Radicales de la guerra: apoyando al ejército antes que a la vida

La división izquierda-derecha tiene una fecha de nacimiento dudosa, pero siempre en Francia.  Uno de ellos es Gustavo Bueno, que en «El mito de la izquierda. Las izquierdas y la derecha» (Ediciones B) dice lo siguiente: «Fue en la sesión del 28 de agosto de 1789, es decir, ya constituido el tercer estado como Asamblea Nacional, cuando (acaso por analogía con la Cámara de los Comunes, en la que el partido en el poder se sienta siempre a la derecha, dejando la izquierda para la oposición) los partidarios del veto real absoluto se pusieron a la derecha y los que se atenían a un veto suavizado, o nulo, a la izquierda. Esta “geografía de la Asamblea” —como decía Mirabeau ya el 15 de septiembre de 1789— se mantuvo».

Por contra, un segundo grupo sitúa el nacimiento de la izquierda y la derecha el 11 de septiembre de 1789, solo dos semanas después. Aunque las fechas bailan, sí hay consenso en torno a la circunstancia que provocó este reparto del espacio en la Asamblea Nacional. (ABC, 14 de Junio/2016)

Específicamente la derecha es una orientación en materia política que se caracteriza por mantener cierto conservadurismo en lo que respecta al rol del estado. Así, desde esta perspectiva, el aparato estatal debe tener límites acotados y definidos, evitando la intromisión en cuestiones privadas, sobre todo en lo que respecta al comercio. Por otro lado, solo debería ofrecer servicios que son indispensables por el hecho de ser públicos, como por ejemplo la justicia. Otro tipo de actividades deberían estar eliminadas por el hecho de existir ineficiencia en la gestión de estas, ineficiencia que redundaría en un mayor peso para el contribuyente.

Tipos de derecha política: a) Democracia cristiana: se basa en los principios filosóficos del catolicismo para conducir el Estado; b) Conservadurismo democrático: en este caso, se preserva todo lo que tiene que ver con lo económico y lo social defendiendo la moral, las buenas costumbres y la propiedad privada; y c) Liberalismo: las personas con este tipo de ideales pretenden tener la mayor cantidad posible de libertades y regular todo lo que tiene que ver con la oferta y la demanda.

Pero en Colombia, algunos sectores extremos de derecha han llevado ese pensamiento a otros niveles. Se han convertido en radicales de la guerra (y solo le hablo a ellos). Acuñan una defensa a ultranza del ejército, u optan por un silencio positivo administrativo, a pesar de las atrocidades aceptadas en la JEP o la operación militar hecha en Putumayo, donde medios de comunicación mostraron inconsistencias en la justificación de esta última.

Comencemos por las declaraciones en la JEP:  “Asesiné cobardemente, les arrebaté la ilusión a sus hijos, les desgarré el corazón a sus madres por una presión de unos falsos resultados, por tener contento a un Gobierno. No es justo, no es justo”, señaló el cabo (r) Gutiérrez, tras leer el nombre de las víctimas.

Esta fue una de las confesiones que hizo un grupo de militares durante esta semana, en las cuales se aceptaban falsos positivos, cometidos en Norte de Santander. Cualquier calificativo se queda corto para describir lo atroz de esos actos. (¿Quién dio la orden?)

A pesar de la gravedad de estos asuntos, los grandes medios de comunicación ejercieron su bien sabido “silencio positivo administrativo”, el cual una vez mas refleja lo lejos que se encuentran de la realidad regional, y lo concentrados que están en el rating y en las exclusivas con los dueños del poder.

Estas confesiones debieron dar para un cubrimiento y un luto nacional sin precedentes, no solo por la gravedad de los hechos, sino por la estancia donde se estaban dando, por la presencia de las víctimas, y por el impacto que tiene en los futuros testimonios que la JEP va a recibir.

Este silencio es un síntoma más de la crisis en la que se encuentran los grandes medios de comunicación. Donde pocos periodistas y pocas casas editoriales como Cambio, Noticias Uno o La vorágine, se toman la molestia de investigar, denunciar, y/o cubrir este tipo de hechos. El periodismo está para ser un fiscal más del poder.

No es suficiente que los Luis Carlos Vélez o los Gustavo Gomez salgan a defender sus posiciones neutrales (ni derecha, ni izquierda) como periodistas. Se necesitan hechos que ratifiquen eso, acciones donde sea evidente que no les cubren la espalda a los dueños del poder, como en el caso de los falsos positivos, los militares.

Los radicales de la guerra, defensores absolutos del estamento militar, tienen un buen apoyo en los grandes medios de comunicación que, gracias a su pobre cubrimiento de estos hechos, protegen a los uniformados.

Por otro lado, el 28 de marzo Iván Duque reporto un ataque militar en la vereda Alto Remanso, Puerto Leguizamo, donde con su usual grandilocuencia califico a todas las bajas como terroristas y guerrilleros. Sin embargo, medios de comunicación (Cambio, El Espectador y Vorágine) evidenciaron contradicciones e inconsistencias en las explicaciones dadas por el ejército para justificar el ataque.

Pero lo sorprendente no es solamente esto. Es la posición de algunos radicales de la guerra (sobre todo en redes sociales) donde defienden a toda costa esta y demás acciones del ejército. Confunden crítica y censura con argumentos al estamento militar, con mancillar el buen nombre o con irrespeto hacia la institucionalidad.

En esa vía, califican de guerrillero(a) o Petrista (cosa que es ilógica, porque el ser Petrista no hace guerrillero(a) a nadie) a cualquiera que los contradiga. Esto reduce el debate a una acusación entre 2 partes sordas, que no entienden razones, solo responden a insultos, y cuya motivación es la sangre caliente de una discusión política.

Esto es absolutamente desolador, pues la ideología ha llevado incluso hasta a. negar, o dejar en segundo plano una masacre, y el dolor de las familias en Norte de Santander o Putumayo. En lo personal, esto sobrepasa cualquier posición política de izquierda o de derecha, esto nos debería conmover solamente por el hecho de ser seres humanos, de ser colombianos.

No importa a que lado de la mesa se sientan los unos o los otros. Es necesario llegar a acuerdos básicos como es la defensa de la vida para que se tengan discusiones medianamente sanas, y tengamos un debate electoral medianamente razonable. Es inconcebible que los crímenes de lesa humanidad tengan bandera política.

¡Las balas y la muerte no pueden ser aceptadas, y mucho menos recibir apoyo, no importa estas de donde vengan!

@Myloclamar