El sonido de la escoba al amanecer marca el comienzo de los días perfectos. La cotidianidad y la belleza de los detalles enmarcan el último film de Wim Wenders en su amada Tokio. La película es una oda a la contemplación y a la tranquilidad de poder observar con curiosidad todos los aspectos simples de la vida. Ganadora del premio a mejor actuación en Cannes por la interpretación de Kōji Yakusho, está inspirada en la admiración de Wenders por Yasujiro Ozu y musicalizada con canciones de resistencia que se reproducen en cassettes ochenteros de sonido análogo.
La fascinación de Hirayama, el protagonista de la historia, por la observación y la búsqueda de belleza en cada calle de Tokio se convierte en poesía visual tan potente que no hacen falta muchos diálogos; por el contrario, las emociones se expresan de forma poderosa a través del cuerpo y las expresiones. La película es un viaje por la satisfacción de Hirayama con sus días inmerso entre plantas, música y fotografía mientras trabaja limpiando los baños públicos de Tokio, un trabajo que hace con profunda satisfacción y esmero. Transmite la sensación de vivir plenamente sin necesitar muchas cosas materiales.
Vive satisfecho con cosas simples como observar los rayos de luz que atraviesan los árboles, leer, caminar, explorar la ciudad en bicicleta, cuidar sus plantas, disfrutar las comidas, revelar las fotos que toma con su cámara análoga y escuchar canciones cuando se desplaza en su camioneta por la ciudad. Las canciones seleccionadas por Wenders le dan un soundtrack genial mientras la cámara se desliza por las calles de Tokio y captura esos momentos que a menudo pasarían desapercibidos en la velocidad de la vida moderna.
No solo hay satisfacción y plenitud en la historia; también hay nostalgia, soledad, conflictos, el pasado que se cuela a romper la cotidianidad, el desamor y el amor combinados, la incertidumbre, las crisis y las preocupaciones. Sin embargo, todo esto lo asume con estoicismo y lo abraza con amor como una parte más del flujo de experiencias que vive cada día. Hirayama vive con intensidad buscando la belleza en lo simple, no necesita de mucho más para que sus días sean perfectos