Petro, el tóxico

El presidente de Colombia no solo es tóxico en sus redes sociales, también lo es para Bogotá. Sobre lo primero, dice el propio mandatario que él puede pronunciarse a cualquier hora del día a través de X; sin embargo, y lo que definitivamente no puede es actuar de forma irresponsable como si fuera un simple tuitero o “bodeguero” que se va lanza en ristre contra quien quiere, como lo hizo recientemente hacia Estados Unidos y el recién posesionado Donald Trump.
Sobre lo anterior, Petro no midió las consecuencias, poniéndonos al borde de una hecatombe diplomática por su irresponsabilidad.
Pero me quiero concentrar en que Petro es tóxico para Bogotá. Desde que llegó a la Casa de Nariño solo ha buscado ser un palo en la rueda para el desarrollo de la ciudad. Mientras la capital del país trata de salir adelante de la catastrófica administración que hizo Claudia López, el mandatario de los colombianos se esmera una y otra vez por condenarla al retroceso.
No es cosa menor que Petro anunciara, a través del decreto 069 de 2025, el aplazamiento de $770.000 millones de pesos para el Metro, $328.000 millones para la troncal Calle 13 y $346.000 millones para el Regiotram de occidente, obras que sin duda alguna impactarán en la calidad de vida de millones de bogotanos y de la región.
Aún con este panorama, a Petro le tiene que quedar claro que Bogotá va a tener Metro elevado sí o sí. Ahora bien, que el Gobierno esté representado en este momento de la historia por un presidente charlatán, no exime a la Nación del compromiso adquirido desde hace ocho años de cofinanciar la obra con el 70%. Los recursos están comprometidos mediante acuerdo contractual, por lo tanto, es una obligación legal cumplir con lo establecido.
Este vaivén al que nos quiere someter Petro va a tener serias consecuencias y, sobre todo, impactará en la credibilidad de Bogotá. Sumado a eso, los consorcios mirarán con recelo los proyectos de gran envergadura y, seguramente, adoptarán clausulas y medidas que nos perjudicarán. Aquí se está corriendo el riesgo de que las obras resulten a precios más elevados en caso de no contar con contragarantías de la nación.
Sumado a lo anterior, el presidente de Colombia no puede asumir posiciones impositivas, aunque esas sean sus formas. Resulta que Bogotá tiene un alcalde, quien debió ser notificado o informado sobre la decisión que se adoptaría desde Palacio. Ante esto, el Distrito tiene que asumir una posición firme y seguir adelante con férrea determinación en defensa de las obras de la primera línea del Metro que ya registran un avance del 46%.
Actualmente, hay una sumatoria de esfuerzos para lograr que a nuestra ciudad le vaya bien. No en vano, el año pasado en el Concejo de Bogotá aprobamos un cupo de endeudamiento para proyectos de inversión, algunos de los cuales son complementarios o alimentadores del Metro, como la Av. 68.
Por eso, en compromiso con los bogotanos, junto a varios cabildantes creé la Comisión Accidental de Seguimiento y Control a la Ejecución del cupo de endeudamiento y esta semana se instaló con la presencia de la secretaria de Hacienda, Ana María Cadena. Aquí se tienen que cuidar los recursos, porque cada peso cuenta y sale de nuestros bolsillos. Bogotá debe seguir avanzando, sus obras también y ningún capricho político va a impedir que así sea. Ya basta de tanta toxicidad infundada por parte del petrismo.