trabajar y a emprender, deja muchos aprendizajes y reflexiones que hacen relevante este debate.
En alguna parte leí esta pregunta: ¿Cómo hablar de Equidad de Género entre dos sexos que se definen como tales precisamente a partir de sus diferencias? Y esta era la respuesta: De acuerdo con la autora Katherine MacKinnon en su libro “Feminism unmodified. Discourses on Life and Law” (Mass. Harvard University Press: 1977), tanto la doctrina legal como la moral oficiales han reducido la discusión acerca de la igualdad y la equidad de la humanidad – es decir, la igualdad y equidad entre hombres y mujeres se redujo a un asunto de semejanzas y diferencias, abordaje que es “en gran parte responsable de que el principio de igualdad y equidad haya sido completamente ineficaz en darnos a las mujeres, debido a una condición de nacimiento, lo que necesitamos: una oportunidad de vida productiva con una seguridad física razonable, con derecho a la expresión propia, a la individualización y a un mínimo de respeto y dignidad”.
La equidad de género ha tomado un matiz bastante generalizado, siempre que las mujeres levantamos la voz demandando nuestro derecho frente a un derecho que se nos ha negado o que esta condicionado -como el derecho a ocupar cargos importantes en las organizaciones que conllevan a tomar decisiones- se piensa que queremos igualarnos con los hombres apropiándonos de sus lugares y los roles que han desempeñado en la sociedad desde que tengo memoria, cuando en realidad lo que queremos es hacer efectivo el principio de equidad e igualdad ejerciendo nuestros derechos –en este caso, el de ser tenidas en cuenta es un proceso de selección, ser elegidas y a partir de ese momento, ser partícipes en la toma de decisiones.
Vivimos en un mundo cada vez más competitivo, más individualista, donde las sociedades se mueven con agendas propias y en esas agendas lejos estamos las mujeres de hacer parte activa. Se están enfrentando retos importantes ya que las mujeres cada día reclamamos más espacio, reclamamos más derechos, reclamamos ser más ejecutoras teniendo más voz y reclamamos no ser una cuota, porque no somos una cuota, desde siempre hemos hecho parte de la sociedad.
Siempre he pensado que entre mujeres nos abrimos el camino, y que entre más mujeres seamos levantando la voz, apoyándonos, impulsándonos, entre más mujeres haya en posiciones de poder y que como mujeres nos representemos y visibilicemos, más fácil será que otras mujeres lleguen a donde muchas estamos. No basta con que haya unas pocas (de las 300 empresas más grandes de Colombia, solo hay 10 que son lideradas por mujeres), si no somos un número representativo y con una gran visibilidad, no podremos esperar que en términos de Equidad de Género las cosas mejoren.
Bueno y como esto se trata de ser coherente y consecuente hoy quiero presentarles a mi amiga Diana Carolina Forero, una mujer que la vida me regalo, una mujer que no conozco pero que a pesar de la distancia no saben cuánto me ha enseñado, una mujer que admiro profundamente por su valentía, por su fortaleza, por su verraquera, por no tenerle miedo a nada más allá de no ver crecer a su hijo, por sus ganas de salir adelante y de sacar adelante a su esposo y a su hijo, por todos y cada uno de los méritos que ha hecho para ganarse un lugar en la vida de quienes la admiramos, queremos y respetamos, un maravilloso ser humano que la selva un día se llevó y que la selva un día nos devolvió:
Nacida en 1974, en los Llanos Orientales de Colombia. Exguerrillera desmovilizada en 2010, culminó su proceso de reintegración en 2016.
Egresada del Taller de Escritores de la Universidad Central en 1996 y del Taller de Escritores Idartes en 2013. Mención de honor en el Concurso de Cuento Prensa Nueva Ibagué 1996. Primer puesto en el Concurso Virtual Zonal de Poesía “Mi verso y yo” UNAD ZAO, 2013. Primer puesto en el Concurso Virtual Zonal de Cuento “Pensamiento al Viento” UNAD ZAO 2014. Primer puesto en el Concurso Nacional de Escritores SENA “Somos Paz y Reconciliación” 2015. Mención de honor en el IX Concurso Universitario de Crónica 2017 Universidad Externado de Colombia. Primer puesto en el Encuentro Regional de Escritores “El Llano y la Selva Cuentan” 2021. Fue invitada especial al Hay Festival Medellín 2022.
