En términos históricos, el perdón que pidió el Papa Francisco no es un tema menor. El 25 de julio, en Alberta, frente a varios líderes de los primeros pueblos, ofreció excusas por atropellos a los nativos de Canadá. Resaltó los abusos de residencias de “destrucción cultural” donde se buscaba que jóvenes indígenas lograran una “asimilación cultural.” El Sumo Pontífice hizo una semana de penitencia, donde pidió profundizar las investigaciones y resarcir a las víctimas. Algunos episodios de dolor histórico revivieron en Colombia durante los meses de paro. En este nuevo contexto, una conversación inteligente sería muy útil, un tema a gritos haría más mal que bien. Este es el ejemplo de la solicitud de perdón del Papa.
Entre los años 1800 y 1990, Canadá envió 150 mil niños indígenas a 139 colegios residenciales operados por La Iglesia. En estas residencias, los niños fueron aislados de su cultura, lenguaje y familia, hay historias de abuso físico y sexual, también muertes por desnutrición y enfermedades no tratadas. Cerca de 1.300 cuerpos de indígenas no identificados han sido encontrados en estos colegios. George Arcand, el gran jefe de la Confederación de Seis Naciones, dijo que esperan que esto “la manera como se hacen las cosas, y que este sea un camino hacia la sanación”. Este capítulo de la historia canadiense es claramente oscuro, aun así, las excusas tienen valor.
Ahora que en Colombia empiezan los capítulos de la comisión de la verdad y nuevos procesos de paz, es fundamental que las víctimas sean eje central de la transformación. No es meramente una compensación económica o de tierras, la verdad y el perdón son fundamentales. Muchas veces hay grises, lo importante en esta conversación, es entender el contexto, especialmente si tiene que ver con el pasado. Cuando la conversación sale de contexto, las apreciaciones pueden ser erróneas o imprecisas.
Así sucedió recientemente en EE. UU con la junta de administración de educación de San Francisco, la cual decidió retirar el nombre de Abraham Lincoln de varios colegios porque sus acciones, a juicio de hoy, no avanzaron suficientemente las causas de las minorías en ese país. No fue suficiente haber luchado una guerra civil para liberar a los esclavos. Si todo no es perfecto a luz de hoy, no vale.
El revisionismo histórico se debe hacer para Colombia, especialmente sobre figuras que nos conquistaron. Otra cosa es aplicar los estándares de hoy a muchas figuras que nos dieron la libertad y hoy quieren hacer parecer como villanos. El más vanguardista del pasado, hoy sería opresivo. Esto para no hablar de personas que, bajo la amenaza de muerte o secuestro, hicieron cosas en contra de su conciencia en la historia reciente.
El ejemplo del Papa es virtuoso, no debe existir temor para pedir perdón. Tampoco se debe temer revisar la historia para presentar una visión más completa de los hechos. Pero nuevamente, para tener una conversación inteligente, es fundamental tener contexto. Hay mucho perdón por pedir en Colombia, pero para que funcione, debe también existir espíritu de reconciliación. Nada más importante, que ofrecer excusas, y nada más católico, que ofrecer una segunda oportunidad.