En Bogotá hay más de 21 mil artistas registrados de los cuales casi 4 mil son músicos (IDARTES, 2025). Algunos tocan en buses, otros en bares o en ensayaderos improvisados en garajes, casas o patios. Tienen talento, disciplina y pasión. Lo que no tienen –en muchos casos- es una oportunidad real para mostrar lo que hacen. No es que no existan escenarios, es que no están abiertos para ellos.
Por eso, desde el Concejo de Bogotá estamos trabajando con mi equipo en un Proyecto de Acuerdo enfocado en fortalecer y promover a los músicos emergentes locales, mediante dos aspectos: teloneros, esto es, la posibilidad de exponer sus proyectos musicales en grandes eventos en escenarios distritales; y ensayaderos, es decir, más espacios públicos que cumplan con las características técnicas que requieren los artistas emergentes para ensayar. Porque vivir de la música no puede ser un privilegio únicamente para aquellos que cuentan con contactos o dinero para entrar a la industria musical. La música, como todas las artes, debe ser una oportunidad de vida, de trabajo y de crecimiento personal.
Este Proyecto de Acuerdo no es una propuesta trivial ni caprichosa. Es una respuesta a la realidad de miles de personas que no pueden vivir de lo que aman, de lo que los apasiona, de la música. En 2018, solo el 25% de los músicos profesionales en Bogotá ganaba cerca de medio salario mínimo al mes por presentaciones en vivo (Alcaldía de Bogotá, 2018). Muchos trabajan sin contrato, sin pago por ensayos y sin seguridad social. A esto se suma el costo de mantener instrumentos, pagar transporte, ensayar, estudiar y comer. Y aun así siguen creando, componiendo y buscando vitrinas para exponer su talento.
Este proyecto cuenta con un respaldo jurídico sólido. La Constitución exige proteger y fomentar las expresiones culturales. Leyes como la 397 de 1997 o la 1493 de 2011 establecen el deber de ofrecer estímulos, no barreras a las actividades culturales. Y Bogotá, como miembro de la Red de Ciudades Creativas de la UNESCO, tiene el deber de poner la cultura en el centro del desarrollo.
En este Proyecto de Acuerdo no nos estamos inventando la rueda, pues es algo que ya se ha hecho antes. Por ejemplo, en países como Argentina, Chile y Panamá se han aprobado normas que exigen o promueven la participación de artistas nacionales como teloneros en espectáculos de artistas extranjeros. En Bogotá, esto ya se intentó décadas atrás, pero el modelo era demasiado restrictivo y generó que muchos artistas no quisieran presentarse en la ciudad.
Hoy proponemos una alternativa más flexible y justa: sin imposiciones que ahuyenten a los promotores, pero sí con condiciones que beneficien el talento emergente local. Para construirla nos hemos rodeado de músicos, quienes se han vuelto amigos y los primeros constructores del Proyecto de Acuerdo. El primero de febrero de este año realizamos una audiencia pública con más de 50 músicos de toda la ciudad, junto con IDARTES y la Secretaría de Cultura, con quienes discutimos sobre lo que implica ser un músico en la Capital. Todos coincidimos en que Bogotá necesita esta norma y los músicos ser escuchados. Necesitamos una política que los dé a conocer y los haga brillar.
La música mueve la economía de esta ciudad, el turismo y el empleo. En 2022, el sector cultura generó en Bogotá 17.2 billones y 19.1 billones en 2023 (DANE, 2024). También este sector representó el 5.5% del total de la economía bogotana en 2023 (DANE, 2024). Las cifras están ahí. Pero más allá de los números, está la vida que quienes han elegido la música como camino y hoy necesitan que no les demos la espalda.
Por eso impulsaremos este Proyecto de Acuerdo, poniéndole un foco a los músicos emergentes y a la cultura en Bogotá. Porque si queremos una Bogotá creativa, productiva, incluyente y orgullosa de su identidad, tenemos que empezar por escuchar a quienes la están componiendo nota a nota.

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