Colombia, coronavirus y enfermedad holandesa, mezcla fatal

Por: Jaime Acosta Puertas


“No es la economía estúpidos, es la vida”

Nadie sabe cómo evolucionará la pandemia y cuáles serán los efectos que dejará en la economía y la sociedad.

La pregunta es cuánto se demorará en descubrirse la vacuna y la producción en las farmacéuticas, mientras tanto las ciudadanías viviendo cuarentenas parciales o más radicales, y la economía curva abajo por caída de la demanda. Cuando la pandemia termine las sociedades evaluarán lo que pasó, en qué cambió sus vidas, su mirada del mundo, de la economía, el sentido de la vida y del bienestar colectivo. Mientras tanto, al Covid 19 los países tienen dos maneras de enfrentarlo.

Uno, a través del sistema de salud y cambios en el sistema de movilidad, en las rutinas laborales, restricciones al turismo, asistencia a espacios públicos de gran afluencia ciudadana, incluso, a reuniones menores.

Dos, lo que hagan los sistemas de ciencia, tecnología, innovación y de desarrollo productivo en cuanto a investigación y fabricación nacional para enfrentar y superar el virus. Es decir, su nivel de autosuficiencia para no depender de manera absoluta de importaciones, que ahora serán escasas.

La economía colombiana tiene un margen fiscal estrecho pero se puede ampliarlo para adoptar decisiones contracíclicas en torno a la salud, la producción agrícola y la ciencia y tecnología, tomar medidas de corto plazo como las que está adoptando el Banco de la República para darle liquidez a la economía y también el gobierno para darle oxígeno a empresas de algunos sectores afectados. Sin embargo, lo más grave es un dólar anclado a una miserable factura internacional de minero energéticos, porque el monto de esas exportaciones (algo más de US$21.000 millones) es miserable para un país de 50 millones de habitantes y un PIB de US$350.000 millones.

Es injustificable que la tasa de cambio esté supeditada a commodities que en pocos años nadie va a comprar, producto de un largo periodo de enfermedad holandesa – la cual significa expansión del ingreso de divisas por auge en las exportaciones de recursos naturales, que sin las medidas adecuadas genera desindustrialización y dependencia de las importaciones -, y Colombia no superará fácilmente porque las políticas desarrollo productivo y de ciencia y tecnología para elevar la productividad y transformar la especialización, son deficientes.

Este problema es culpa de cómo se diseñó la apertura de la economía hace 30 años, la cual se hizo sin desarrollar capacidades para su inserción en los mercados mundiales, y asumir el cambio tecnológico y el aprendizaje con el fin de aumentar su potencial de innovación. Colombia se abrió a la competencia internacional sin ciencia y tecnología ni estrategia de cambio estructural. Había un mercado mundial en expansión, con crecimientos exponenciales del comercio mundial por sucesivas revoluciones tecnológicas, que facilitaba a las economías evolucionar en lo que producían. Colombia no lo hizo. Entregó el mercado, y destruyó el 50% de la producción agrícola e industrial. Hoy es una economía de comerciantes, banqueros e informales, y no de innovadores.

Entonces, por una cara, modelo de mercado, estado regulador sometido a los agentes del mercado en consecuencia maniatado para actuar como un estado emprendedor, con narcotráfico (se beneficia de dólar caro) y corrupción; y la otra cara, sin investigación científica y tecnológica y sin industrias de alta tecnología. El perfecto covid 19 con enfermedad holandesa.

Para esta doble enfermedad nadie va a traer la cura si no emerge un modelo de desarrollo basado en el conocimiento y en una política de desarrollo productivo de largo plazo que permita construir un sistema económico avanzado, diversificado, sostenible, inteligente, innovador, emprendedor, con alta productividad y equidad.

Los países desarrollados están investigando la cura del covid 19, sin embargo, países emergentes como Chile con el 0.50% del PIB en investigación, y Brasil con el 1.2%, también están en la carrera. Igualmente Cuba, reconocida por su salud de alta calidad que le genera US$11.000 millones anuales, descubrió el 25 de enero un medicamento mediante el cual en China fueron curados 1.500 infectados: el Interferón alfa 2B.

Colombia, con el 0.24% del PIB de inversión en investigación, no sabemos en que están pensando los centros de investigación y las universidades, ni las empresas que producen medicamentos, ni se ha escuchado ninguna posición del presidente, de sus ministros, de la ANDI, del Comité Intergremial, de los rectores, sobre como las capacidades nacionales en investigación y el aparato productivo podrían actuar.

