No se diga más, Mauricio Toro y punto

Elegir un congresista en Colombia se ha vuelto una tarea difícil, no porque no haya candidatos, porque debo decir que los hay y de sobra, el problema es escoger un buen candidato para que ejerza como congresista.

Y cuando digo un buen candidato, no hablo del político que mejor le hable a las cámaras y los micrófonos ni el que mayor número de insultos lance a su contradictor sino el que se dirija a la población, le atienda y piense en proyecto de ley dirigidos a solucionar sus problemas.

Por supuesto, debe también ejercer la labor de control político al gobierno de turno que muchas veces se hace el de la vista gorda ante las falencias sociales que se viven en los diferentes territorios de Colombia, incluso en las principales ciudades.

Y aquí va lo más complicado: que mantenga su humildad y sencillez y que no crea que obtener una curul en la Cámara y el Senado le pone alas para que ande por el aire y no deba caminar y pisar la misma calzada por la que circulan miles de personas del común. Que no le dé pena entrar a la cafetería de la esquina y sentarse junto a cientos de colombianos del común que no tienen la suerte de pagar un tinto en los restaurantes del Parque de la 93.

Que recuerde además los lugares que visitó mientras estuvo buscando los votos y a la gente que le atendió.

Si tenemos en cuenta todas estas características que menciono y recomiendo a la hora de votar por un congresista, seguramente pensarán que no existe uno que cumpla con todos estos requisitos, porque si algo hay tanto en la Cámara como el Senado, es una cantidad de vagos con sueldo que solo asisten para firmar una asistencia y al rato retirarse de la comisión o plenaria para no regresar y que solo se les conoce cuando tienen la mala suerte de que algún escándalo los vuelva famosos, ejemplo: Anatolio Hernández (Anatolio vote Si).

Otros en cambio solo se dedican a gritar y vociferar pero sin presentar un proyecto que los destaque y sin hacer un solo debate de control político que le permita identificarse con un tema, ejemplo: Carlos Felipe Mejía.

También hay que tener en cuenta el factor de honestidad por el que se han rajado más de uno así no estén tras las rejas, porque se han sabido cuidar muy bien para no caer en desgracia y por eso les resbala lo que de ellos se diga.

En lo que tiene que ver con la Cámara de Representantes por Bogotá es mucho más difícil saber por quién se va a votar porque a pesar de que la capital del país cuenta con 18 políticos que se supone tienen su vocería ante el Gobierno Nacional, solo dos o tres lo hacen, porque el resto se dedican a pensar que el cargo los convirtió en personajes de talla nacional y solo tienen tiempo para cuidar su vanidad.

Con tristeza debo decir que como periodista busque a más de un representante a la cámara por Bogotá para preguntarle por los proyectos que se tramitaban en el legislativo y que estaban relacionados con la capital del país, como la Región Bogotá Cundinamarca, lo mismo que la reforma al Estatuto Orgánico de la capital, mi sorpresa fue encontrarme con la respuesta de que no sabían porque no los habían leído, cuando ya estaban en sus últimos debates, ¿Qué fue lo que votaron entonces?

Mi voto es en Bogotá y por eso me corresponde escoger un representante a la cámara, que por supuesto no será ninguno de quienes me dieron respuestas como las que acabo de mencionar, sino más bien por uno que le demostró a la ciudad compromiso y lealtad, que trabajó con seriedad durante los últimos cuatro años, que no faltó a las comisiones y plenarias, ni siquiera en la época más difícil de la pandemia y que cada una de sus actuaciones fueron impecables, hablo del representante Mauricio Toro.

Pero sobre todo, mi voto es por hombre que mantuvo su sencillez y calidad humana, así que no se diga más, mi respaldo en las urnas es para Mauricio Toro.

@sevillanoscar