Es moda tener perros y gatos en lugar de hijos, la expresión “Pet friendly” aplicable a lugares donde se pueden ingresar con mascotas es valorada y bien vista, como todo, debe haber un límite. Perros y gatos merecen tratos dignos, justos, decentes y sanos, aunados al hecho de que son seres sintientes, aún son tasables económicamente y forman parte del patrimonio de las personas. No en vano hay un creciente y lucrativo negocio en torno de la comercialización, cuidado y atención de perros y gatos.
La práctica de humanizar perros y gatos, ha llevado a la sustitución de los niños por perros y gatos. Es frecuente encontrar personas que en apartamentos de 40 m2 conviven con tres y cuatro mascotas. Las heces perrunas se volvieron parte del paisaje en las vías públicas, andenes, parques y antejardines. Es frecuente ver en las esquinas canecas atiborradas de bolsas plásticas con excrementos ¿Alguien piensa en los recolectores de basuras?
Los centros comerciales se llenaron de perros de todos los tamaños, desde los más pequeños en coches especiales hasta lo que vi hace poco, un ejemplar de gran danés, precioso, por cierto, con sobre peso, cual ternero deambulando de la mano de su dueña por un centro comercial y luego en la fila en un cajero. Detrás de ellos, una madre con un bebé, atribulada expresaba: “Ya no hay espacio para los niños, todo lo han copado los perros”.
¿Cuáles son los límites para la presencia de mascotas en espacios públicos? Las áreas comunes en los condominios, las calles, el trasporte público, los comercios, los parques, hasta las iglesias están copados por gentes con perros, en muchos casos, paseados por sus mascotas al superar en fuerzas al paseador. Las cargas que comporta la tenencia responsable de una mascota no implican su traslado a los demás miembros de la sociedad. Cada quien debe asumir sus propias cargas, pero no hacer a los demás copartícipes de ellas. Amar a perros y gatos no es sinónimo de humanizarlos y tratarlos como hijos.
Quien socializa una mascota en espacios abiertos al público debe asumir la responsabilidad por la conducta de su mascota. Debería existir una reglamentación completa para tenencia de perros y gatos, además de pólizas de responsabilidad civil extracontractual, de la exigencia de trabillas y lazos de conducción, debería haber visitas a los lugares donde conviven las mascotas con el ánimo de verificar las condiciones de tenencia, en el mismo sentido, debería haber una capacitación obligatoria para el tenedor de perros y gatos, así como límites para su presencia en espacios públicos donde se tuvieran en cuenta criterios como el tamaño y sus antecedentes de comportamiento. Para el propietario, su mascota siempre será inofensiva hasta el día que ataca a otro.
No es plausible que el hecho de tener un perro faculte al propietario para llevarlo a lugares privados abiertos al público. Se trata de un tema de convivencia dentro del respeto por los derechos ajenos. Los sitios de comida, de aseo, los parques para niños, las instituciones educativas, los hospitales, los gimnasios, los centros de culto, los espacios públicos para esparcimiento humano no siempre tienen que ser escenarios para perros y gatos.
Muchos suplen sus debilidades para interrelacionarse con otros humanos con una mascota, de hecho, ya las hay de apoyo emocional, para ello, basta un certificado de un profesional experto para que la mascota pueda irrumpir en cualquier escenario. La regla es clara: No cargar a los conciudadanos con las obligaciones que representan tener mascotas. Si una persona trata a un perro como si se tratase de un humano, no por eso los demás están obligadas a considerarlos como humano. Sin lugar a duda, perros y gatos son seres sintientes; debe haber consideración moral para con ellos, respeto y buen trato, pero pretender que son humanos y que tienen los mismos derechos de un niño, resulta desproporcionado.