Milei El Tango Cambalache

Cuando se nombra la República Argentina, lo primero que viene a la cabeza es un gaucho en la pampa. Por un lado, el tango y Martin Fierro y por el otro los extensos pastizales con la mejor carne del mundo, en el siglo XXI, no son suficientes para salir adelante.

Milei no la tiene nada fácil y hace como dice el tango dale nomás dale que va una motosierra es un excelente instrumento si solo corta árboles, pero si también corta gente que no son números entonces vamos mal.

Uno de los grandes errores de los economistas es no tener sentido de lo social, cuidado con desestructurar el Estado las consecuencias son impredecibles, de la nada puede surgir el caos. ¡Qué falta de respeto, qué atropello a la razón!, canta Gardel.

Es cierto que Argentina dejó de ser un país industrializado hace varias décadas y cayó en niveles de pobreza fuerte, pareciera que el neoperonismo no le hizo bien (la Iglesia, los sindicatos y la inmigración ya eran actores), como la frase proverbial de Miguel de Cervantes en “El Quijote” nunca segundas partes fueron buenas.

El peronismo fuera de contexto arruinó esa bella nación, pero con todo no se puede dejar de lado que esa tendencia aún está incrustada en el alma argentina, por lo tanto, no importan las consecuencias la densidad permanece.

La ópera rock famosa en el mundo, Evita, refleja lo de toda telenovela origen humilde ascenso al poder y una muerte temprana, coincidentemente a los 33 la edad de Cristo la sonoridad y el sentimiento de la canción bandera de la obra, “No llores por mí, Argentina” tiene un significado muy poderoso hasta en el tango que no es más que la nostalgia de un amor no correspondido parece que eso sucede. La imagen que se da de los argentinos en los chistes papa incluido los pone como unos personajes dependientes del psicólogo porque no saben lo que quieren, allí es donde Milei se equivoca.

Duele decirlo, pero a los pueblos los cambia la represión brutal por eso las dictaduras para bien o para mal los pone a bailar joropo un tiempo y luego otra vez el relajo como el Chile de Pinochet o como Bukele en El Salvador, que pone a la gente a caminar derecho pero con la pólvora a sus espaldas y Milei no tiene la fuerza de las armas, sino de las palabras y así es imposible.

El peronismo es un fenómeno social y Milei un fenómeno electoral, de allí su victoria por supuesto, pero Milei no está entendiendo el amortiguador la ingeniería social necesaria, Le vendría bien escuchar el tango Cambalache, de Enrique Santos Discépolo, en la voz de Gardel.

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor
Ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafado
Todo es igual, nada es mejor
lo mismo un burro que un gran profesor.


Javier Milei nació en Palermo, un barrio del norte de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hay que entender el significado, todo tiene que ver, La Ítalo descendencia existe en Argentina 62 % Borges decía que un argentino es un italiano que habla español.

La contraparte, Axel Kicillof, el recuerdo mal manejado trae eso, desilusión y descontento Sumado a ello, de los 46 millones de argentinos, 16 viven en Buenos Aires, es un marco de referencia para pensar, el gobernador maneja casi el 30 % de la población más diversa y preparada, podríamos decir que una New York con pobreza, con sus fortalezas y debilidades.

En Davos, Milei dio un discurso incendiario sobre el mundo occidental en peligro y que el poder del Estado es el causante de los problemas del mundo, allí fue donde Steve Forbes recomendó dolarizar rápido, funciona solo si la ley es rígida, Y si la población no lo entiende es cosa imposible de lograr, su consejo lineal «dolariza», solo quiere decir que el juego transaccional se acaba y los privilegios.

La solución es ajustar por arriba, dolarizar, pues no hay subterfugios que valgan una Argentina pobre, pero con territorio y leyes claras podría ser atractiva para las transnacionales, los dólares son americanos y hay que buscarlos o sacarlos de debajo del colchón.

¿Toca bailar con dolor “La percanta de la noche triste” o seguirán los argentinos mirando relámpagos creyendo que Dios les toma fotos?

José María Aristimuño Peraza