Algunos de sus textos han sido publicados en la Revista Universidad de Antioquia, en la revista francesa Florilège y en diversos portales web, incluidas traducciones de sus poemas al portugués y al francés, por los poetas Izacyl Guimaraes Ferreira y Florent Boucharel.
Tecnóloga en Gestión del Talento Humano, de 2014 a 2018 se desempeñó como apoyo técnico para los procesos de reintegración y reincorporación de excombatientes. Ocupó el cargo de Enlace Municipal del programa Familias en Acción de la Presidencia de la República para el municipio de Santa Rosalía, Vichada, en 2020/21.
Hace parte, junto con otras ocho mujeres exguerrilleras de la Asociación de Mujeres Amasando Sueños, y tiene con ellas como proyecto productivo una panadería del mismo nombre en el AETCR Mariana Páez, de Buenavista, en Mesetas, Meta.
Les voy a dejar por aquí un poema que DC escribió hace unos años ya, en torno a unos versos de “Fidelidad” de Vinicius de Moraes:
INFINITO AMOR
I
“Puedo decirme del amor (que tuve):
que no sea inmortal puesto que es llama,
pero sea infinito mientras dure”
pues infinita es la sed que exalta
el cuerpo y lo consume,
infinito es el tormento de quien ama
y oculto entre las sombras sufre.
Terminan breves la sonrisa,
la mirada cómplice y ardiente,
un suspiro, una señal precisa,
pero son brasas que el amor encienden.
Solía sentir ese estrépito en mi sangre
cuando habitabas mi universo,
cuando sembraba en ti mi hambre
tatuando tu piel en mis recuerdos
Eras eterno aliento entre mis labios
como eterna en la mía era tu sombra;
más todo tiene su final y es ese el orden
de todo cuanto existe y respira,
como respira este amor dulce
y sordo que sangra por la herida,
y palpita como fósil moribundo
aferrándose frenético a la vida.
A más de un hemisferio de tu abismo
millones de horas vivo sin vivirte,
sin avistar ni invadir tu cuerpo;
si apenas sobrevive este espejismo,
este amor releído como un eco.
II
No alcanzaré a contar las mariposas
que han hecho nido en mis adentros
mientras tu amor, silueta peligrosa,
se enseñorea de mis pensamientos.
Resurgiste del pasado, espectro amado,
te he encontrado en medio de mi alma,
en mí acechabas, etéreo y callado,
para emerger robándome la calma.
“Puedo decirme del amor (que tuve):
que no sea inmortal puesto que es llama,
pero sea infinito mientras dure”
Porque infinita es la dicha de quien ama,
infinito el placer y la alegría.
Digámosle adiós a los adioses
y demos al amor la bienvenida;
bailemos juntos para siempre
en el carnaval eterno de la vida;
Quiero danzar contigo firmemente
encadenada a tu vientre, a tu cadera,
no volver a olvidarte ni olvidarme,
cautiva en tu infinita primavera.
III
No durará por siempre este terco cariño
que me asalta y se esconde como un niño
en la caja de pandora del recuerdo.
No durará por siempre, eso es cierto;
más mi delirio, esta pasión secreta,
terminará cuando acabe mi mundo,
cuando por fin alcance la perfecta
y reposada paz de los sepulcros.
He de decirte adiós antes de irme,
ardoroso espectro de mi juventud,
y en el preciso instante en que agonice
será tu beso el que apague mi luz.
Por hoy me despido, espero que el poema de mi amiga la escribiente, la comunera y libertaria DC les guste y aprovecho para dejar abierto el tema de mi próxima columna con esta reflexión de Ma. Ángels Viladot: «la autodiscriminación de las mujeres es, sin duda, la forma más triste de discriminación».