Quienes tuvimos la suerte de ingresar a las aulas universitarias, desde el primer día sabemos que los preparatorios nos esperan como señal que la carrera está por terminar.
Ese es un pequeño tormento que se asume con más o menos tranquilidad, pues después de haber pasado por tantas pruebas, exámenes, trabajos, exposiciones, veladoras y novenas de abuelitas y hasta profesores muy buenos y bien malos, lo que sigue como preparatorio se podría soportar. Lo más angustiante es la acosadera de la familia para saber si pasó ese examen o si debe volver a estudiar esos 5 libros de cada materia. A veces esos preparatorios los realiza un profesor que nunca enseñó esa materia con nosotros, que como mal profesor le gusta preguntar al pie de la letra y que presume de saberse el código o el texto más que quien redactó los fundamentos de las normas. Los hay y lo hacen así para ganarse el respeto de sus alumnos, lo que sucederá mientras se titula, porque los estudiantes después le graduarán de insoportable y de otros calificativos hoy no publicables, pero merecidos.
Eso es un preparatorio y no un preparativo.
Un preparativo es la reunión y el encuentro con la alegría, con la expectativa, con el deseo, con la esperanza, con el anhelo de que aquello que espera sea bien festivo, que le resulte algo que llena su corazón. Hemos hecho preparativos para recibir a la familia, para celebrarles sus años y sus éxitos, para compartir sus logros profesionales, para llenar el corazón de alegría y compartirlo con todos porque la dicha no nos cabe más. Pero para llegar a estos preparativos el camino es mucho más difícil y duro, más pesado, más trabajado, más difícil que el preparatorio. El preparatorio depende de usted y sus logros y resultados personales, como cuando usted juega bolos o compite ciclismo.
El preparativo siempre depende de otro y otros.
Todo lo anterior para hacerles saber que hoy están en sus preparatorios (que no preparativos) todos los aspirantes a ser presidente de la República y que en esos preparatorios se tienen que enfrentar contra todos esos obstáculos, que además deben vencer como quiera que deben prepararse para contestar, estudiar, responder y señalar que están capacitados para ese grado final que solamente recibe uno.
Ese camino no será fácil. Espinas encontrará a todo paso de los enemigos y de los amigos, de quienes le aconsejarán que haga lo que debe hacer y que también haga lo que no debe hacer. Solamente le quedará tiempo para la agenda y poco para leer, pensar y decidir, aunque decidirá siempre así lo haga mal.
En esos preparatorios deberá interpretar con urgencia la realidad colombiana porque no tendrá más tiempo que el que le quede para hacer las componendas, los arreglos políticos y lo que hoy llaman “acuerdos programáticos” que no es otra cosa que repartirse la torta de los puestos, los contratos y las entidades en los programas que organicen para esa repartición.
En esos preparatorios no se enfrentarán a esos profesores insoportables. Se tendrán que enfrentar entre los mismos aspirantes, algunos por cierto muy malucos y ante la ciudadanía que como siempre, aplaudirá al que más bonitas gafas tiene y al que se puso la camisa más moderna y al que cargue más niños y más picos reparta a las mujeres y también votará por el que hable con más fiereza, porque ese es el mandatario que necesita el país. Pero del programa nada importa, porque lo que menos importa es si mienten, como generalmente lo hacen.
Una encuesta publicada por Invamer esta semana, nos dice que en esa lista de presidenciables están Humberto de la Calle, Óscar Iván Zuluaga, Fajardo, Petro, Juan Manuel Galán, Roy Barreras, Jorge Enrique Robledo, Angélica Lozano, Iván Marulanda y Marta Lucía Ramírez.
Falta incluir allí a Paola Holguín y Paloma Valencia, alguno del partido de “los comunes” y otros tres o cuatro desconocidos.
Creo que en esa lista deben poner a Luis Alberto Moreno, ex directores del BID, conservador de la casa Pastrana y preparado para este ejercicio y también falta Germán Vargas LLeras.
