Gran parte del desarrollo de una persona u organización inicia con el pensamiento, no en vano con el pensamiento se crea el mundo. Pensar bien y bonito es el primer paso para lograr el éxito, el éxito entendido como un resultado feliz y satisfactorio a partir de lo que se desea y se emprende o promueve. Pensar para el éxito debería ser un modus operandi en la mente humana. La vida muchas veces no es fácil, pero pensar mal o pensar feo, es hacer de lo que no es fácil más difícil y nefasto. En este artículo se expondrán una serie de ideas que forman parte del pensamiento integral, del pensar bien y bonito, que sin lugar a duda contribuirán en despejar ese camino hacia el éxito. Esta es la primera entrega de dicho artículo.
El primer pensamiento para el éxito ha de ser el de pensar en el merecimiento. Entender que por la naturaleza y condición se merece el éxito, que los sucesos buenos y bienaventurados que llegan a la vida son merecidos, corresponden porque existen los méritos para ello. El hombre y la mujer son una creación de la divinidad hecha a su imagen y semejanza, por ende, amarse y valorarse es parte de ese merecimiento para que las cosas buenas sucedan. Pensar en merecimiento es abrir la puerta de la abundancia, de la bendición y a que todo lo bueno suceda y se materialice. Merecer implica aceptarse como ser digno y saberse beneficiario por derecho propio de los dones de la divinidad, porque la vida y la acción han sido meritorias.
El segundo pensamiento debe ir acompañado de la acción, se trata de visualizar. Ver creado lo que se anhela, así no haya nada material aún, el vacío en medio del desierto, cuando se visualiza se crea mentalmente, es decir, se trae del plano mental al plano material lo que se espera, lo bueno y bonito que se desea. Visualizar es un arte que consiste en hacer visible lo invisible, traer al plano material lo que aún no es perceptible por el mundo de los sentidos. Pensamiento creativo implica el deber visualizar aún a pesar de los otros, lo importante, lo que se piensa y se anhela. Visualizar ubica en el camino y acerca al éxito porque significa un norte, un rumbo seguro.
El tercer pensamiento es el agradecimiento permanente. A pesar de todo y a todos, se debe apreciar y valorar lo que se tiene y se recibe a diario. Gracias a Dios por la abundancia, y aún por lo no abundante. Gracias Dios por la Vida y por la poca vida. Gracias Dios por el amigo y por el enemigo. Agradecer es la llave que abre la puerta a los tesoros. Gracias Dios porque provee y esa provisión es suficiente, y si así no lo fuera, es su gracia para con el hijo. La gratitud enseña a valorar y apreciar lo que se es, lo que se tiene y a los demás. Agradecer es dar a la Vida la mejor cara, la mejor sonrisa porque la Vida es buena. El agradecimiento es la chispa que enciende la mecha. Agradecer desde el corazón debería ser un mantra fundamental. Agradecer es tocar el Alma con las llaves del cielo.
El cuarto pensamiento es consecuencia del anterior, bendecir: El bien decir. Emplear la palabra para hablar bien y arrojar la mejor buena energía sobre esa empresa o proyecto. Bendecir no sólo es la obligación de los padres para con sus hijos. Bendecir es desparramar las mejores palabras e intenciones sobre el otro. Cuando se bendice se lanza al mundo una fresca palabra que volverá enriquecida al ciento por uno. Bendecir, en tiempos donde las personas se caracterizan por hablar de manera poco amable, lleva a que los seres humanos sean mejores y puedan encontrar sinergias en la vida. Se debe bendecir la vida, aún en su vulnerabilidad. Bendecir es un imperativo para que la vida sazonada con el merecimiento, la visualización, y la gratitud sea fructífera y abundante (Continuará…).