‘La unión hace la fuerza’ es una de esas frases que escuchamos y repetimos miles de veces al año, expresión que sin duda hace sentido pero que difícilmente ponemos en práctica. El trabajo en equipo, a pesar de la inmensa cantidad de literatura y videos de master ‘coaches’ que viven publicando y dictando conferencias sobre el tema, es una de las tareas más complejas de consolidar en un grupo de personas o de organizaciones.
Precisamente este complicado ejercicio es el eje central y el diario vivir de más de 200 gremios que se estima, existen hoy en Colombia. Agrupaciones de empresarios que en las calles compiten día a día por un porcentaje de cuota del mercado, pero que con relativa frecuencia se sientan en una misma mesa con el único objetivo de pensar en cómo abordar los temas más complejos que pueden llegar a afectar sus operaciones o los retos que la sociedad está imponiendo para su existencia en el futuro.
Hoy la gestión gremial atraviesa una tormenta de grandes oportunidades para su desarrollo, y por ello tiene que contar con líderes que estén en capacidad de entender las exigencias del mercado, los retos de los diferentes sectores que representan y las demandas por ser sosteniblemente responsables, están empujando cada vez más a las empresas a que tengan una vinculación y compromiso social mucho mayor en diversos niveles que superan el de ser buenos empleadores y cumplir con las normativas vigentes.
Los gremios deben contar hoy con ejecutivos capaces de desafiar el “status quo” sin entrar en confrontaciones irracionales. El liderazgo debe estar acompañado de una habilidad significativa para construir consensos y buscar aliados donde antes se veían enemigos. Tienen que ser personas creativas, dinámicas y capaces de construir narrativas poderosas que seduzcan, prioritariamente a sus propios agremiados, ganando credibilidad y apoyo para ejercer una tarea que siempre tendrá que enfocarse en desarrollar las mejores tácticas diplomáticas para solventar los más complejos desafíos tanto normativos, pero insisto sociales, que son hoy y serán mañana los de mayor impacto y en muchos casos, a los que se les está prestando la menor de las atenciones.
Las preocupaciones de un trabajo gremial tienen que empezar a enriquecer la capacidad de enfocar la mirada sobre esos actores clave con los que tiene interlocución el sector empresarial que representa, pero no para vender un producto sino para tender puentes y enriquecer la reputación de su sector, algo que inevitablemente redundará en ventas futuras. Esta tarea traerá un interesante descubrimiento de las conversaciones que están sucediendo en el día a día sobre cada sector y las empresas, pero a las que nadie está escuchando con atención. Los gremios no pueden caer en el delirio empresarial de creer que su tema es el más importante en la agenda nacional, deben pensar más bien en cómo su trabajo puede sumar al bienestar y desarrollo de un país, una región o una comunidad; los temas de un país siempre serán conversaciones de interés para quienes ejercen su día a día en él.
Ahora bien, es cierto que un directivo gremial responde a su junta y a sus afiliados, pero también es cierto que contar con personas que hacen absolutamente todo lo que uno quiere, jamás lleva a resultados extraordinarios o al menos significativamente diferentes. Es aquí en donde el sector empresarial tiene que reeducarse sobre lo que debe y jamás debería hacer el gremio que los representa. Contratar directivos para que hagan una tarea específica bajo la misma línea de siempre, limita el desarrollo de estrategias de largo aliento y coarta la exploración y adaptabilidad de estos gestores. Ellos tendrían que estar atentos a fomentar discusiones complejas al interior del empresariado para buscar las mejores alternativas que fortalezcan sus mercados en el corto, mediano y largo plazo. Pero aquí se requiere también un alto nivel de autocrítica de los representados, para que entren en estos debates con una mirada del contexto mucho más estratégica y proyectada al futuro, menos comercial y cortoplacista, más social y generosa.
Es también tarea de los empresarios acompañar a sus gremios, ser los primeros voceros de lo que hoy hace su colectividad, porque además suelen tener canales y presupuestos de comunicación y marketing mucho más poderosos que los de sus agrupaciones. Pero tienen que creerse el cuento e invertirle tiempo para que la gestión gremial tenga respaldo y muchas, muchas voces.
Una raza especial de directivos gremiales está llamada a asumir el cambiante entorno que acompaña hoy en día a las empresas. Análisis, apertura, comunicación, empatía, relacionamiento y un amplio grado de humildad, son hoy habilidades esenciales que, unidas a una capacidad potente de observación y sana crítica, se necesitan para continuar fortaleciendo al entramado empresarial, que también tiene enormes retos para interpretar esas nuevas miradas que los están vigilando segundo a segundo.
Alfonso Castro Cid
Managing Partner
Kreab Colombia