Invamer hizo la encuesta con una población de 1.200 personas en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga.
En ese orden nos encontramos con que la actual vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, conservadora hasta el cuello, tiene una mayor desaprobación del 40% contra el 32% favorable. Para pensarlo si se postula, aunque ahí está la Contraloría para darle todo su apoyo.
Humberto de la Calle, es el primero de la encuesta. Tiene una favorabilidad del 54% y una imagen negativa del 21%. Su gran preocupación fue que se firmara el acuerdo de paz, así tuviera todas las imperfecciones. No es un mal candidato, no es un hombre impreparado, no es una persona rencorosa, no tiene sectarismos. Tanta seriedad para todo, lo hace ver como un presidente muy seco.
Le sigue Juan Manuel Galán, hijo de Luis Carlos Galán, con una encuesta que le favorece mucho del 46% y negativa del 14%. Debería darse un trabajo en la rama ejecutiva para saber hasta donde es buen funcionario. Ya sabemos que muchos se hacen elegir para llegar tarde al trabajo y no madrugar. Eso aplica también para alcaldes y gobernadores.
A Sergio Fajardo, la encuesta le da una favorabilidad de 39% y una imagen negativa de 25%. Muy alta considerando los temas de Hidroituango y su falta de definición en los asuntos importantes del país. Sus seguidores dirán que así son todos los candidatos.
Óscar Iván Zuluaga vuelve a tener importancia después de la muerte de Carlos Holmes Trujillo y podría regresar a ser candidato ya que tiene camino andado en ese propósito. Su imagen negativa es de 36% y la favorable del 27%. Peleará su opción con Paloma Valencia y Paola Holguín y con Uribe.
Gustavo Petro, tiene una imagen negativa del 46% y positiva del 37%. No es de extrañar. Sus últimas peleas con todos sus aliados y su impresionante ego que lo hace sentir presidente, le condenarán.
Petro que conoce de guerras, debe saber que Hitler perdió la guerra porque desestimó a todos sus generales. Tiene hoy un descanso con la desaparición de todas esas condenas de primera instancia que le impusieron para frenarlo.
Roy Barreras es muy superado en esa encuesta por la imagen negativa de 37% por una favorable del 13%. Le castigarán su desbocado gobiernismo, defensor a ultranza de quien fuera el presidente a cambio de puestos y contratos, y con Duque no los tuvo, entonces “se abrió del parche” dicen los muchachos.
Jorge Enrique Robledo, con una favorabilidad de 18%, y una imagen negativa de 19%, tiene en su partido “Dignidad” la opción de hacerse contar. Anteriormente ha tenido temores para ser candidato. Su momento de candidato presidencial es ahora o nunca.
Angélica Lozano, con una imagen favorable del 17% y una negativa del 19 %; entra a una encuesta en la que se sabe que no será siquiera precandidata.
Iván Marulanda, con una favorabilidad del 8% contra una imagen desfavorable que asciende al 41 %. Su encuesta lo deja por fuera.
De lo visto, diríamos que están para discutir el puesto de la Casa de Nariño, Humberto De La Calle, Fajardo, Zuluaga y Petro.
Finalmente, quien sea elegido presidente, podrá organizar con sus aliados los preparativos del festejo. Esa es la diferencia entre preparatorios y preparativos.
Debe estar feliz el presidente Iván Duque, pues de ahora en adelante poco cuidado le pondrán para todo lo que haga, inclusive para sus desaciertos.
Esa es la gran ventaja de haber iniciado desde ya la carrera presidencial. Todos estarán ocupados mirando las encuestas mientras el gobernante Duque puede seguir hablando por televisión en donde estamos seguros como sucede con algunos comentaristas de fútbol, que todo el mundo los vé, sabemos que están ahí pero nadie les pone cuidado; producen sueño y hasta odiosos se vuelven.