Lo único que puede uno sentir al ver la destrucción de las estaciones del Sistema TransMilenio, luego de que estas fueron atacadas en medio de las protestas ciudadanas que no han cesado y que pareciera van para largo, es indignación.
Dicen los miembros de la izquierda y uno que otro directivo de ONG con aspiraciones políticas, “que duele el saber que hay personas que murieron durante las manifestaciones, en hechos donde al parecer están involucrados miembros de la Policía”, y tienen razón, porque nada justifica que se utilice las armas del Estado para disparar contra civiles sin ninguna justificación. Pero qué pena señores, también duele que se acabe y se destruya lo que tanto ha costado construir para Bogotá.
Según reportes de TransMilenio, un total de 53 estaciones han sido afectadas. De 2.357 buses troncales que tiene el Sistema, 660 han tenido algún tipo de afectación. 10 buses se encuentran por fuera de circulación por vandalismo. De los 6.200 buses que tiene el componente zonal del SITP, 407 han resultado con daños (5 de estos han sido incinerados). 26 buses están inoperables hoy.
Pregunto: ¿Puede un sistema de transporte masivo prestar un normal servicio en estas condiciones?
Muchos ciudadanos que utilizan TransMilenio para trasladarse a sus trabajos o a sus quehaceres diarios, constantemente se quejan de las demoras en las frecuencias y piden que se esto se solucione, ¿puede esto ser posible con este tipo de ataques?
Quienes protestan contra un Gobierno que no escucha ni atiende las peticiones de un pueblo, porque tienen como cabeza a un presidente que no sale del Palacio de Nariño, no pueden ni deben actuar igual que el ELN, Iván Márquez o Jesús Santrich. Este tipo de contradicciones no pueden darse en medio de un reclamo que es legítimo.
Bastante le ha costado a Bogotá modernizar un sistema de transporte masivo como para que unos cuantos desadaptados acaben con su infraestructura, mientras que el resto de la ciudadanía sirve de público espectador, sin decirles nada ni reclamarles.
Destruyendo las estaciones del TransMilenio o cualquiera de sus buses articulados o alimentadores, solo se causa daño al ciudadano que lo utiliza, en primer lugar porque se afecta su movilidad y en segundo lugar, porque es el mismo ciudadano con los impuestos que paga a Bogotá, quien responde por los daños que causaron quienes tomaron la decisión de actuar como delincuentes.
El culpable de los males del país no es el Sistema TransMilenio, por tanto no hay razón que justifique los ataques a las estaciones, portales y buses, me gustaría que quienes protestan reclamando la atención que el Estado les ha negado durante mucho tiempo, lo entendieran e hicieran que sus instalaciones sean respetadas por quienes creen que causando este tipo de daños, reivindican sus derechos.
El único derecho que pueden acceder algunos cuantos por actuar de esta manera, es el de estar en una cárcel por daños al bien público.