Me pregunto una y otra vez las razones por las cuales nuestra memoria emocional es tan intensa. Aromas, sabores, lugares, déjà vu, fechas, todos calan en nuestra cabeza en tanto involucremos una conexión vehemente e impetuosa con estos.
En una columna pasada hablé de matemáticas, hoy pretendo hablar de efemérides: esas fechas que nos ensamblan con el pasado, con tiempos y espacios en los que habitamos en virtud de su capacidad de transformación, o aquellos que quedaron asfixiados en comas inducidos pero que aparecen como intermitentes en el presente.
Hace 16 años me ocupé de una fecha junto con una compañera de clase, en la época universitaria. La obsesión por develar algo difuso nos abrazó. ¿Por qué? Quizá porque nos gustaba la idea de trascender, de no pasar sin pena ni gloria y de ser notarias de la ‘verdad’; una verdad que tomó forma de libro y que nos bautizó como ‘escritoras’ en el mundo editorial.
El 19 de abril de 1970 fue esa fecha y mañana se cumplen 51 años de este capítulo sombrío de la historia nacional. Así las cosas, pongo a su consideración la lectura de este texto, cuya investigación periodística y testimonios entregan respuestas y pistas irrefutables sobre unas elecciones presidenciales ancladas en el plano funesto de la manipulación.
Ese domingo de abril se comenzaron a escribir las primeras líneas de un nuevo capítulo en la historia de Colombia que hoy, cincuenta y un años después, aún nadie se atreve a cerrar. Los resultados de las elecciones presidenciales, que al anochecer daban como ganador al general Gustavo Rojas Pinilla, y al amanecer al candidato Misael Pastrana Borrero, despertaron todo tipo de suspicacias y emociones que llevaron al Gobierno a declarar el estado de sitio en todo el país, militarizar la capital y emitir un toque de queda.
En este minucioso trabajo de investigación periodística, las autoras (María Ximena Plaza Cuéllar y Sandra Rodríguez Novoa) recogen varios testimonios de los protagonistas de aquellos días. Voces cruciales como las de Alfonso López Michelsen, María Eugenia Rojas, Juan Gossaín, Germán Castro Caycedo, entre otras, reconstruyen uno de los hitos más importantes de la historia reciente del país, que dio origen al M-19, enterró las posibilidades democráticas de la Anapo y abrió una nueva grieta —otra más— entre los colombianos.
Aunque la historia oficial insiste en recordar esta fecha como unas reñidas elecciones, seguidas de algún desorden público, en la memoria colectiva quedó el tufo de un fraude. A pesar de las movilizaciones, los disturbios y el rechazo de la opinión pública, el resultado no cambió. Pero el país sí. Han pasado cincuenta y un años y todavía nos preguntamos: ¿qué pasó aquel oscuro abril?