Por: Juan Camilo Clavijo Martín
“Mira de nuevo ese punto. Eso está aquí. Esa es la casa. Esos somos nosotros. En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos los que has oído hablar, todos los seres humanos que alguna vez fueron, vivieron sus vidas. El conjunto de nuestra alegría y sufrimiento, miles de religiones, ideologías y doctrinas económicas seguras, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, hijo esperanzado, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió allí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol.” (Carl Sagan, Cosmos, 1994)
Estas palabras las escribió Sagan, viendo la fotografía tomada por el Voyager 1 a 6 mil millones de kilómetros de la tierra, el 14 de febrero de 1990. Su idea pone en contexto nuestra existencia, cuan insignificantes somos frente a la vasta oscuridad del cosmos, nos hace sentir privilegiados al tener este Pale Blue Dot – Punto Pálido Azul (la tierra) como hogar y nos llena de orgullo enumerar cada uno de los logros que hemos tenido como especie.
Sus palabras dan una sensación de comunidad, donde todo lo que fuimos, somos y posiblemente seremos (por un par de siglos más), estará dentro de este planeta. Sus palabras hacen ver que todos hemos convivido en un mismo lugar, a pesar de las diferencias.
Al mismo tiempo, nos dan la dimensión real de lo que somos: pequeños. Somos una especie que ha sobrevivido a grandes obstáculos de la naturaleza, que ha avanzado a pesar de sí misma, pero que es absolutamente insignificante frente a la inmensidad del universo.
La tierra se encuentra en el Sistema Solar, este sistema se encuentra dentro de un grupo de sistemas denominados los Vecinos Interestelares, este vecindario se encuentra dentro de nuestra galaxia conocida como la Vía Láctea, la Vía Láctea se encuentra dentro del Grupo Local de Galaxias, ese grupo local se encuentra dentro del Supercluster de Virgo, ese Supercluster se encuentra del Grupo de Superclusters Locales, y ese grupo de superclusters se encuentra dentro del universo conocido. Es decir, después de este límite hay más. El límite del Universo visible desde la Tierra está a 46.500 millones de años luz, en todas las direcciones. Es decir, un diámetro de 93.000 millones de años luz. Un año luz son 9.46 billones de kilómetros. ¿Alguna duda de nuestra insignificancia?
Esta consciencia de nuestro tamaño debe llevarnos a más acciones y a mayor velocidad en la lucha contra el cambio climático en el único hogar conocido. Hasta hoy, no tenemos evidencia clara de vida, no hay pruebas irrefutables de agua en otros planetas o satélites, ni siquiera hemos explorado la totalidad de nuestro sistema solar. Después de 30 años de esta foto y con crisis climática, deberíamos estar más conscientes sobre este problema. No tenemos a donde ir si acabamos con el planeta como lo conocemos hoy. La tierra seguirá su camino, pero ya sin nosotros.
Para los ególatras, este es un mensaje claro: somos ínfimos. Esta foto es una lección de humildad. Todos aquellos que nos sentimos (caigo en la tentación a veces) superiores, especiales o más que alguien más, debemos tomar esta foto y hacernos la siguiente pregunta: ¿algo cambia en este universo si yo no estoy?
Este Pale Blue Dot es más que un logro de la ciencia. Es una llamada a la humanidad para que se reconozca como especie, venza los miedos y esté consciente de su posición, temporalidad y dimensión en el universo. Para nosotros un día, un año, un siglo o un milenio es demasiado, pero en el universo observable no es nada.