Si rascamos un poco más y salimos de la superficialidad e inmediatez de la vida moderna, nos olvidamos de clichés sobre la comodidad de la digitalización e Internet, pronto nos daremos cuenta de que, en realidad, no son buenos tiempos para ser joven.
Usted pensará rápidamente, y con razón, que “ha habido tiempos peores anteriormente”. Claro que sí, la mayoría de jóvenes del mundo hoy no tienen que cazar para comer, o guerrear con los vecinos o invasores para sobrevivir, como ha ocurrido en el 99,99% del tiempo de lo que llamamos ‘historia o humanidad’.
Pero lo dicho, salgamos de los clichés y comparemos las perspectivas de vida a 20 años de nuestros millennials y centennials con las que tuvimos sus padres, o sus abuelos. Es lo justo, y no compararse con los medievales o neandertales, que ya tuvieron lo suyo y para eso hemos ‘evolucionado’.
Lo que parece fácil
Hoy en día, y casi que mire el país del planeta que quiera, a los jóvenes les prometen una vida de ensueño en la que, con estudios, masters y doctorados alcanzarán todo lo que deseen. Doblo la apuesta, ya ni eso, “dedícate a ser youtuber y sé millonario con poco esfuerzo”. Son los dos extremos en la vida real. En ambos casos, el camino está lleno de trampas y mentiras sociales que todos nos creemos hasta que llega el encontronazo con la dura realidad. Dura no, durísima.
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Un joven actual debe trabajar una jornada completa de sol a sol para malvivir si quiere salir de casa de sus padres. Que se olvide de comprar una casa o un coche para empezar su proyecto de vida, como sí hicimos sus padres o abuelos. No existe la estabilidad en casi ningún orden de la vida, sus problemas son inmediatos y hay que estar alerta las 24 horas del día. La presión social es el nuevo estrés.
Adicionalmente, y no es poco, la casta política que nos malgobierna en el mundo (la gran mayoría de los líderes son muy parejos en mediocridad) les han puesto el peso a sus espaldas de tener que acabar con problemas tan complejos como el Cambio climático, que lleva en evolución millones de años en el planeta, o, por poner otro ejemplo de actualidad, el de Israel-Palestina, con unos tantos de miles de años de disputa entre ambos pueblos.
Nueva agenda social
Porque sí, porque estos políticos decidieron que la nueva agenda social estaba en el planeta y en la geoestrategia. ¿Por qué? Creo firmemente que es por tapar su mediocridad e imposibilidad de solventar los problemas del día a día de los ciudadanos, especialmente los jóvenes. Nadie habla de la bomba demográfica que se viene en 30 años con falta de natalidad y envejecimiento global, nadie habla de la precariedad de los trabajos. O del futuro de las pensiones y el estado de bienestar. ¿Para qué? si lo que importa son las placas fotovoltaicas que vende China o la guerra del coche eléctrico Vs el de gasolina.
El joven actual tiene que salvar el mundo, no sabe como llegar a fin de mes en el mejor de los casos si tiene empleo; no sabe si quiere formar una familia o comprarse un gato para estar acompañado fuera de una pantalla; en muchos casos no soporta ni su entorno ni su propio físico debido a la presión social de las redes sociales. Pero eso sí, cada mañana, y debido a la agenda impuesta por las castas políticas inmorales, debe vestirse de superhéroe y preocuparse en ver como ‘salva el planeta’ de un Armagedón inminente, ni más ni menos. O solidarizarse con los gazatíes, pero eso sí, al ‘mendigo ‘sintecho’ que vive en su propia calle, le pasamos por encima sin mirarle a la cara.
Aún somos seres sociales, no máquinas, y mantener relaciones e interacciones saludables con nuestros semejantes es crucial para el bienestar general. Aquí se presenta otro problema del que poco se habla: la interacción y la salud mental. De acuerdo con un estudio llevado a cabo en postpandemia por investigadores de Universidad de Harvard, el 38% de los jóvenes entre 18 y 25 años está en una situación de soledad grave. Y a nadie se le escapa que una de las causas más importantes está en el mundo paralelo que creamos con los smartphones y computadores. Los suicidios entre los jóvenes ya es la primera o segunda causa de mortalidad en la mayoría de países desarrollados. Tampoco este tema es prioritario en la agenda de los políticos.
Color esperanza
Pero como dicen los españoles: “es lo que hay”. En esta coyuntura nos encontramos y habrá que buscarle salidas. Porque si algo ha hecho bien el ‘ser humano’ en estos millones de años sobre el planeta es adaptarse, sobrevivir y mejorar como especie (al menos hasta ahora). Por eso en el fondo, no hay que perder la esperanza.
Sólo los jóvenes con visión, determinación, carácter y capacidad de esfuerzo y trabajo serán capaces de romper el esquema de rebaño impuesto por las castas. Nadie dijo que es fácil ser rebelde en estos tiempos. La utilización correcta de las nuevas tecnologías, y no ser uno mismo el instrumento, el bobo útil, de éstas, en mi opinión, es la clave para el éxito social y la autorrealización como persona. Todo el conocimiento está a un click. Pero si no lo sabemos utilizar o pasamos por encima, otros sí cogerán ese tren por uno.
Generación X culpable también
Ahora también, palo a nosotros mismos, la generación anterior, la generación X. Tenemos nuestra parte de responsabilidad por no estar a la altura en la educación. No pretendamos que nuestro hijo o hija sea el día de mañana un exitoso empresario o ejecutivo de multinacional, o simplemente un trabajador digno, si pasa 10 horas al día viendo idioteces en Tiktok. Y ojo, no digo Tiktok, digo viendo idioteces intrascendentes en Tiktok, que es la mayoría del contenido de esa red social. Pero hay de todo, como en todos sitios. Si nuestros hijos intoxican su cerebro con bobadas que esperamos que sean el día de mañana…
Como ha pasado siempre, la inquietud intelectual es el motor de cualquier cambio o revolución. En un futuro no tan lejano, donde el modelo de las democracias está en veremos, y la vuelta al individualismo por la tecnología es imparable, esta minoría de jóvenes ‘rebeldes’ capaces de romper los esquemas, será la que saldrá adelante, será libre y la que decida su destino. El resto, lamentablemente la mayoría, serán los nuevos ‘esclavos’ del sistema. Los bobos útiles de quienes vivirá la nueva casta política, que siempre estará ahí para esquilmar al ciudadano.