Por: María Andrea Nieto


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@MAndreaNieto

No sé si les pasa a ustedes que cuando ven a un ciudadano venezolano caminando con su vida a cuestas, parado en alguna esquina pidiendo limosna o quemándose las pestañas para ganarse el sustento diario, sienten en su corazón una profunda tristeza.

A mí, además, me da rabia. Me mortifica saber que millones de seres humanos salieron huyendo de su país y atravesaron la Cordillera de los Andes escapando del hambre y de la miseria, para buscar un mejor futuro en otras naciones.

El modelo castro-chavista prometió bajo el esquema socialista convertirse en un país más equitativo. Así llegó Hugo Chávez al poder. Muchos aburridos con la robadera y la corrupción de las élites que gobernaban antes, creyeron que Chávez sería la solución para frenar la desigualdad que muchos sufrían.

Y tal vez (supongamos) la intención inicial del coronel fue esa. Pero una vez en el poder, la ambición y el narcisismo que tanto obnubilan, terminaron expropiando la vida privada de las personas, acabando con los derechos democráticos y cooptando la riqueza del país para otra élite, también corrupta.

Lo que no tenía calculado Chávez era que iba a morirse. Como todos, al fin y al cabo. Y en un acto de ambición que rallaba con la locura, terminó pidiendo estando invadido por el cáncer, que una vez faltara él, el pueblo eligiera a su sucesor, Nicolás Maduro.

El heredero tardó poco en demostrar su demagogia, cuando afirmó que un pajarito había encarnado la voz de su antecesor y le había transmitido un mensaje desde el inframundo.

La realidad del “modelo” político y económico venezolano es que no es un modelo, sino un sistema corrupto que se devoró la riqueza y la concentró en unos cuantos y demostró que bajo el espejismo de un supuesto modelo socialista más equitativo, en realidad se mató de hambre a miles de personas, las obligó al exilio y acabó con la capacidad productiva del país.

En medio de la pandemia y la crisis económica que se avecina, Colombia que ha sido el principal país receptor de los migrantes, tiene ahora que resolver el problema de atender a sus habitantes y a los ciudadanos venezolanos, mientras Maduro fresco (pero en total soledad) disfruta de todo lo robado.

Para Colombia en estos momentos no hay opción de buscar ayuda multilaretal, porque el mundo entero está sumergido en esta tragedia de salud pública y de crisis económica.

Nicolás Maduro encarna los peores vicios que un político puede representar. La antiética, peo sobre todo la incapacidad de empatía, que además, no siente una gota de remordimiento al ver morir de hambre a sus conciudadanos.

Las pruebas que demuestran que además se utilizaron los recursos del país para beneficiar al narcotráfico y el terrorismo, comprueban que nunca fue un dirigente digno de ningún país. Lo triste es que acá en Colombia haya tanta gente que defienda lo indefendible. Ojalá los días de esa dictadura estén contados y que Venezuela se libere de la opresión y la corrupción. Pero sobretodo esperemos que los venezolanos hayan aprendido la lección de lo que significa tener en el poder a seres humanos tan inhumanos, y de paso, Colombia también.