Los resultados de las elecciones en Suecia ya se han dado a conocer: el partido de extrema derecha Demócratas de Suecia ha obtenido el 20,5% de los votos, convirtiéndose en la segunda formación con más apoyo, solo por detrás del Partido Socialdemócrata, que ha conseguido el 30,3% de las papeletas.
Los escaños obtenidos por el bloque conservador (la ultraderecha, los moderados, los cristianodemócratas y los liberales) suman 176 diputados y alcanzan la mayoría en el Riksdag (el Parlamento sueco); son tres diputados más que el bloque de centroizquierda. Como consecuencia, la primera ministra sueca, Magdalena Andersson, anunció este miércoles su dimisión (La Vanguardia, 16 de septiembre, 2022)
Suecia fue considerada durante muchos años el paradigma del Estado de Bienestar en el mundo. Un país visto como un modelo de sociedad próspera, igualitaria y libre, en la que todos los ciudadanos tienen los problemas esenciales resueltos. En ese orden social en el que todo parece funcionar, no tendría que haber lugar para la violencia. Pero las sociedades ideales no existen.
Suecia sigue siendo un país con estándares de vida que están muy por encima de la media mundial, eso está fuera de discusión. Con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 0,945 sobre 1 está en el séptimo puesto. Pero 20 años atrás tenía el segundo IDH más alto del mundo y sólo era superado por Noruega, que se mantiene en la actualidad en el primer lugar.
En diferentes estadísticas se puede observar una tendencia similar. El 18.8% de los suecos está en riesgo de caer en la pobreza. Son dos puntos menos que la media europea, pero hay 12 países con menores niveles de exclusión, según estadísticas de Eurostat para 2019.
También se deterioró la distribución del ingreso. El índice Gini, que mide la desigualdad de 0 (mínimo) a 1 (máximo), es de 0,276; 0,03 puntos menos que la media europea, pero ocupa el décimo lugar. Hace diez años era 0,263 y era el séptimo más igualitario de la región. El desempleo afecta al 8,3% de la población, mismo nivel que en 2009. Pero en términos relativos también empeoró: pasó de estar un punto por debajo del promedio de la Unión Europea a estar un punto por encima.
Una de las causas del deterioro de los indicadores socioeconómicos suecos es la enorme dificultad que tuvo para integrar a la gran cantidad de población inmigrante que recibió en los últimos años. En 61 zonas vulnerables de Suecia viven 556.000 personas, el 5,4% de la población del país (apenas 10 millones).
Según Hechos para el cambio: un informe sobre las 61 zonas vulnerables, en tres de cada cuatro habitantes de esas zonas son de origen foráneo; los países de nacimiento más comunes son Siria, Turquía, Somalia, Polonia e Iraq. En cinco de ellas la proporción de residentes de origen extranjero es del 90% o superior: Rosengård (Malmö), Hovsjö (Södertälje), Fittja (Botkyrka), Rinkeby/Tensta (Estocolmo) y Hjällbo (Gotemburgo). En Suecia hay casi 2,5 millones de personas con orígenes foráneos; según el informe, el 16,2% vive en zonas vulnerables.
La consecuencia de esto fue la aceleración de la formación de guetos, donde se concentra el grueso de la población que de un modo u otro está excluida del mundo del trabajo, muchos de los cuales son inmigrantes de primera o segunda generación. En esas zonas donde ni el mercado formal ni las agencias estatales logran intervenir de manera eficaz, surgen oportunidades para otras formas de generar recursos, de regular las relaciones sociales y de resolver los conflictos (¿ilegalidad?).
Es un claro fracaso del modelo sueco, que reproduce hechos de violencia que se dan en Inglaterra, Gales o Francia. Los nórdicos siempre vistos con admiración por el resto del mundo, no se escapan del fracaso de la integración de inmigrantes y la exclusión de poblaciones por nacionalidad, a pesar de tener el mismo pasaporte. Es evidente que la sociedad sueca, históricamente homogénea y cerrada, tiene dificultades para desarrollar la idea de multiculturalidad.
Durante muchos años, el debate público sobre la relación entre la inmigración y los crecientes niveles de delincuencia y violencia pandillera fue considerado tabú, no era políticamente correcto hablar de ellos. Sin embargo, “ya no es un secreto que gran parte del problema de la delincuencia organizada y pandillera, con tiroteos y explosiones, está vinculado con la inmigración de las últimas décadas”, escribió el jefe de la Policía de Gotemburgo, Erik Nord, en mayo/2022.
En agosto de 2022, en un cambio de posición completo, que refleja cómo han cambiado los ánimos en Suecia desde 2017, el Brå publicó por primera vez en 16 años un informe con estadísticas sobre la composición étnica de la delincuencia:
“El riesgo de ser fichado como delincuente es mayor entre los nacidos en Suecia cuyos padres no son nativos, seguidos de los nacidos en el extranjero (…) El riesgo de ser fichado como sospechoso de haber cometido un delito es 2,5 superior entre los nacidos en el extranjero que entre los nacidos en Suecia y de padres nativos. Las personas nacidas en Suecia con ambos progenitores no nativos tienen un riesgo tres veces mayor” (RCE, enero 2022)
Suecia tiene el mayor número de tiroteos letales por millón de habitantes de toda Europa, según un estudio comparativo elaborado por el mismo Brå y divulgado en mayo. Además, es el único país del continente en el que los tiroteos letales se han incrementado desde el año 2005. En 2020 murieron 47 personas y 117 resultaron heridas en 366 tiroteos. En 2021, para el mes de noviembre se habían registrado 290 tiroteos y 42 muertos.
Según Klara Hradilova Selin, el aumento es difícil de explicar, pero hay al menos tres factores que influyen en la ola de asesinatos con armas de fuego que atraviesa Suecia. “La existencia de pandillas criminales, el tráfico de drogas y la falta de la confianza en la policía en los suburbios”, precisa.
Esto ha sido capitalizado por los partidos de derecha, especialmente su brazo más extremo, que será parte del gobierno de coalición (no es la primera vez), y seguramente criminalizara a los suecos de origen extranjero. No atacará el crimen de manera integral, sino únicamente de manera policiva.
El fracaso en la integración, la pobreza, la inseguridad y el empeoramiento de la calidad de vida, es el escenario perfecto para que los extremistas (de un lado y del otro) jueguen entre el miedo y el odio de toda una sociedad. Bienvenido el Alzheimer del siglo XXI, donde nos olvidamos de quienes protagonizaron las décadas de los 1930 y 1940 en el siglo XX.
Como en el resto del planeta, hitos caen, sociedades cambian y se adaptan a las situaciones de los nuevos tiempos. Suecia no es la excepción. El mito de la sociedad ideal se ha derrumbado. Deben enfrentar a problemas de violencia como en el resto del mundo, y admitir que su modelo de integración debe ser reformulado.
PD: Hay muchas noticias, notas, y opiniones sobre la reforma tributaria, pero nada de acciones sobre la lucha contra la corrupción ¿Dónde está la estrategia de la lucha contra la corrupción? Aun peor, se siguen nombrando funcionarios con dudoso pasado (Mi Concepción del ICBF). De seguir así, pálido cambio con Petro.