Por: Oscar Sevillano
Me pregunto si alguien en Colombia se ha puesto en la tarea de analizar, si el problema que generó el virus del COVID 19, además de ser un tema de salud física y de la economía nacional, también puede generar problemas de salud mental.
Es claro que el encierro para cualquier ser humano puede desatar problemas en su mente, porque es una situación a la que nadie está acostumbrado y por más que la situación lo amerite, las personas siempre buscarán la excusa perfecta para un rato que les permita escapar de las cuatro paredes de sus casas.
Es bueno que las autoridades nacionales se den a la tarea de analizar en la angustia que pueden estar viviendo las personas en sus hogares, por causas de las diferentes situaciones por las que atraviesan -en donde- por ejemplo, no evitan pensar en lo que podría pasar con sus empleos. También, en que por estos días se les va a acabar el mercado que hicieron para el primer tiempo del aislamiento obligatorio y que no tienen con qué pagar otro, porque sus sueldos en la empresa donde trabajan están congelados, por no hablar de quienes laboran con pagos al día.
Es cierto, esta situación está generando angustias en la población de estratos 1,2 y 3. Tuve la oportunidad de dialogar con algunos, antes de escribir esta opinión, quienes me comentaron que tienen momentos de pánico por la angustia de pensar qué será de sus vidas, no solo cuando esto termine, sino además, porque el Gobierno Nacional podría extenderla más allá del 27 de abril.
Nadie estaba preparado para esto, mucho menos las personas que viven del rebusque y que sienten que a sus vidas llegó una especie de “Apocalipsis”, del que no tienen la menor idea de si saldrán bien o mal. Su situación plantea un reto enorme a las autoridades locales y nacionales, quienes luego de la cuarentena, cuando las consecuencias económicas se hagan sentir, deben estar preparadas con soluciones y no con el ESMAD como es la costumbre.
Los gobiernos nacional, municipales y departamentales, tendrán que entender el grado de angustia de la gente, que sin duda alguna se harán sentir, en la que todos hemos puesto un granito de arena, entre otras, porque sin querer, los medios de comunicación y los periodistas, en lugar de ayudar, generando tranquilidad, nos hemos encargado de sembrar un enorme pánico, que les hace pensar que cualquier dolor en la cabeza, fiebre, dolor en los huesos o en la garganta, es causada por el COVID 19 y no porque les está molestando una muela, amigdalitis o pueden estar intoxicados por algo que comieron y les cayó mal. Lo que es peor, hay quienes sienten dolor, sin tener ninguna molestia física y no se les puede culpar, por el grado de estrés que les genera el encierro en primer lugar y la sobredosis de noticias del coronavirus en segundo lugar.
En esta situación de pánico colectivo es indiscutible que el periodismo nacional tiene su cuota de responsabilidad. No entiendo cuál es el criterio para transmitir tres o cuatro horas de noticias, con notas que suelen repetirse dos, tres y hasta cuatro veces, sin tener en cuenta que se va a provocar un cansancio en la audiencia, quien al llegar la noche no va a querer saber más, porque su mente está saturada y bastante angustiada. La radio y la prensa escrita tampoco escapan a esta situación.
Es en estos momentos es cuando los medios de comunicación deben ayudar a calmar a las personas y no angustiarlas, porque tanta información de un solo tema genera pánico y este a su vez genera desespero, lo que hace que terminen por sentirse enfermas, así no lo estén.
Para completar la cuota, vemos al presidente Iván Duque en la televisión nacional en una especie de “Alo Presidente”, transmitido todos los días, anunciando medidas a cuenta gotas, cuando bien lo puede hacer una sola vez a la semana en una rueda de prensa, dejando la responsabilidad a cada espacio de noticias para que las transmitan a los televidentes.
No sé si el primer mandatario encontró en el COVID la pastilla para su agonizante imagen, pero todo indica que sí, porque eso de entregar información en pequeñas cuotas los siete días de la semanas, incluido un jueves santo, parecería corresponder a una estrategia medida, con la idea de mostrar a un presidente preocupado y activo las 24 horas. Cosa que preocupa, porque no es normal que un jefe de Estado encuentre su línea de Gobierno en una enfermedad.
Pero en fin, lo cierto es que en adelante se debe pensar no solo en la cura para la enfermedad física, sino además en cómo calmar a la población y no angustiarla con tanta información, porque puede generar un mal en su salud mental.