No me las voy a picar de islámico ni de hindú (sociedades polígamas) con este sugestivo titular pero tengo en mi corazón a dos mujeres súper valientes, cotidianas generadoras de fuertes golpes de opinión política en los medios tradicionales y digitales, y encargadas con todo el respeto hacia mi mujer, de hacerme incluso sollozar con sus impactantes decisiones públicas para enfrentar a sus gobiernos en sus respectivas naciones.
En esa línea, enaltecer a una dama por sus triunfos en todos los ámbitos de nuestras colectividades debe ser un constante y motivo de orgullo para la humanidad porque nos enseña así sea a lo “mero macho” a entender sus luchas individuales y colectivas que las posicionan como ciudadanas activas y protagonistas en un mundo habido de nuevas y frescas lideresas arriesgadas a cambiar los rumbos borrascosos, en este caso, desde la tarea gubernamental. Me hacen emocionar con sus proezas…
Vuelvo al corazón. Mi primer flechazo (quisiera ser adolescente) es originado por la colega comunicadora, periodista, escritora y presentadora Vicky Dávila (@VickyDavilaH), profesional, para unos ética para otros “vendida” con unas buenas décadas en este oficio y sin miedo a redactarlo, con una amplia aceptación por buena parte de la opinión pública criolla, que especialmente por la red social X (antes Twitter), con 6,81 millones de seguidores, le hacen sentir a diario su respaldo ante cualquier atropello por parte de sus fuertes detractores.
Detractores venidos, según las propias palabras de la comunicadora, desde el más alto linaje de la política corrupta, desenmascarada por las rigurosas investigaciones de la dama de la “cosa política” en otros tiempos como presentadora de noticias en RCN. Ese mismo periodismo, evidenciado en los últimos años como Directora de la Revista Semana, le causa un enfrentamiento sin precedentes con el Presidente Gustavo Petro, quien es investigado por varios casos de corrupción dentro de su gobierno y un sin número de acusaciones oscuras hacia la familia presidencial. Las pruebas y publicaciones de esas sucias jugadas fueron autoría de Dávila.
A Vicky, la respeto como a la primera novia (eran otros tiempos). No por su lealtad para hacer periodismo sino más bien por su entereza para enfrentar, siendo mujer, madre y esposa, a una sociedad acostumbrada a solucionar los inconvenientes con base en los mensajes cargados de odio, resentimiento vulgaridad e incluso con amenazas de muerte, en este caso en particular hacia ella y su propia familia. Eso me enamora porque se debe tener valor para enfrentar a sus acusadores ligados a un gobierno sin pudor para estigmatizar a quien piense diferente.
La periodista está en el sonajero sentimental de la derecha para ser candidata presidencial. Ese arriesgado menester electoral, de ser real, infiero puede ser como consecuencia de la fragmentada y débil postura de la mismísima oposición y la ausencia de una figura con carácter y determinación para empezar a enfrentar al actual gobierno y sus pretensiones de una constituyente y un fast track para, siendo realista, buscar una reelección de Petro. Vicky Dávila se muestra pausada frente a esta “papa caliente”, pero sus presentaciones en eventos gremiales, foros masivos con discursos casi programáticos y su inesperado nombre liderando una encuesta por la diestra insinúan un nuevo noviazgo laboral en su basta carrera profesional.
Mi segundo flechazo. “En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse…”, dice Luis Miguel en una de sus melancólicas canciones. Así recuerdo desde la primera vez que observé a la poderosa y valiente, María Corina Machado (@MariaCorinaYA), arrancando su proyecto para buscar una inserción en la vida política y competiendo frente a frente ante su eterno rival, el fallecido, Hugo Chávez. Su amor por la causa, me traslada a rememorar su rostro en varias ocasiones atropellado por el puño de un salvaje (no de un amor enfermizo) sino de un integrante de las autoridades venezolanas o de un simpatizante del Socialismos del siglo XXI. Eso me convirtió en su admirador incondicional.
Ahora, la “dama de hierro” latinoamericana rompió con todos los pronósticos. Más allá de su incansable lucha política por liberar a su pueblo del yugo dictatorial del “camarada”, Nicolás Maduro, es necesario reconocer la inteligencia emocional y estratégica para denunciar ante la comunidad internacional los constantes atropellos contra los derechos humanos y la victoria electoral de ese masivo esfuerzo individual y grupal. Todos esperamos que por el bien de esa valiente mujer y los venezolanos la verdadera Democracia sea efectiva a corto plazo. A diferencia de Vicky, una mujer de medios masivos a la orden del día; María Corina, se ha hecho a pulso. Esto, sin el respaldo de la prensa local, sin grandes recursos publicitarios, ni cotizados estrategas en comunicación y aturdida a diario por el régimen. Veo siempre en su pecho rosarios de variados colores y extensiones. Ese signo de fe me arraiga aún más a ella.
“M.ª Corina echó por el suelo la consigna de que hay que polarizar para ganar elecciones. Por el contrario, ella logró reivindicar el sentido de la unidad y de la solidaridad como ejes de restauración de la nación venezolana. M.ª Corina es el mejor ejemplo de la crítica severa sin insultos y de la reivindicación del bien común por sobre el aniquilamiento del enemigo. También acabó con la consigna de que sin plata no se puede hacer política y la mentira de que no es posible hacer política diciendo la verdad”, dice Vivian Morales (@MoralesViviane) en su última columna de El Tiempo.
Vicky y María encarnan desde sus roles ejemplos a seguir para las nuevas generaciones. Una más odiada y la otra más bendecida. Lo importante es que las dos abren las mentes a muchas y muchos para que se apropien en absoluto de la crisis política en la región en aras de encontrar a serias y honestas líderes dispuestas a representarnos con altura ante las necesidades sociales y económicas, especialmente. Mujeres de todas las líneas ideológicas tendrán ese mismo derecho. Lo importante es que ellas tienen la gran oportunidad de seguir rompiendo corazones (como el mío) y provocando malestar entre los políticos tradicionales. El tiempo nos dará la razón.
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