La descentralización en Colombia ha sido un reto permanente. Desde finales de la década de los ochenta se empezaron a incorporar políticas que abrieron camino a transformaciones en el marco legal y administrativo que, posteriormente, se consignaron en la Constitución Política de 1991.
La Carta Magna llevó a un Estado Social de Derecho y Descentralizado, lo cual significó el paso a la elección popular de alcaldes y gobernadores, a la autonomía territorial, a las transferencias de recursos desde el gobierno central a los locales y regionales y al fortalecimiento de los Concejos Municipales y Asambleas Departamentales. Sin embargo, pareciera que al presidente de Colombia, Gustavo Petro, se le olvida parte de lo anterior.
En el caso concreto de Bogotá, hay que decir que Petro se la montó. Está empecinado en bloquear los proyectos que representan avance para el Distrito Capital, sin respetar su autonomía, como lo establece la Constitución.
En el más reciente hecho, su ministra de Ambiente y alfil para lanzar a la presidencia de la República, María Susana Muhamad, frenó la ampliación de la avenida Boyacá, un proyecto que es clave para la ciudad y para descongestionar la movilidad del norte. La titular de la cartera ambiental interpuso una demanda, que fue admitida por el Consejo de Estado, contra la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca, con la intención de anular una resolución de 2023 que autorizaba la licencia que permitía construir la obra.
Según el argumento del gobierno, se está poniendo en riesgo la Reserva Thomas van der Hammen y también el agua de Bogotá. Algo que el alcalde Carlos Fernando Galán inmediatamente rechazó, recordándole a Petro que, incluso, dicha obra se contempló en su Plan de Ordenamiento Territorial hace más de 10 años.
Lo cierto es que el presidente de Colombia no ha querido entender que ya no es alcalde de Bogotá y que las obras y proyectos que él bloquea, son pensadas para brindar calidad de vida a millones de personas.
Así las cosas, el caos de la capital no va a mejorar por ahora, porque Petro también tiene paralizadas las obras de ampliación de la autopista Norte, desde la calle 191 hasta la 245, por una decisión de ANLA de archivar el trámite de licenciamiento ambiental para el proyecto que debía empezar a inicios de este año. Lo mismo ha pasado con el Metro, con la PTAR Canoas (que ya por fin ve una luz) y con las subredes de salud.
Petro tiene desidia con la ciudad y ni raja ni presta el hacha. Aquí necesitamos avanzar, por eso le pedimos que deje de lado su ego, que permita trabajar a los gobernantes locales y que se busquen soluciones rápidas y reales para llevar los proyectos de infraestructura a buen puerto, sin descuidar el impacto ambiental. Petro está siendo revanchista y no ha querido aceptar que él, Gustavo Bolívar y su partido, perdieron en Bogotá.