Colombia se debe alistar para lo peor y no es por ser alarmistas. Lo sucedido esta semana en la Cámara de Representantes trazó el epitafio para el sistema de salud en todo el país.
Sin tener en cuenta un aval fiscal, ni mucho menos la meritocracia, la Cámara baja dio trámite y luz verde al proyecto de Reforma a la Salud promovido por el Gobierno de Gustavo Petro; sin embargo, esta iniciativa sentencia al sistema, que, por cierto, ya está en estado crítico.
La reforma ahora irá al Senado, donde esperamos la sensatez de los legisladores en aras de que esta iniciativa no se convierta en Ley. Pero hay que decirlo, este proyecto en la Cámara no pasó por bueno, sino porque se repartió “mermelada” a diestra y siniestra. La llegada de Armando Benedetti al Ministerio del Interior es lo peor que le pudo suceder a Colombia.
Con solo unas semanas, Benedetti logró lo que ningún ministro de Petro había podido: recomponer las mayorías en esa corporación. ¿Cómo fue esto posible? cada quien juzgue. Es por esto que invito a los colombianos a castigar en las urnas en el 2026 a los partidos políticos, movimientos y politiqueros que permitieron este adefesio.
Benedetti, piedra angular de este gobierno, llegó a imponerse con un tufillo de superioridad porque sabe que su mejor as bajo la manga es la burocracia. Un hombre plagado de escándalos, incluso con una investigación en la Corte Suprema de Justicia por el sonado caso FONADE.
Es sumamente grave que a estas alturas el país desconozca cuánto dinero costará esta perversa reforma. Así como también preocupa que quieran convertir a la ADRES – Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud – en una entidad con súper poderes. Y por si fuera poco, que los directores de instituciones de salud puedan ser nombrados a dedo y sin meritocracia.
Uno pensaría que un profesional de la medicina como Guillermo Alfonso Jaramillo, ministro de Salud, no estaría de acuerdo con esta barbaridad, pero todo lo contrario.
Ya sabemos lo que se avecina porque el plan piloto de la reforma que se incorporó con el magisterio fue una transición problemática para 800 mil personas. Quejas constantes y escasez de medicamentos fueron algunos de los síntomas, pero este gobierno prefiere apostarle a la ideología por encima de los datos y perjudicar a millones de personas.
Es decir, la estatización nos llevará al colapso, y como todo lo del petrismo: lo que toca lo destruye; sus líderes creen que antes de ellos nada funcionaba y nada existía, ¡craso error!, propio de los ególatras y progresistas.
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