Como un grito de batalla, así se podría describir el anuncio de la alianza entre partidos de oposición como Colombia Humana, el Polo Democrático, La Unión patriota, MAIS, y otros grupos de izquierda. Una lectura de Margarita Rosa de Francisco precedió a una reunión virtual en el que varios congresistas expresaban la necesidad de trabajar juntos y apoyar una nueva agenda legislativa.

Bajo el nombre de “Lista del pacto histórico”, se reúnen estos partidos ante la necesidad de una agenda más verde, mayorías en el congreso, y la renovación de la política en general.

Al otro lado de la resistencia se encuentran otros partidos de oposición, bajo el nombre de Coalición de la Esperanza, se encuentra a la Alianza Verde, Dignidad (partido de Jorge Robledo), junto con políticos como Sergio Fajardo, Ángela María Robledo, Juan Fernando Cristo, Humberto de la Calle y Juan Manuel Galán. Esta coalición se describe más como de centro-izquierda.

Dos frentes que buscan lo mismo, ganar la presidencia, aunque el tema de alianzas política no es nuevo, no se había visto algo de esta magnitud en las elecciones pasadas, o al menos con tanta anticipación.

Hemos estado en el preámbulo más extendido de una carrera -o guerra- presidencial, se empiezan a ver cómo los generales y soldados de distintos frentes hablan de lo que necesita el país, de su identidad política y de la necesidad de cambio, discursos ya conocidos y otros un poco más recientes se mezclan para impactar a la audiencia que clama por un cambio memorable o solo pequeños ajustes en la misma línea de pensamiento.

Todavía no se sabe el nombre de los candidatos, se debe esperar unos meses para saber quién será el jugador autorizado para luchar por la presidencia.

En las votaciones pasadas se aprendieron varias lecciones, partidos y políticos tradicionales formaron un solo grupo, en el momento decisivo de tener que elegir a un único aspirante, varios de ellos abandonaron sus sueños presidenciales por un puesto seguro dado cuando el ganador de su grupo tomara su puesto en la casa de Nariño.

Del lado alternativo, la idea de una alianza se hablaba, pero era difícil de ver debido a que cada uno de los posibles representantes se veía como la única y necesaria para hacerle frente al Centro Democrático y a los otros partidos. Al final quedaron dos frentes, uno liderado por Petro, otro por Fajardo.

Del lado de los partidos de gobierno se han escuchado postulaciones, pero nada definitivo hasta el momento, tienen a sus espaldas una amplia impopularidad derivada de un plan de gobierno que no ha cumplido con promesas claves como la protección al medio ambiente, protección a líderes y excombatientes, el acuerdo de paz, entre otros.

También a esa mala imagen se asocia la falta de dirección de su gobierno, errores en declaraciones y hechos cuestionables, como una posible compra de votos organizada desde el interior del Centro Democrático y el pasado del hermano de la actual vicepresidenta relacionado con tráfico de dogas.

Todo eso ha hecho que este sea considerado uno de los mandatos más cuestionados, ineficientes e irrisorios que se han dado en las últimas décadas. Ese es el reto al que se enfrentan los partidos tradicionales, especialmente el uribismo, una profunda falta de credibilidad, de hecho, ya no se siente la misma cercanía entre el Centro Democrático y su presidente electo. No se puede olvidar que dicho partido es creativo a la hora de mentir y manipular a los votantes.

El tiempo nos dirá cómo se desarrollan estos dos frentes, si se unen o siguen en caminos aislados, mientras esto pasa, seremos testigos de una recta presidencial, interesante y fundamental en varios sentidos.