Leo cada semana algunos de los extractos de las cartas al director de cierto periódico progresista; una joven de 27 años que no puede independizarse, otra que estudia y no le alcanza para el alquiler ni siquiera compartido, otra a la que se le va la vida haciendo scroll, otra que cree que el amor es que vayan a buscarte a la salida del trabajo otra joven que tiene un tic y un trabajo precario, del que no se puede quejar… todas tienen un nexo, destilan pesimismo.
Sospecho que el periódico en cuestión es pesimista, como buen periódico progresista que también lo es, pero me sorprende que el ambiente de mis redes viralice estos extractos y me hace pensar que hay muchos amigos y conocidos sumidos en esa nube gris de la negatividad. Claro que por otro lado no me extraña, tanto amenazar, tanto infundir miedo, tanto querer controlar.. . Los gobiernos progresistas que nos “lideran” nos conducen a un pesimismo vital y es cierto que esas cartas encierran en parte algo de razón, aunque les falta falta optimismo y les sobra mucha idealización.
El optimismo se gana cambiando el enfoque de la mirada, agradeciendo lo que sí se tiene y no dando importancia a lo que nos falta. Es un ejercicio contínuo, que ha de entrenarse constantemente. Pues la inercia hoy es la queja.
Nota recomendada: Hazte la dura
La idealización, es como todo; en nuestra cabeza siempre la vida suena mejor, se ve mejor, y se soluciona más rápido. Cuando uno es niño le gusta la vida de joven, al joven sueña con la vida de adulto y cuando la alcanza, llora como niño porque como todo, no nos gusta ser adultos, sino la idea de serlo y eso amigos, es el pesimismo: quedarse en lo ideal, cuando lo que toca es vivir la realidad, esa que a pesar de todo se puede mirar desde muchas perspectivas, elegir la más alegre o la más pesimista solo depende de uno mismo.

Almudena González Barreda
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