Durante el gobierno de Juan Manuel Santos el país se movió en torno al proceso de paz con las extintas Farc y se planteó la idea de que Colombia transitara a una etapa de posconflicto y se difundió la idea de que este sería la cura para los miles de problemas que padecen cientos de municipios y veredas.
Esta etapa de posconflicto llegaría con la firma de la paz con el grupo guerrillero, y aunque la firma llegó, el anhelado posconflicto no apareció ni por las esquinas y aunque suene extraño, el primer culpable de que esto no sucediera fue la persona más interesada en que el país hiciera tránsito a esta etapa, es decir: Juan Manuel Santos, quien no quiso escuchar a quienes le aconsejaron no insistir con su plebiscito por la paz y el resultado de su terquedad, fue el habilitar y envalentonar al uribismo quien no solo le ganó con un No a la paz sino además puso en el Palacio de Nariño a su candidato presidencial, es decir, Iván Duque.
Por supuesto Iván Duque, siguiendo las órdenes de Álvaro Uribe restó importancia a la implementación de los acuerdos de paz con las Farc e hizo todo cuanto pudo por retrasarla, entre otras, por su evidente desconocimiento del país.
Superado el nefasto período presidencial de Duque y con la llegada de Gustavo Petro muchos pensaron o creyeron que se volvería a retomar el concepto de posconflicto y que los planes y programas que se trazaron con la firma de la paz con las Farc retomarían la importancia perdida, pero no fue así.
Increíblemente un hombre que viene de un proceso de paz como lo es el primer mandatario, no ha sabido conducir al país por el camino de la paz y más bien lo que ha sucedido es que la mala situación en la que Duque dejó al país en materia de orden público, con Petro empeoró, lo más preocupante es que no tiene reversa.
De nada va a servir el famoso conclave entre el primer mandatario y sus ministros, cuando la situación en materia de orden público no tiene como remediarse porque Gustavo Petro no solo dio reconocimiento de beligerantes a los grupos disidentes, sino que además paralizó a las Fuerzas Militares, quienes no han combatido con todo el rigor que se requiere.
Hoy los territorios que requerían mayor atención del Estado donde se supone los planes de consolidación llegarían con mayor fuerza, han vuelto a ser lugares de confrontación no solo con la fuerza pública sino además entre los grupos irregulares, siendo estos los de mayor intensidad, según consta en los estudios de ONGs como INDEPAZ y la Fundación Ideas Para la Paz.
Todo lo anterior hizo que la palabra posconflicto, que estuvo muy de moda durante más de cuatro años, desapareciera del todo. Hoy nadie la recuerda, ni siquiera Juan Manuel Santos su mayor promotor, y por supuesto el gran responsable de que esto no se consolidara.
Podría también culpar a Iván Duque, pero hay que entender que el llegó al Palacio de Nariño no a dar órdenes sino a obedecerlas. Esperé que Gustavo Petro corrigiera el rumbo, pero, al contrario, lo ha empeorado tanto que dudo que en el futuro inmediato se pueda volver a hablar de posconflicto.