Un Acuerdo Nacional

La instalación del nuevo periodo de sesiones ordinarias en el Congreso de la República ha dejado varios puntos interesantes para el futuro de la agenda política del país. El discurso del Presidente comenzó con una disculpa por lo sucedido en la Unidad de Gestión del Riesgo, un gesto valorado que demuestra humildad por parte del jefe de Estado. En su intervención, también presentó un balance de los logros alcanzados en sus dos años de gobierno. Resaltó la importancia del crecimiento en la agricultura y el turismo, la reducción de la pobreza y el giro directo en la transferencia de recursos a los hospitales. Reconoció las dificultades en el crecimiento industrial e insistió en la necesidad de reducir aún más las tasas de interés. Habló de la paz alcanzada y de la paz por construir, en referencia a los compromisos adquiridos en los acuerdos de paz y los desafíos en los territorios atrapados por la violencia y las economías ilícitas.

Fue un discurso conciliador y programático que finalizó con un llamado a un acuerdo nacional para consensuar los cambios que el país necesita.

Faltan dos años para que finalice el mandato del gobierno y el periodo legislativo. La exigencia por resultados aumentará con el paso de los días, las obras deben concretarse y los proyectos están en una fase en la cual cualquier error podría ponerlos en peligro. Muchos reconocen las buenas intenciones del gobierno, pero reclaman una mayor ejecución. La oposición también enfrenta grandes desafíos. Puede optar por seguir la ruta del odio, los descalificativos y los insultos, como lo hicieron en sus discursos Miguel Uribe y Polo Polo, o hacer control político argumentado, pensando en el bien del país.

Si los líderes políticos que reclaman un espacio en la oposición no reflexionan sobre la necesidad de construir una conversación pública a la altura del momento histórico, con propuestas e ideas claras, será cada vez más difícil construir un Acuerdo Nacional sobre unos mínimos básicos sobre los cuales cimentar una democracia pluralista. La participación de la ciudadanía es fundamental para construir un acuerdo que una al país y posibilitar los espacios de diálogo necesarios.

El país no demanda un acuerdo entre políticos, sino un acuerdo ciudadano que refleje las agendas sociales y territoriales. Durante mucho tiempo, la política ha sido concebida para dar trámite a intereses particulares. Ha llegado el momento de que el interés público prevalezca y la sociedad colombiana pueda garantizar a toda la ciudadanía condiciones de dignidad y bienestar para su pleno desarrollo. Colombia es un país con grandes riquezas culturales y naturales. Ponernos de acuerdo en lo fundamental es la receta necesaria para desatar todo nuestro potencial.

Juan Carlos Upegui