Fue Polibio, en Historias, quien definió la oclocracia, pero Aristoteles y Platón ya habían discutido el concepto. Es el gobierno de la plebe. El término es la combinación de ochlos (multitud) y kratia (gobierno). Es la forma más corrupta de la democracia. Es el estadio final de la democracia.
La Oclocracia carece de propósito, es un espacio gris en el que se confunden la violencia, la ineptitud, la codicia, el miedo y la ignorancia. Es el lumpen del que Lenin abominaba porque era reaccionario y contrarrevolucionario. La Oclocracia no es un gobierno del pueblo porque el lumpen no es una clase social sino una manera de ser, el lumpen es arribista, incivil, caótico y tirano, es una caricatura de oligarquía y la némesis de la aristocracia, es la negación de la ilustración y la racionalidad.
Polibio fue el padre del determinismo en política y según su teoría de la Anaciclosis, necesariamente a una democracia sucedería una oclocracia, pero no es así. La tiranía del lumpen puede suceder en cualquier momento, después del derrumbe de una oligarquía, o de una monarquía, o del colapso de una república. Oclocracia fue el régimen Peronista, el Reinado del Terror entre1793 y 1794 en Francia, la comuna de París en 1871, la Kristallnacht en Alemania en 1938. Es el régimen chavista y el Talibán y desde 2022, es la forma de gobierno de la antigua república de Colombia.
El Estallido Social, esa etiqueta de género carnavalesco, de promoción de mercancía de contrabando, es el inicio de la lumpenazación del poder en Colombia. Los eventos relacionados con esa marca política, como la decapitación de un motociclista, la muerte de bebes en ambulancias bloqueadas, el linchamiento de un funcionario de la fiscalía, el asesinato de policías fuera de servicio, el asalto a propiedades privadas, la violación y el saqueo, dieron forma a un relato político que legitimó la captura del poder por un lumpen que expulsó a los ciudadanos de la sociedad civil y reemplazó a la mítica “vanguardia revolucionaria” por el crimen organizado. La plebe no es el “poder constituyente” que inventó Toni Negri y es lo contrario de la comunidad de ciudadanos libres que es el fundamento de la democracia.
La característica más notable del gobierno lumpen es la ausencia de propósito. Las fuerzas que componen este tipo de ejercicio del poder no buscan dar forma a ningún objetivo político, no gestionan el estado y carecen de acuerdos mínimos para gobernar, se trata de grupos permanentemente enfrentados que tienen el poder pero no gobiernan, lo público se transforma en una lucha constante, en un estado de amenaza e incertidumbre, en una guerra civil larvada, en caos y saqueo. Pero más allá de los tropos que puedan describir la situación, lo que el ciudadano común encuentra es que las cifras dejan de tener sentido, la comunicación política se vuelve informal, lo oficial deja de existir y de tener credibilidad, los servicios públicos dejan de ser confiables, o desaparecen súbitamente y la violencia se apodera de las relaciones sociales. El lumpen es el final derecho y del concepto de representatividad.
Una red inorgánica compuesta por organizaciones criminales, milicias y clanes políticos corruptos puede capturar un estado nacional como pasó en Venezuela donde una Oclocracia se impuso como forma de gobierno y ha demostrado ser más duradera de lo previsto. En Colombia el esfuerzo de convertir a los ciudadanos en plebe no parece ser un proyecto viable, pero en la medida misma en que se ataca a la sociedad para desposeerla de sus derechos y se erosiona lo privado, el gobierno de la plebe avanza. No saben para donde van, pero van.


Jaime Eduardo Arango Ocampo
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