Colombia necesita MÁS Y MEJOR DEMOCRACIA; una democracia donde sus expresiones participativas y representativas se articulen sistemáticamente en los escenarios locales, regionales, a nivel nacional, y permita a nuestro país consolidar un lugar digno en el concierto de las naciones.
La colombiana no es una democracia perfecta ciertamente; tampoco es una democracia fallida como lo quieren sugerir algunos sectores que incluso llegan a denostar de la vocación democrática del país cuando han accedido a escenarios públicos de decisión a través de procesos electorales garantizados por nuestra institucionalidad republicana.
La democracia colombiana es perfectible y lo que hoy tiene de desarrollo institucional no se puede feriar en aventuras populistas de ningún tipo.
Colombia necesita MÁS AUTORIDADES LEGÍTIMAS que sean el dique a los diversos poderes arbitrarios.
Colombia necesita MÁS OBEDIENCIA INTELIGENTE, autónomamente acogida y responsablemente ejercida; así se evita caer en los servilismos acríticos.
Una comunidad social y/o política con autoridades legítimas y obediencias inteligentes tiene mejores opciones y posibilidades de alcanzar una gobernabilidad con fundamentos éticos y estéticos al servicio de la democracia; todo lo contrario sucede en una comunidad capturada por los poderes arbitrarios y los servilismos acríticos.
Colombia igualmente requiere MÁS Y MEJORES EMPRESAS, MÁS Y MEJORES EMPRESARIOS.
EMPRESAS Y EMPRESARIOS SOCIALMENTE COMPETENTES, esto es: 1) capaces de generar riqueza económica real donde el capital, la tierra, el trabajo y el conocimiento hagan apuestas permanentes por su productividad e innovación; 2) comprometidas con la construcción de confianza y capital social; 3) propositivas y actuantes en materia de sostenibilidad ambiental y 4) promotoras de valores democráticos.
Colombia necesita que las actitudes y hábitos de empresas y empresarios socialmente competentes permee la cultura de nuestras organizaciones privadas, públicas y solidarias, en ámbitos rurales y urbanos; con ello contribuye superar la cultura de meros negociantes cazadores de rentas, que legal o ilegalmente, capturan recursos públicos, privados y sociales, para satisfacer su ilimitada codicia.
Colombia necesita una nueva cultura tributaria en la que todos los colombianos llamados a tributar, entre ellos los empresarios, pasen de un papel de pasivos pagadores de impuestos a un rol de activos contribuyentes. Toda persona y toda empresa en Colombia en su calidad de contribuyente, debe tener el derecho de participar en la gestión de temas de interés para la comunidad.
Colombia necesita agenciar y dar solución a una urgente e insoslayable cuestión social. Los indicadores de pobreza, inequidad y desempleo no dan espera al quietismo y la codicia de algunos sectores apoltronados en su indiferencia; tampoco es prudente y sensato endosar la solución de esos problemas sociales a esos resentimientos que quieren arrasar con todo, promulgando con facilismo y populismo, falsas e insostenibles soluciones. CODICIA Y RESENTIMIENTOS engendran violencias que Colombia merece superar.
Colombia necesita retomar la noción de BIEN COMÚN y trabajar por la dignificación permanente e integral de LA PERSONA. Desde una antropología personalista y un horizonte comunitario, Colombia puede agenciar los diversos temas de su vida económica, social, cultural y política.
Una visión comunitaria de persona, sociedad y Estado parte de reconocer la autonomía como valor democrático. En esta perspectiva, la persona y la sociedad civil deben ser celosas guardianes de sus espacios de autonomía y ejercerlas de manera responsable.
Un ESTADO COMUNITARIO es concurrente y subsidario y no se arroga para sí, de manera excluyente, la gestión social de los bienes comunes. En un ESTADO COMUNITARIO, lo público no es sinónimo ni de burocratismo ni de adiposidades clientelistas. Un ESTADO COMUNITARIO no es un ¨OGRO FILANTROPICO¨ prepotente e impotente, como lo describió el escritor mexicano Octavio Paz.
Por no ser un modelo colectivista y paternalista, el ESTADO COMUNITARIO, siempre garantizará el concurso del sector privado y solidario en la gestión responsable de bienes comunes como la seguridad, la justicia, la salud, la educación, la vivienda, la seguridad social, la ciencia y tecnología para la innovación y el desarrollo, entre otros.
El DERECHO A SOLIDARIZARSE que se le debe reconocer a toda persona y organización, es un valor y práctica fundamental en un proyecto de sociedad y ESTADO COMUNITARIO.
Colombia necesita limpiar y desintoxicar la comunicación social y política, solo así, podrá consolidar una comunidad de propósito como país y una comunión de sentido como nación.
En ese propósito comunicacional es menester entender que la estética de las palabras y los gestos, precede a la ética de las acciones; Colombia tiene un largo trecho por recorrer y rectificar en este sentido.
Para alcanzar los propósitos anteriormente expuestos, Colombia no puede caer en las posturas de ciertas izquierdas que se tornan cada vez más siniestras en su forma de discurrir y actuar frente a la agenda política, social, económica y cultural del país; tampoco puede nuestro país caer en las posturas de ciertas derechas que se muestran cada vez menos diestras en la misma proporción de un quietismo estéril e indolente que asumen ante urgentes cambios que es menester hacer para oxigenar y revitalizar la democracia colombiana.
En Colombia no todo está tan bien como uno de los extremos lo quiere hacer creer, ni todo está tan mal como lo quiere hacer creer el otro extremo del espectro político.
Una democracia sin extremos y centrada no se construye en medio de afanes electorales ni en un negocio electoral que se hace a las volandas en medio de incoherencias e inconsistencias; es por el contrario, un trabajo sostenido en el tiempo, una empresa política de largo aliento y dedicación cotidiana.
En esa empresa política, el CENTRO DEMOCRÁTICO ha hecho un trabajo digno y consecuente desde su creación. Es un partido con un cuerpo de doctrina sólido para no evaporarse y suficientemente versátil para abrirse a la creatividad.
Es un partido que convoca al mismo tiempo a la experiencia, a la juventud, al empresario, al trabajador, a la ciencia, al líder comunitario, a los líderes espirituales de diferentes denominaciones, a las expresiones de la diversidad que enriquece la trama cultural y social del país.
Es el CENTRO DEMOCRÁTICO un partido que ha sido construido desde sus inicios con el papel protagónico de la mujer colombiana, un partido con fidelidades en las pequeñas cosas como garantía para lograr las lealtades en los grandes propósitos, empezando por su respeto al valor de la vida.
Por todas las razones expuestas y las motivaciones que se infieren de ellas, comunico públicamente mi afiliación formal al Partido del Centro Democrático con el propósito único de canalizar mi vocación comunitarista, personalista y solidaria, para seguir trabajando por la consolidación de una cultura de personas y organizaciones socialmente competentes.
Desde hoy participaré como afiliado en el CENTRO DEMOCRÁTICO para gozar y disfrutar el ejercicio de la política y contribuir a que otros compatriotas igualmente lo disfruten.
No es la mía una opción en contra de nadie, es una opción en favor de Colombia y ofrezco mi creatividad y trabajo para construir los puentes que contribuyan a consolidar la vida democrática de Colombia, país donde la mayoría de sus ciudadanos que representan los valores del trabajo honesto y del respeto a la vida, son los verdaderos y legítimos protagonistas que debemos reivindicar y promover.