Sobre el sexismo en la publicidad

De polémica nacional está en algunos países del mundo ‘avanzado’ como Estados Unidos, Francia o España el uso de la imagen sexista o (sexual directamente) en algunas campañas de publicidad. El tsunami mundial que significa el #Metoo y sus derivados no se crean que iba a pasar por delante de un sector tan atractivo como la publicidad sin enfangarlo todo. El ala más feminista lo tiene claro: es inadmisible que las marcas ‘cosifiquen’ (volver objeto) a las mujeres.

La publicidad no ‘cosifica’ (ojo al palabrejo) nada. La publicidad solo es el reflejo de nuestra conciencia como sociedad, es decir, de nuestros estereotipos. Estos no son manipulables, aunque creamos que sí. A mi juicio, lo único poco ético que hace la publicidad es crearnos necesidades vitales de cosas que realmente no necesitamos para nada. Si la publicidad o las marcas estereotipan a la mujer o al hombre es porque sus posibles compradores se adhieren a esos valores, en esa dirección.

Otras de las críticas a la publicidad es que elige modelos jóvenes, guapas, delgadas y semidesnudas. Nuevamente volvemos a los valores, lo que no critican las ‘metoonianas’ es cuando esos mismos modelos son jóvenes, guapos y musculosos. En ese caso, por algún extraño motivo, no hay cosificación. El principal motivo de ciertas campañas en las que supuestamente la mujer se pueda ver como un objeto es que “ofende la imagen de dominación y poder del hombre sobre la mujer y la “despersonalización” de ésta. Sin embargo, mientras hay miles de ejemplos de campañas publicitarias retiradas por acusaciones de “machismo” e innumerables plataformas feministas liderando el boicot a marcas y productos responsables, no hay ni una en sentido opuesto.

Seamos justos (y justas) si la ‘cosificación’ nos preocupa tanto a la sociedad debería serlo sobre la persona. Si entendemos que la explotación del cuerpo con fines publicitarios no es ético a ciertos niveles, no lo será para todos los casos. Lo que no se entiendo es que a las mujeres no y a los hombres sí. ¿En qué quedamos? ¿No luchamos por la igualdad?

A ver si el problema va a ser precisamente de que quienes no saben diferenciar la realidad de la ficción, la belleza de la ‘cosificación’, el desnudo de la pornografía, el piropo de la agresión sexual, la cortesía del machismo o la seducción del acoso.

A ver si es que lo que de verdad quieren las “guardianas” de la decencia y la respetabilidad no es igualdad sino privilegios y revanchismos ante el evidente dominio de los hombres en los últimos milenios. Forzar el victimismo y echar la culpa de todo al machismo cuando en realidad no quieren asumir las responsabilidades que da la libertad de la que gozan muchas mujeres (no todas) en las últimas dos generaciones.

A ver si va a resultar que a las que ofende que algunas mujeres (las que pueden y quieren) se ganen la vida con su físico en la moda o en la publicidad con éxito y por méritos propios, son las mismas a las que les parece fenomenal que todas sean directoras generales por cuotas o por decreto.

En un mundo donde la fuerza bruta imperaba sobre cualquier razón, como ha sido la mayoría de la historia, es lógico que el hombre se impusiera a la mujer por pura fisionomía. El feminismo, en su lucha y reivindicación, ha logrado más avances en los últimos 50 años que en 12.000 de civilización y está muy bien, pero pasarse de vuelta no es el camino. Igualdad sí, pero no así.