Esta semana en particular, me ha sido difícil encontrar un tema para esta columna que no sea repetirme en un llamado a la sensatez y al diálogo basado en datos y hechos. Y “sin querer queriendo” seré redundante. Haré aquí, nuevamente, un llamado a la cordura y a la sana construcción colectiva. El desasosiego de muchos es una realidad y empieza a preocuparme porque pareciera que se está esparciendo por el ambiente logrando lo que algunos quieren: sembrar la desesperanza.
Esta semana le propongo a quienes leen estas líneas, que me acompañen a valorar de mejor forma nuestras opiniones antes de emitirlas. Tomémoslas de las puntitas y extendámoslas sobre una mesita, desempolvemos nuestras lupas, y quienes tengan microscopios sáquenlos y póngalos en funcionamiento para que las evaluemos bajo tres sencillas preguntas:
1. ¿Mi opinión le aporta a alguien que la va a escuchar?
2. ¿Realmente demuestra lo que siento y creo de esta sociedad, de mi país y de mi casa?
3. ¿Está basada en hechos y tiene datos que la sustenten, esto es cifras o porcentajes, basados en fuentes confiables?
Con estos tres cuestionamientos resueltos e integrados en nuestra rutina habitual de opinadores profesionales, levantémonos mañana y pongamos en práctica una nueva rutina para argumentar. Creo que es justo lo que necesitamos en un momento donde la máxima de “confunde y reinarás” está tomando cada vez más vuelo y hay que bajarla de su corta altura para que no se nos vuelva inalcanzable.
Aportemos y argumentemos con datos, pasemos del titular y leamos con criterio. Contrastemos y valoremos lo que decimos con la misma dureza que evaluamos a quien nos habla. El país necesita que todos subamos un poco el nivel de nuestras conversaciones, vengan de donde vengan.
Alfonso Castro Cid
Managing Partner
KREAB Colombia