Por: Yamile Vanegas
Todavía no se borran de mi mente la imagen de don Néstor pidiendo auxilio porque dos policías lo golpeaban y lo esposaban mientras le quitaban su carrito de ventas ambulantes. Todo esto ocurría ante la mirada impotente de las personas que estaban a su alrededor, quienes protestaban por el claro acto de abuso de los uniformados.
Esa misma escena le hemos visto miles de veces, no solo aquí en Bogotá, también ha sucedido en otras ciudades y municipios del país, donde miembros de la policía han dado muestras de lo abusivos que pueden llegar a ser cuando llevan puesto el uniforme.
No puedo decir que esto ocurre con todos los uniformados, pero si puedo decir que son muchos quienes llegan al abuso de sus funciones. Es quizá por esto que la ciudadanía más que miedo, hoy día les demuestra prevención y desconfianza y el desvirtuar la imagen de que en Colombia tenemos una policía que se excede en su labor, es un trabajo que a la misma institución le corresponde hacer.
No es persiguiendo a las personas que como don Néstor, viven de vender tinto, dulces o cigarrillos en las calles, la mejor forma de lograrlo. Lo único que van a conseguir, es enardecer los ánimos de una ciudadanía que molesta ve, como los agentes vulneran a las personas en estado de indefensión.
Hizo muy bien la alcaldesa Claudia López en rechazar estos actos de parte de los uniformados que participaron en el hecho, ojalá que el resto de alcaldes en ciudades y municipios donde se cometen los mismos errores, sigan este ejemplo.
Como ciudadana del común espero que el Distrito no abandone a don Néstor y que sea este el momento para que trabaje por darle la oportunidad a miles de personas que deambulan por las calles de la ciudad vendiendo dulces, tintos, cigarrillos, bolsas de basura, etc., porque son personas invisible ante muchos, que están pidiendo ayuda a grito entero, sin que hasta el momento se les haya escuchado.
Los tiempos en que se perseguían a los vendedores ambulantes sin ninguna clemencia y se les quitaba su mercancía, pasaron ya y la policía debe entenderlo. Lo que hay que hacer es ayudar a organizarlos de tal forma que su actividad la puedan ejercer, sin que se vean expuestos, ni a la inclemencia de la calle, ni a los abusos de quienes consideran que por portar un uniforme, tienen el derecho de agredirles.
Si de verdad queremos que en nuestro país exista una sana convivencia entre los ciudadanos y las autoridades, debemos evitar que la escena que dibujan Los Prisioneros en la canción –Las Industrias- que a la letra dice: “cuando vino la miseria los echaron, les dijeron que no vuelvan más. Los obreros no se fueron, se escondieron, merodean por nuestra ciudad”, continúe repitiéndose.
*Directora Fundación Acuerdos por la Paz (@FAPAZColombia) – Columnista invitada
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