Duque bajó los aranceles a las importaciones, medida útil pero ingenua, porque los países que desarrollan medicamentos, productos para la mitigación, y aparatos para detectar el virus y la tecnología para atender a los contagiados, lo harán para sus mercados y compromisos preferenciales con países socios. El gobierno, gremios y universidades esperan que otros hagan la tarea y traigan la solución, hasta tanto para la ciudadanía, agua y jabón.

La verdad es que la economía y la investigación en Colombia están lejos de solucionar problemas de alta complejidad. Debe suceder una profunda decisión política para que universidades, empresas y estado, abandonen su condición de importadores netos de conocimiento.

El día que Duque anunció la llegada del virus a Colombia, lo hizo acompañado del Ministro de Salud, de las directoras del Instituto Nacional de Salud y del Invima, y la representante de la Organización Panamericana de la Salud, pero no estaban ni la Ministra de Ciencia y Tecnología, ni el Ministro de Comercio Industria y Turismo, ni los gremios de las farmacéuticas, ni la Andi, ni rectores de las universidades.

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¿Qué viene?

Las exportaciones caerán. La contracción de la demanda internacional afectará sectores de consumo que no son vitales en la canasta familiar de ningún país: flores, el mismo café, confecciones, y otros productos agrícolas e industriales que pueden ser sustituidos o reducida su demanda. Las exportaciones de ilícitos también caerán porque será menor la demanda por las cuarentenas en ciudades y países.

Las importaciones se reducirán, vendrá una reducción en la oferta del comercio, los descuentos adornarán las vitrinas, pero menos gente entrará a los almacenes.

La balanza comercial seguirá siendo negativa y la de cuenta corriente también. El gobierno no podrá salvar todos los sectores, y esa debe ser su primera medida estratégica.

¿Qué hacer?

Impulsar la producción agrícola con desarrollo tecnológico en toda la cadena, pensar primero en el campesino y luego en la SAC y en Fedegán, fomentar el desarrollo agroindustrial, reducir las importaciones que en 30 años partieron el PIB agrícola a la mitad. Tiene que darse un acuerdo de largo plazo, y no de coyuntura, porque será un fracaso más de “política” agraria.

Productos con producción sostenible, energías alternativas, defensa de los recursos naturales, construcción de vías secundarias y terciarias, desarrollo de industrias de maquinarias y equipos, de industrias 4.0, electrónica, y cumplir los acuerdos de paz. Hacer la revolución rural que se ha negado a sangre y fuego.

Desarrollar el sector industrial ligado a salud. Colombia, por culpa de malos TLC y deficientes políticas de desarrollo productivo, competitividad y desarrollo tecnológico, es importador neto de equipos, dispositivos, insumos y la mayoría de medicamentos. Sin embargo, los mayores logros en materia de innovaciones y patentes, están en el sector de salud, y son la base para desarrollar un sector sustentado en capacidades intelectuales y productivas propias.

Introducir correctivos en la prestación de servicios de salud, relacionados con la eficiencia, para que los usuarios no tengan que agolparse en estrechas salas a pedir citas, autorizaciones y medicamentos. Es una oportunidad para desarrollar software, inteligencia artificial, big datas, mensajería limpia, porque el sistema tiene enormes deficiencias en su operación.

Así mismo estimular el emprendimiento e intervenir las universidades para estimular los proyectos innovadores (spin off) y las start ups.

Si no se hace lo anterior y más, Colombia acabará como una economía de retail, que piden el director de Fedesarrollo y otros ortodoxos neoliberales, cuando dicen que el problema de la economía colombiana son sus altos niveles de protección. Es decir, sugieren acabar con lo que queda de producción nacional y entregar el país a Fenalco, pues nada dicen sobre cómo transformar la producción nacional y desarrollar investigación para la innovación.

Además, es necesario hacer un pacto con las empresas para bajar precios, intereses, y no cobrar multas, caso de los pasajes de Avianca por cancelación de viajes nacionales por razones del covid 19. Pensar en el ciudadano antes que en el empresario y los bancos, porque estímulos han recibido y no mucho han retornado a la economía y a la sociedad. Tampoco es hora de reformas pensionales, laborales, ni del holding financiero, ni de vender los últimos activos estratégicos del estado.

Sumarse a la solicitud que se la haga a la OMC para levantar todas las barreras y cuotas de importación o prohibiciones de exportación de dispositivos médicos, desinfectantes y jabones hasta que pase la pandemia.

Al final, a las políticas neoliberales se las habrá llevado el covid 19, aunque Colombia seguirá con su crónica enfermedad holandesa. Mientras tanto la protesta social y el discurso político a reinventarse, en formas y contenido, porque la conversación nacional de Duque ha terminado.