¿Monárquica yo? Monárquica, sí

Octubre terminaba con el cumpleaños de la Princesa de Asturias, heredera al trono español, Leonor de Borbón y Ortiz. Cumplió la mayoría de edad y días después de jurar bandera, juró ante la Constitución Española su fidelidad a ella y su sometimiento a la ley, dejando así constancia de la continuidad de la monarquía parlamentaria, siendo el Rey (ella en el futuro) símbolo de unidad y permanencia del Estado.

Magnífica nuestra Leonor; guapa, dulce, bien portada, limpia y bien arreglada – aunque ese traje de chaqueta blanco le quedara justo de mangas, como a mi que soy de brazo gordito-. ¡Qué maravilla escucharla!, ¡cuánto sentido de Estado, cuánto sentido común! Soberbia, preparada, capaz, bien formada, profesional, imparcial, coherente…

Les confieso que cada vez que habla se me empañan los ojos. No sé si es hormonal o la esperanza que albergo de que el futuro pinte bien y que lo que nos ha tocado ahora: irenes, belarras, sánchez, yolandas, puigdemones y compañía, son sólo una pesadilla que hay que aguantar mientras caminamos por este desierto de fealdad, falsedad, paletismo y corronchismo al que nos tienen sometidos. ¡No te vayas Leonor, no nos dejes!

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Ordas de republicanos en las redes

Poco les faltó a los comunistas, amantes de los bienes ajenos y la pobreza, para faltar a la tan importante cita y llenar las redes de llamados a la República. Que si no es democrática, que si es arcaica, que si viva la República, que si democracia es votarlo todo, que sí que sí… Dicen tantas tonterías… ¡Qué entretenida es la red social X y cuánto memo con teclado!

La Monarquía se votó el día que nuestros mayores votaron la Constitución de 1978 y desde entonces goza del prestigio y la simpatía de la mayoría del pueblo español, y ha sabido apaciguar a la izquierda más absolutista trabajando por España, por todos los españoles, sin diferenciar entre unos y otros. Está amparada por la misma Constitución que da cabida y garantiza el pluralismo político, ese que les permite decir lo que dicen y hacer lo que hacen.

Dicen, además, que la Monarquía es algo arcaico, retrógrado, que favorece la desigualdad porque no todos pueden llegar a la Jefatura del Estado.  ¡Gracias a Dios que no llega cualquiera! ¿Se imaginan a una Yolanda Díaz o a un Pedro Sánchez? Ellos sí, seguro que lo sueñan. ¿Vieron cómo buscaba y acariciaba el trono Sánchez el día del cumpleaños de Leonor? Qué bien que ahí estaba el hombre de protocolo, ese héroe anónimo, que le despertó del sueño y le indicó su asiento.

Toca reforzar en los planes de estudio la Historia de España y de Europa, cuyas democracias más estables; Países Bajos, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, Suecia, Noruega, Dinamarca… son todas Monarquías. Vaya, vaya… Y repasar también los períodos de republicanismo español para saber por qué acabaron y cómo, y darse cuenta de que las libertades y derechos que se pisotearon entonces y después, en la dictadura militar, se restablecieron y protegieron con la llegada de la Monarquía parlamentaria, de la mano de la democracia y su Constitución de 1978.

Más desiguales que nunca ante la ley

Algunos aducen a que los reyes no se someten a la ley. Lo cierto es que hoy por hoy en España no hay igualdad ante la ley.  No por el rey , les recuerdo que el abuelo de Leonor, el rey emérito don Juan Carlos I, vive exiliado y viene en visitas fugaces al país al que entregó la vida y lo hizo bien, aunque le pudieran los asuntos de la pichurra, que diría alguno.

La igualdad se ha perdido pues hay políticos que están por encima de la ley y el resto de españoles. Les concreto: no es lo mismo si yo monto una rebelión, abuso de niños tutelados o desvío dinero de los parados para irme de juerga con amigos que si lo hace un político, da igual que sea del partido socialista, del nacionalista catalán o de la izquierda más reaccionaria, si Pedro Sánchez, perdedor de las elecciones, aspirante a presidente, necesita los votos del partido del político delincuente, entonces, se cambian los delitos, se indulta a los condenados y hasta se estudia y aplaude el modo de hacer un borrado del delito en cuestión, como la famosa ley de Amnistía, saltándose así todo el estado de Derecho e invalidando las sentencias firmes de los jueces.

Democracia no es votarlo todo, la democracia es lo contrario del autoritarismo y además, votarlo todo no es ni efectivo, ni rentable, ni necesario. Pues hay importantes puestos del Estado que no se someten a votación popular, si ni siquiera podemos votar a los ministros, ni las diferentes carteras políticas ¿Se creen que la mayoría habría votado por un Ministerio de Igualdad? ¿Acaso hemos podido votar la dimisión de la ministra más nefasta de la democracia? ¿Es por ello menos democrático un país? Votarlo todo es una pesadilla nada efectiva que sólo se pueden permitir los suizos, que son tres gatos.

No sé ustedes, yo me quedo con la monarquía, siempre imparcial, representativa, coherente con su papel dentro del Estado, profesional, austeros y, además, guapos. ¡Viva el rey y viva Leonor!

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