Un ecosistema de innovación sólido fomenta un entorno en el que pueden desarrollarse nuevas ideas, los recursos están fácilmente disponibles y se impulsa la colaboración. Esto puede conducir a la creación de nuevos productos, servicios y tecnologías, así como al crecimiento económico y la creación de empleo, y esto es justamente lo que buscan los actores del ecosistema colombiano.
El esfuerzo realizado por entidades gubernamentales, empresas establecidas, startups, inversores y centros de investigación, entre otros, se ha visto reflejado en el avance del país en el Global Startup Ecosystem Index Report, un reporte elaborado por StartupBlink, considerado el más completo del mundo. Este informe clasifica los ecosistemas de startups en 1.000 ciudades y 100 países, proporcionando un diagnóstico sobre la economía global de la innovación. Asimismo, en la consolidación del Colombia Tech Report elaborado por la consultora KPMG, un informe que hace zoom en el ecosistema colombiano.
Estos reportes se concentran en estimar el valor del ecosistema (sumatoria de la valoración de las startups), así como en su dinámica y funcionamiento, evaluando aspectos como el acceso a financiación, alcance del mercado, conectividad, experiencia, talento y conocimiento, y analizando los sectores donde están presentes estas empresas de base tecnológica o con modelos de negocio novedosos.
Analicemos los resultados de ambos reportes. El informe de StartupBlink señala que, aún en condiciones macroeconómicas y políticas retadoras, el ecosistema colombiano ha tenido un momentum positivo, escalando 9 puestos en los últimos 3 años, del lugar 47 en 2021 al 38 en el presente año. Este crecimiento lo posiciona como el segundo mejor ecosistema de Latinoamérica y el Caribe en 2024, por detrás de Brasil y superando por primera vez a ecosistemas potentes con un recorrido más extenso como Chile y México.
Sin embargo, existe un fenómeno que se hace evidente en el reporte y que es mencionado en la edición de The Economist del 12 de mayo: una especie de descentralización de los ecosistemas de innovación. Esto se está viendo en países como Estados Unidos, China, España o México, con cada vez un mayor número de ciudades posicionadas como ecosistemas semilla. En Colombia, puntualmente, contamos con un hub regional (Bogotá); dos ecosistemas establecidos (Medellín y Cali); tres ecosistemas en desarrollo (Barranquilla, Manizales y Bucaramanga); y nueve ecosistemas semillas (Pereira, Cartagena, Armenia, Popayán, Villavicencio, Tunja, Palmira, Cúcuta y Tuluá).
Este fenómeno puede deberse a las políticas nacionales y territoriales que han impulsado diversas administraciones, buscando atraer talento que promueva nuevas tecnologías, basándose en sus inicios en las teorías de Richard Florida sobre la clase creativa y su conexión con el lugar y la economía. No obstante, la experiencia previa de ecosistemas exitosos como Silicon Valley, Tel Aviv o Londres ha demostrado que la fragmentación no es rentable en el mundo de la innovación, que se basa en la aglomeración y la concentración para facilitar el intercambio de ideas y la colaboración entre diversos actores como las startups y los inversores.
Por otro lado, el Colombia Tech Report nos deja ver cómo el avance en el ranking mundial se sustenta en un incremento en el número de emprendedores y empresas emergentes que están dinamizando el panorama empresarial del país. El reporte de KPMG indica que el país ha tenido una tasa anual de crecimiento de startups del 28% en los últimos seis años.
Según el Tech Report, para el año 2024, se han identificado en Colombia 1.720 startups, considerando únicamente empresas innovadoras, es decir, empresas de base tecnológica o con modelos de negocio novedosos. Aproximadamente la mitad de las startups se encuentran en alguno de los seis sectores líderes: FinTech (17%), SaaS (10%), HealthTech (6%), EdTech (6%), PropTech (6%) y Gestión de Negocios (6%).
Del informe de KPMG resulta interesante ver el crecimiento del número de emprendimientos en el sector CleanTech, que concentra a las startups cuyos productos o servicios se basan en avances científicos que contribuyen a la sostenibilidad y al cuidado del medio ambiente, pasando de 21 en 2023 a 41 en 2024. Este sector, en el que Colombia está llamado a ser líder por su posición privilegiada frente a biodiversidad y recursos naturales, es también uno de los más atractivos para los fondos de capital de riesgo, según lo señala Statista.
La gran incógnita que genera este fenómeno es si el auge de las startups se verá traducido en un aumento de la productividad en el país. En teoría, la llegada de nuevas empresas debería inyectar vitalidad a la economía. Los emprendedores tienden a utilizar nuevas tecnologías y a crear modelos de negocio novedosos, con lo que mantienen en alerta a las empresas tradicionales e impulsan el crecimiento.
Las cifras de productividad en Colombia fueron negativas para 2023, indicando que este efecto aún no se está presentando. Sin embargo, esta transición no se da de la noche a la mañana. En Estados Unidos, a finales de los 80, se repetía la misma incógnita frente a la incipiente industria de la informática, la cual se despejó a mediados de la década siguiente con un claro aumento en la productividad.
El escenario que se presenta es prometedor. Los nuevos emprendimientos son los llamados a impulsar la productividad y el crecimiento económico en el mundo, desarrollando productos que mejoren las condiciones de vida de la población y cuidando el medio ambiente. Sin embargo, los ecosistemas nacionales deberán superar el reto de esta fragmentación de la economía de la innovación y encontrar la manera de fomentar la colaboración y el intercambio de ideas entre ecosistemas locales de diferentes tamaños, manteniéndolos atractivos para los inversionistas. Por otro lado, las startups tendrán que añadir a sus retos la sostenibilidad social y ambiental como claves para mantener su competitividad a largo plazo.