En Colombia llevamos años en mora de una transformación profunda y urgente al sistema de salud. Tanto se le hace el quite al asunto que ni la llegada de una pandemia (o mejor: sindemia) logró sincronizar a los líderes de la Nación con la inquietante necesidad de proteger la salud de las colombianas y colombianos.
A lo largo y ancho del país las personas del sector de la salud trabajan en un escenario denigrante, que no ofrece seguridad física ni emocional y mucho menos salarial. Con la inclusión del COVID en la foto, el talento humano en salud se ha tenido que echar al hombro una carga que no le corresponde.
A diario recibo numerosas denuncias que me permiten afirmar que los pacientes, como usted y como yo, estamos cansados de sufrir las trabas de un sistema que en más ocasiones de las que uno se imaginaría es absurdamente lento, confuso y hasta indiferente cuando de resolverle problemas a la gente se trata.
Tan es así, que entre los digiturnos de urgencias en ciudades como Bogotá, Medellín o Quibdó es fácil encontrar personas que ven en la prestación del servicio de salud una mafia al servicio de unos pocos. ¡Lamentable!
Para mí es difícil catalogar el sistema como una mafia, pero también es difícil no encontrar razón en el reclamo cuando uno se enfrenta a que, en promedio, cada 150 segundos se interpone una tutela sobre salud y luego ve en las noticias carteles como el de la hemofilia y el del VIH, presentando pacientes falsos para recibir dineros públicos de una atención inexistente. Mientras tanto quienes si necesitan la atención mueren esperando o la reciben en etapas irreversibles de la enfermedad.
Entonces, ¿quién puede solucionar el enredo del sistema de salud? ¿El presidente? ¿El Congreso? ¿La gente?
Para encontrar la solución hay que revisar ¿quién en este país cree que los políticos van a hacer una verdadera reforma a la salud? Por lo que he visto, nadie.
Alguna reforma positiva puede encontrar camino en el Congreso, en donde las discusiones cada vez son más lentas y no solucionan nada, para luego enfrentarse a los gobiernos (el actual y no sabemos si al que viene) que NO están dispuestos a hacer reformas de fondo.
La confianza de la sociedad en el Congreso y en general en las instituciones está fracturada. Mientras el panorama se mantenga igual veremos como esa desconfianza se convierte en indignación, la indignación en protesta y la protesta en una nueva sordera (represiva) del Gobierno, que nos llevará una vez más a lo mismo: reformas a ‘pupitrazo’ o hundidas por la gestión desastrosa del Ejecutivo. ¿Acuerdos? ninguno. ¿Perdedores? Cómo siempre todos los ciudadanos. ¿Y los políticos? Ahí, sin ton ni son ocupando cargos sin mayor trascendencia.
La crisis del COVID19 ha traído discusiones relevantes, esclareció aún más las principales problemáticas, pero hay que ir más a fondo. A futuro enfrentaremos nuevas crisis sanitarias y lo lógico sería dejar un sistema de salud fortalecido para las próximas generaciones y las próximas pandemias.
Los diferentes sectores políticos reconocen la ineficiencia del legislativo, de ahí que ya se empieza a escuchar el anuncio de referendos aquí y referendos allá.
Por todo lo anterior es qué estoy seguro de que la transformación del sistema de salud será de origen ciudadano. Los y las colombianas del común hemos visto a los ojos la fragilidad de nuestro sistema de salud y de igual manera de nuestras vidas.
Ya hemos entendido que los esfuerzos no pueden estar destinados únicamente hacia la curación y el tratamiento, dando por sentado que necesariamente nos enfermaremos. Necesitamos crear una estrategia robusta para promover hábitos saludables y prevenir las enfermedades y así evitar que en casos de urgencia como el que nos ha traído el COVID el sistema sea insuficiente.
Queremos garantizar a todo el talento humano en salud las mejores condiciones laborales para que de igual manera se nos garantice a todos la mejor atención.
Y estamos hartos de los abusos y casos de corrupción que desangran el sistema y la vida de la ciudadanía.
Mecanismos de participación existen varios: el plebiscito, el referendo, la consulta popular, a través de los cuales debemos hacer el halón de orejas a los políticos para prestar atención en lo verdaderamente importante y no seguir enfrascados en sus rencillas de poder.
¿Cuál es el más oportuno? Habrá que definirlo, por ahora les invito a pensar en el cambio que usted quiere para el sistema de salud, para que más pronto que tarde al fin reformemos la salud, pero esta vez, en serio.
Espero leerles en redes con la etiqueta #ReformemosLaSaludEnSerio