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Desde el gobierno de César Gaviria, 1991, Colombia apresuró un proceso de destrucción no creativa en la industria y la agricultura. En treinta años ambos sectores perdieron cincuenta por ciento de participación en el PIB. Pocos nuevos productos se sumaron a las exportaciones. Pocos bienes de alta tecnología se producen. En consecuencia, poca innovación se hace y por eso los recursos para investigación y desarrollo son escasos puesto que nunca ha sido prioridad integrar la producción y la investigación para la innovación, el emprendimiento y aumentar las exportaciones distintas a las minero energéticas.
Hace más o menos un siglo Schumpeter llamó destrucción creativa a las nuevas innovaciones a partir de innovaciones anteriores. Esta idea es la base de la economía de la innovación la cual no se entiende y aplica en Colombia. Antes de Gaviria hubo industrialización con protección sin que el objetivo hubiera sido volcarse a las exportaciones, razón por la cual no hubo suficiente transformación productiva ni desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Sin embargo, antes de la apertura neoliberal había más industria, más agricultura y se crearon importantes centros e institutos de investigación, algunos de los cuales se cerraron en los cuatro años de Gaviria, Hommes y Montenegro. Bajo un modelo de desarrollo económico que hubiera dado dos pasos adelante, y no dos atrás, hubieran llegado más industrias, incluidas las relacionadas con los recursos minero-energéticos, más productos de la agricultura, y hubiera emergido una ola de nuevos servicios innovadores soportados en industrias y tecnologías desarrolladas o producidas en el país. Hoy Colombia haría parte de las conversaciones globales sobre el futuro de la agricultura, de las nuevas industrias y servicios, y de los territorios innovadores, creativos y sostenibles.
El neoliberalismo fue una imperdonable equivocación, razón por la cual las políticas de competitividad y de desarrollo productivo han sido una falacia. El núcleo central de la mentira fue haber aplicado – por culpa de los TLC y lo firmado en los acuerdos de la OMC y de la OMPI -, un concepto de políticas horizontales en las políticas productivas y de ciencia y tecnología. Es decir, enfoque que supuestamente beneficia a todas las empresas por igual, sin diferenciar sectores según su grado de madurez, modernidad, localización, novedad, complejidad y productividad. Me explico con un ejemplo.
Cuando se asume que las mejores políticas de desarrollo productivo y de innovación son las horizontales, es como decir que todos los médicos deben ser médicos generales y los cirujanos también, porque no se requiere que hayan especializaciones. Sería igual si en educación superior todos hacen una carrera que se llama “profesionales”: profesionales en ciencias sociales, profesionales en ciencias básicas, profesionales en ingenierías, profesionales en derecho. Es decir, tampoco habría áreas del conocimiento específicas, entonces las maestrías y doctorados serían igualmente generales, lo cual es un absurdo en tiempos donde la ciencia se ha especializado tanto siendo el trabajo inter y transdisciplinario lo que los une. Entonces, adoptar el enfoque único de las políticas y estrategias horizontales es un esperpento teórico.
Es lo que hizo el neoliberalismo con la economía colombiana: una economía mediana, atrasada, sin sectores relevantes, sin sectores en la vanguardia del cambio tecnológico y del comercio mundial. Entonces, el camino fue crear una economía de vitrina para consumidores compulsivos, ilegales y corruptos, una economía extractivista para destruir el medio ambiente y empobrecer las comunidades donde están los yacimientos, las minas, los pequeños cultivos, los informales, los más pobres y los desempleados.
Por eso las políticas y estrategias horizontales, que son uno de los dos pilares de las políticas de desarrollo productivo, aluden a infraestructura, comunicaciones digitales, educación y salud de calidad, entre otras, sirven cuando se complementan con el otro pilar: las políticas o estrategias verticales que son los sectores donde se tienen las mejores capacidades para ser más fuertes en el comercio internacional y ante la competencia global.
Lo coherente es que existan especializaciones en el sistema productivo, especializaciones en educación, especializaciones en ciencia y tecnología, de esa manera los tres sistemas convergen, construyen capacidades y definen objetivos para adelantar acciones conjuntas y complementarias derivando en poderosos sistemas de producción, innovación y conocimiento a nivel nacional y en las regiones. De esa manera, la innovación, el emprendimiento, la colaboración y el aprendizaje se convierten en factores culturales que aumentan la productividad y la competitividad.
Las políticas que combinan acertadamente acciones horizontales y verticales determinan el avance de unos países respecto a otros. Colombia es un país productiva y científicamente mediano tirando hacia abajo en la medida en que más economías similares están haciendo mucho mejor las cosas en Europa y en Asia.
En Colombia existen empresas excepcionales que no alcanzan a irrigar suficiente desarrollo en todo el sistema productivo y de investigación. También existen grupos o centros de investigación con algunos investigadores excepcionales que logran hacer alguna pesquisa excepcional con el pucho de empresas excepcionales.
El informe de empalme del Ministerio de Comercio Industria y Turismo (MCIT) responsable de la política de desarrollo productivo, muestra programas escasamente financiados y dirigidos a acciones generales que supuestamente sirven por igual al fabricante de vacunas que al productor de flores, lácteos, confecciones, barcos, autopartes, para citar algunos sectores con características y complejidades distintas. Sin embargo, quienes han diseñado las políticas dicen que sirven para todos, lo cual refleja una descomunal incapacidad técnica e intelectual, y una irresponsabilidad con el país.
El resultado es el siguiente: diversificación exportadora: cero. Industrias innovadoras de alta tecnología: cero. Servicios de alta complejidad originados o relacionados con los sectores industriales avanzados: cero. Aumento de la productividad: cero. Aumento de los índices de innovación avanzada: cero. Diseño de unas correctas políticas de desarrollo productivo, de innovación, y emprendimiento: cero.
En lo único que se logran resultados cuantitativos es en aquellos programas en los cuales una cantidad de consultores hacen capacitaciones para mejoras en la gestión de las empresas, en los procesos de producción, y en innovaciones incrementales, como las fábricas de productividad. Para eso solo se requiere sumar consultores con el fin de lograr una amplia cobertura. Lo mismo ocurre con las tantas veces que se han hecho programas de clusterización o acuerdos empresariales, que al no apuntar a transformaciones de fondo para el cambio estructural y tecnológico, incentivar el aprendizaje y las complementariedades al interior de las cadenas productivas y entre ellas, se quedan en mejoras menores. Estas ayudan, pero poco se logra en aumentar la productividad, la competitividad, la generación de mejores oportunidades y mayor bienestar y equidad para más población.
Para entender la combinación de estrategias horizontales y verticales, en la figura se muestra los sectores productivos como agenda vertical de la PRP y las políticas horizontales como soporte. Los sectores nuevos y de mayor complejidad tienen programas e incentivos propios. Los sectores que ya existen deben tener programas de apoyo y de incentivos igualmente propios porque no es igual el desarrollo y fabricación de medicamentos que una producción de banano o café.
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Por eso, el presidente Petro y los ministros hasta ahora nombrados tienen razón en impulsar cambios estructurales y tecnológicos en sus respectivos sectores y en el conjunto de la economía. Ojalá el presidente también acierte con los nombramientos en los ministerios de Comercio Industria Turismo, de Ciencia Tecnología Innovación, y en Minas y Energía.
Guerra, muerte, corrupción, uribismo y neoliberalismo están relacionados, por eso los programas de apoyo productivo para los PDET desde la acción del MCIT, y otras agencias, fueron un fracaso, así como los orientados a las comunidades periféricas, porque los recursos se los robaron para hacer trizas la paz y la vida en las periferias.