Es difícil creer que el Pacto Histórico pueda ganar la Presidencia de la República en la campaña del 2026, y no porque no cuente con personas capaces de pensar en un mejor país, sino porque el Gobierno actual está haciendo el mérito para que los votantes en Colombia eviten que este sector político se quede en el Palacio de Nariño por un período más.
No es posible que un sector político durante décadas enteras padeció la discriminación, sometido incluso al exterminio y persecución por parte de la extrema derecha, cuando por fin se le presenta la oportunidad de demostrar que tiene la capacidad para que ayude a mejorar las condiciones de vidas de millones de personas sometidas a las injusticias sociales propias de un nación con desigualdades profundas, se dedique a hacer todo lo contrario no solo ejerciendo un pésimo gobierno sino además dejando en claro que es tan corrupta y clientelista como lo es la derecha.
No entiendo en que mundo vive Gustavo Petro que no se ha dado cuenta de lo mal que está el país y de lo mal que está su gobierno, que, entre otras, parece haber perdido la vergüenza y poco le importan las consecuencias de los escándalos de corrupción en los que se ha visto inmerso.
Que se pierdan los computadores del Palacio de Nariño y del Ministerio de Hacienda sin que nadie sepa ni se dé cuenta, demuestra que mucho tiene por ocultar el Gobierno Nacional.
Que se mantenga a Armando Benedetti, aun con los pecados que pesan sobre sus espaldas, deja mucho que pensar de Gustavo Petro, quien como senador de la república rechazó el que los gobiernos a los que hizo oposición (Pastrana, Uribe, Santos y Duque), mantuvieran en altos cargos a personas cuestionadas o con alguna investigación en su contra.
Que se le falte al respeto a los militares y policías llegando tarde a un espectáculo tradicional como el desfile del 20 de julio y retirarse mucho antes de que este finalice, evidencia el desdén del primer mandatario por quienes sacrifican sus vidas para que en este país podamos dormir tranquilos.
Puede que a Gustavo Petro no le gusten ni los militares ni los policías, pero los colombianos los adoran, tanto que madrugan a verlos desfilar para saludarlos, abrazarlos y tomarse fotos con ellos para agradecerles por cuidar de sus vidas.
En este sentido, el presidente debe despojarse de sus odios personales y ponerse los zapatos de primer mandatario que además es jefe supremo de las Fuerzas Militares y de Policía.
Que la primera dama, Verónica Alcocer, tenga que cuidarse del Gobierno Nacional y acuda a la Fiscalía para pedir investigación de una posible campaña de desprestigio en su contra por parte de personas que conforman el primer círculo del Palacio de Nariño, pone en entredicho la calidad de seres humanos de los que se rodea el primer mandatario.
Y lo que es peor, que actores ilegales hagan uso de los vehículos de la Unidad Nacional de Protección deja mal parada a los diálogos de paz que se adelantan.
En diferentes columnas de opinión publicadas con ocasión de la campaña presidencial, dije que sí Petro ganaba debía demostrar que estaba preparado para gobernar un país polarizado y dedicarse a alejar los temores y prevenciones que sobre el pesan. Desafortunadamente ha hecho todo lo contrario y gracias a esto, el país es un caos en todos los aspectos (bajo recaudo tributario, el desempleo aumenta, el orden público es un total desorden público y la ilegalidad es la reina y señora en Colombia).
¿Qué clase de Gobierno es el de Gustavo Petro?, que no solo ha demostrado ineficiencia, sino que además está a punto de batir el record en corrupción y sinvergüencería.