La realidad exacta de este tema es que las FARC-EP son (no han dejado de ser) una organización guerrillera insurgente y terrorista de extrema izquierda, basada en la ideología y los principios del marxismo-leninismo, y bolivarianismo en Venezuela y Colombia.
Fundadas y activas en el Conflicto armado interno de Colombia desde 1964 hasta 2016 que se desmovilizan por los Acuerdos impunes de paz y en 2017 conforman dizque el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (aunque los medios no reconozcan que siguen siendo FARC-EP) también se utilizan los nombres de disidencias de las FARC, para sus ovejitas descarriadas después del acuerdo.
Según el Centro Nacional de Memoria Histórica se les atribuye 95.010 (cifra que puede ser mayor) asesinatos.
A partir de 1980 se involucran en el narcotráfico y se financiaron también con minería ilegal, extorsión, robo de petróleo y contrabando, aunque hoy día se abanderan en la defensa de los derechos humanos, sabemos que su “modus operandi” siempre, fueron los mecanismos inhumanos para hacerse sentir.
Siempre estuvieron estrechamente relacionados con situaciones al margen de la ley, al margen de la legalidad y poco convencionales para obtener sus propósitos. Nunca pudieron insertarse dentro del marco social debido a que poseían connotaciones terroristas y accionaban todos sus emprendimientos por el mecanismo de la fuerza sangrienta.
Las FARC-EP violaron los Derechos humanos en Colombia con uso de minas antipersona, armas no convencionales (cilindros y artefactos bomba), ejecutando masacres, atentados terroristas, asesinatos, secuestros con fines políticos o extorsivos y desplazamiento forzado.
Todos sabemos que siempre estuvieron al mando del sanguinario Tirofijo y terminaron con Timochenko a la cabeza y por más que intentaron hacer creer a la sociedad que tenían voluntad conciliatoria y que se acogerían a tratos y acuerdos con el gobierno, finalmente desertaban o incumplían; por esta razón nunca han tenido un respaldo legal como organización internacional (como ellos anhelan), pues aún están en las listas de terrorismo.
El 24 de agosto de 2016 se finalizaron unos acuerdos, con los que lograron poder representativo (solo con el santismo) de toda índole a costa de la impunidad y el homicidio democrático de una mayoría de colombianos que ante éste acuerdo dijeron ¡no! y teniendo un precedente similar, pues durante el gobierno de Andrés pastrana prometieron implementar mecanismos de reparación de víctimas devolución de tierras y desarme, pero lo que hicieron fue apropiarse de un vasto territorio donde se fortalecieron enormemente, intensificaron sus operaciones y entrenamientos para seguir sembrando terror en todo el país.
Hacia el año 2002 cuándo empezó Álvaro Uribe Vélez, el gobierno exigió a las FARC que cumplieran con los compromisos del acuerdo a los cuales se negaron, por tal razón se retomó el territorio y se militarizaron las tierras, ellos volvieron al monte y fue ahí donde se desató una época en la que se dejaron reconocer como grupo armado terrorista y criminal… lo que sucedió después ya lo sabemos y es tal vez, por lo que 11 millones de colombianos consideramos que el gobierno de aquel momento ha sido el mejor de la historia del país, pues en el transcurso de solo un año de este, las FARC se habían reducido, estaban escondidas y habían cesado el 80% de todos sus actos terroristas.
Al finalizar el gobierno de Álvaro Uribe Vélez este entregó al presidente entrante Juan Manuel Santos las llaves de un país totalmente tranquilo restaurado y prácticamente sin FARC (así lo nieguen, les de rabia y les duela) y aunque Juan Manuel Santos prometió continuar con el legado de seguridad, se le ocurrió que Colombia necesitaba un acuerdo de paz, con un grupo guerrillero casi extinto y reducido a base de seguridad democrática, y no con mentiras… aunque esto, hoy día la nueva izquierda disfrazada tampoco lo perdona.
Fue aquí donde las FARC resucitaron reinaron a diestra de Dios padre “Santos todopoderoso” y ahora los tenemos sentados en el congreso dando lecciones de moral, promoviendo principios humanos y declarándole la guerra política social y académica a todos aquellos que los combatieron cuando eran los que causaban los mayores derrames de sangre en el país. Da risa ver cómo ahora posan de beligerantes, pacíficos, humanos, repudiando muertes (menos sangrientas que las que causaban ellos) sin dejar de hacer uso de la insurgencia y todo lo que tenga que ver con el caudillismo, el facilismo, el desorden, el acomodo, la inmoralidad, y lo que se oponga a los principios básicos y fundamentales que merece una sociedad; hacen uso de los mecanismos mediáticos para causas de bien, con el fin de adoctrinar, malversar información, alimentar el ego de los desadaptados y criminales que los apoyan y seguir vigentes deteriorando, criminalizando, corrompiendo y atascando la estructura social, económica, política y cultural , siendo lo que siempre fueron pero con un atuendo diferente; silenciosamente van realizando su labor y ya se hacen ojitos con algunas alcaldías de las ciudades más importantes del país, pero esta historia tendrá otra parte y otro final.